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sábado, 13 de noviembre de 2021

Sacro GRA - Gianfranco Rosi (2013)

 TÍTULO ORIGINAL
Sacro GRA
AÑO
2013
IDIOMA
Italiano
SUBTÍTULOS
Español (Separados)
DURACIÓN
93 min.
PAÍS
Italia
DIRECCIÓN
Gianfranco Rosi
GUIÓN
Gianfranco Rosi. Idea: Nicolo Bassetti
FOTOGRAFÍA
Gianfranco Rosi
REPARTO
Documental, intervenciones de: Roberto Giuliani, Franceso De