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sábado, 2 de octubre de 2021

La polizia è al servizio del cittadino? - Romolo Guerrieri (1973)


TÍTULO ORIGINAL
La polizia è al servizio del cittadino?
AÑO
1973
IDIOMA
Italiano
SUBTÍTULOS
Español (Separados)
DURACIÓN
102 min.
PAÍS
Italia
DIRECCIÓN
Romolo Guerrieri
GUIÓN
Massimo De Rita
MÚSICA
Luis Bacalov
FOTOGRAFÍA
Carlo Carlini
REPARTO
Enrico Maria Salerno, Giuseppe Pambieri, John Steiner, Venantino Venantini, Daniel Gélin, Claudio Nicastro, Enzo Liberti, Alessandro Momo, Marie-Sophie Persson, Memmo Carotenuto, Gabriella Giorgelli
PRODUCTORA
Coproducción Italia-Francia; Capital Film, PECF
GÉNERO
Drama. Thriller | Policíaco. Mafia

Sinopsis
Un comisario de Génova investiga el brutal asesinato de un hombre, cometido por una banda mafiosa que regula los precios de los mercados. (FILMAFFINITY)
 
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En La polizia è al servizio del cittadino? (Romolo Guerrieri, 1973) el comisario interpretado por Enrico Maria Salerno tiene un hijo que milita en Lotta Continua, uno de los grupos de la izquierda extraparlamentaria que florecieron en Italia después del 68. En la escena en que se enfrentan el pibe le echa en cara su mal cumplimiento de la función paterna. “No podés dar cachetadas si no das otra cosa”, le dice. Tiene razón. El comisario lo sabe. Y también sabe otra cosa, por eso le pide que le diga a sus compañeros que, antes de insultarlos, recuerden que los policías son hijos de campesinos, de gente pobre, y que no tuvieron la suerte de estudiar que ellos sí tuvieron. Se supone que el poliziottesco es un cine de derecha y nada más, y que cada vez que aparece un uniforme hay que gritar ¡fascista! Pero esto que dice el comisario es casi una cita del argumento que usó Pasolini en su hoy célebre (pero siempre olvidado) El PCI para los jóvenes: “Cuando ayer en Valle Giulia pelearon / con los policías, / ¡yo simpatizaba con los policías! / Porque los policías son hijos de pobres. / Vienen de las periferias, campesinas o urbanas”. El progresismo hipócrita no quiere escuchar cosas como esta. La sociología le cabe solo al chorro. Al cana no. No importa que uno y oto vengan del mismo barrio y tengan vidas similares. Una vez que te pusiste la gorra no hay villa, ni pobreza, ni hambre, ni odio de clase en tu historia. Sos vos solo, decidiendo libremente, volviéndote jodido por tu cuenta. Es un modo de la meritocracia. ¡Y además es tan linda la foto esa en la que un chico burgués le pone un libro en la cara a un policía!

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Por su parte, Salerno se convierte en el primer divo del recién nacido filón, tanto que en la estación 73-74 retorna como protagonista de La polizia è al servizio del cittadino? (1973) de Romolo Guerrieri y La polizia sta a guardare (1973) de Roberto Infascelli. Como escenario de la primera de estas películas aparece Génova, el verdadero aglutinante de la historia: el puerto, las rutas de acceso, la Sopraelevata Aldo Moro, los rascacielos recuerdan análogos escorzos de Marsella y San Francisco y hacen emerger aquello que Renato Venturelli ha definido como “la doble naturaleza de la ciudad: simultáneamente escenario industrial y promesa de una exótica dimensión mediterránea”. Guerrieri es más astuto que Vanzina en el aprovechamiento del potencial espectacular de la historia: la secuencia inicial de la golpiza y asesinato del obrero portuario (colgado del gancho de una grúa como macabra advertencia a los otros trabajadores), acompañada solo de la música de Luis Bacalov, es un buen fragmento de cine, como también aquella -muda y resuelta por medio del teleobjetivo- del seguimiento en medio del tráfico.

Pero no obstante la potencia de las escenas de acción, el tono es amargo, ya desde el título, que deforma el célebre eslogan de las fuerzas del orden, agraviado con un signo de interrogación final. Y el comisario Sironi, que no tiene la estolidez política de Bertone, no tarda mucho en entender que su amigo y colega Martino (Giuseppe Pambieri) está aliado con la banda que hace lo que se le antoja con mayoristas y comerciantes bajo la Lanterna. Por lo demás, Sironi es un descreído. Los fracasos profesionales (no consigue proteger a los testigos, los superiores le ponen palos en la rueda) se suman a los personales: su vida privada es un desastre, la ex mujer le cuelga el teléfono y el hijo militante de Lotta Continua (Alessandro Momo) lo acusa: “¡No me avergüenzo de vos como policía, me avergüenzo de vos como padre!” La obstinación con la que se pone a la caza de pruebas para incriminar al ingeniero Brera (Daniel Gélin), eminencia gris de la organización criminal, parece más bien un modo de desahogar las propias frustraciones personales, una revancha que deja traslucir la sospecha de hybris: “Si supieras lo fascinante que es batirse contra los gigantes…”, le confiesa Salerno a Pambieri. Joven, coqueto, lleno de mujeres, Pambieri anticipa en ciertos aspectos la figura de Malacarne en Il poliziotto è marcio (Fernando Di Leo, 1974), y es un paso adelante en el intento de escapar de ciertos esquematismos en la caracterización, ya entonces perceptibles. De todos modos, el guión de Massimo De Rita y Dino Maiuri le concede una redención in extremis en la memorable secuencia de la emboscada en el círculo náutico, donde Guerrieri aprovecha los silencios y los amplios espacios abiertos para crear tensión.

En La polizia è al servizio del cittadino? el recambio generacional y de método al interior del crimen organizado es un hecho cumplido: “Mi organización funciona porque todo lo que hay alrededor está podrido”, dice Gelin. Para combatir con armas parejas, es necesario sobrepasar la línea de demarcación entre legalidad e ilegalidad, cada vez más lábil: Sironi no duda en entrar al cuartel general de Brera y forzar la caja fuerte, y cuando ve que la investigación se embarra delante de sus narices decide hacer justicia por su propia cuenta. La ejecución de Brera -uno de los momentos más intensos de todo el filón- tiene un exceso de sadismo que anticipa algunos ejemplos posteriores: el hombre es herméticamente encerrado en el auto, detenido en las vías mientras el tren llega; Sironi, que ha sacado las manijas interiores de las puertas, observa sus desesperados intentos de salir del vehículo y asiste impasible al impacto del tren.
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José Miccio
https://calandacritica.com/2018/06/29/giro-ditalia-cuarta-etapa-por-jose-miccio/

“Non possiamo continuare a combattere con delle carte da bollo contro delle armi !”

Tesissimo e spietato poliziesco di Romolo Guerrieri che strizza l’ occhio al noir e al polar francese e che vede protagonista il grande Enrico Maria Salerno nei panni di un commissario estremamente deciso e risoluto ma, al contempo, circondato da un alone di malinconia: si tratta di un uomo solo, separato dalla moglie con la quale non si parla nemmeno più e con un figlio all’ università ribelle e contestatore che viene spesso arrestato dalla polizia. Mosso dai soliti ideali di giustizia a tutti i costi, crede fermamente nell’ amicizia e finisce con l’ andare incontro a cocenti delusioni. Per risolvere definitivamente un caso che lo sta coinvolgendo dal punto di vista personale dopo la morte di un suo amico e collega dovrà però uscire dai binari della legalità dando vita ad una originale e spietata vendetta… Con un attore simile a disposizione è inevitabile che il film finisca con il ruotare tutto intorno alla sua carismatica figura ma la storia di un racket alimentare gestito da personaggi senza scrupoli che non esitano a ricorrere ad esecuzioni terribili viene ottimamente trasposta sullo schermo da un Guerrieri in gran forma che firma uno dei suoi migliori film in assoluto. Accanto a Salerno abbiamo un rampante Giuseppe Pambieri nei panni di un giovane poliziotto e il solito John Steiner in quelli del killer senza scrupoli, con l’ aggiunta di un viscido Venantino Venantini (magnaccia e intrallazzatore), di un ottimo Memmo Carotenuto (uno scassinatore che si fa chiamare Barone), del cattivissimo Daniel Gelin (industriale che muove le fila del racket) e di un paio di caratteristi arcinoti come Francesco D’Adda e Claudio Nicastro. Il cast femminile è piuttosto scarno ma vanno segnalate le presenze di Gabriella Giorgelli (prostituta protetta da Venantini) e di Marie Sophie Persson (francesina che fa da tramite con la polizia corrotta per conto dell’ organizzazione). Breve ruolo anche per la bellissima Stella Carnacina nei panni di una delle ragazze un po’ allegre invitate da Pambieri a casa del commissario per una serata “rilassante”. Film assolutamente imperdibile.

Albini, un trasportatore alimentare, viene ucciso nel porto di Genova da una banda di scagnozzi capitanata da un losco biondino (John Steiner) e il suo cadavere viene appeso al gancio di una gru. Sul caso indaga il commissario Sironi (Enrico Maria Salerno) che, dopo aver perquisito sommariamente il magazzino della vittima, riconosce Eros (Gabriella Giorgelli), una prostituta che svolge la sua attività proprio sul marciapiede di fronte; dopo un sommario interrogatorio alla donna, Sironi risale prontamente al suo protettore Mancinelli (Venantino Venantini), un uomo che, oltre ad essere un socio del defunto, vantava anche dei crediti nei suoi confronti per alcuni prestiti. Dopo la sua convocazione in questura Mancinelli, che aveva fatto finta di non riconoscere la foto segnaletica di un certo Scalise, viene ucciso dagli stessi assassini di Albini e gettato giù da una finestra. Il commissario Sironi è convinto che il primo omicidio, con l’ esposizione così plateale del cadavere, sia stato semplicemente dimostrativo e atto ad intimidire qualcuno e viene coadiuvato nelle indagini da Martino (Giuseppe Pambieri), giovane e aitante poliziotto nonché impenitente playboy sempre a caccia di avventure a sfondo sessuale con giovani fanciulle. Sironi, dopo l’ omicidio di Mancinelli, concentra maggiormente la sua attenzione su Scalise, che imponeva aumenti consistenti dei prezzi della frutta ai mercati generali per intimidire e taglieggiare i commercianti. Ma anche Scalise viene ritrovato morto, immerso nell’ acqua bollente e poi appeso a testa in giù. Come se non bastasse Sironi è anche tormentato dal pensiero per il figlio Michele (Alessandro Momo), studente universitario appartenente ad un gruppo militante di contestatori che entra ed esce continuamente dalla questura: i suoi tentativi di dialogo con il ragazzo sono del tutto vani, come d’ altronde lo sono quelli con la sua ex moglie… Il titolare di un negozio di frutta e verdura (Enzo Liberti) si mostra disposto a collaborare con la polizia ma viene anch’ egli ucciso in un agguato. Sironi è convinto di trovarsi di fronte ad un vero e proprio racket alimentare gestito da una organizzazione fortemente radicata e prepara una trappola: finge che il negoziante sia ancora vivo e ricoverato in una clinica, dichiarando alla stampa che al massimo entro 2 giorni sarà in grado di parlare. In questo modo spera che i killer tornino a finire il lavoro per coglierli sul fatto ed avere in mano un primo anello della catena. Dopo 2 giorni, però, non si fa ancora vivo nessuno e quindi Sironi piomba in clinica a sorpresa nella stanza del finto degente dove aveva lasciato Martino pronto ad accogliere l’ eventuale commando di assassini; qui la sorpresa è enorme, perchè lo trova a letto con una ragazza… Sironi si insospettisce della troppa “rilassatezza” di Martino che dovrebbe essere quantomeno teso e in guardia per il probabile arrivo di alcuni killer e invece inganna l’ attesa con allegre donnine; si offre dunque di sostituirlo. Durante la notte Martino gli telefona invitandolo a raggiungerlo al molo per delle notizie importanti e, poco dopo, giungono 2 killer nella stanza. I 2 vengono però uccisi dopo un conflitto a fuoco con la polizia e, a quel punto, Sironi capisce che Martino stava facendo il doppio gioco e che la sua telefonata serviva semplicemente a farlo uscire dalla clinica e a salvargli la vita… Accertata la corruzione di Martino che si mostra pentito, Sironi decide di utilizzarlo per incastrare i vertici del racket…

Le musiche sono affidate al genio di Luis Enriquez Bacalov, divenuto ormai uno specialista del poliziesco/noir all’ italiana. La colonna sonora è forse un po’ ripetitiva in quanto ripropone quasi esclusivamente variazioni del tema principale ma si lascia ascoltare con piacere. Nella scena dell’ inseguimento di Venantini con la polizia Bacalov ricicla il brano “The summertime killer”, tema tratto dalla colonna sonora di “Ricatto alla mala” dell’ anno prima e in una scena in sottofondo si possono anche ascoltare le note di “Run and run” dei Country Lovers, sempre con musiche di Bacalov, tratte dallo stesso film.

https://ilmiovizioeunastanzachiusa.wordpress.com/2015/06/01/la-polizia-e-al-servizio-del-cittadino-1973/


 
 

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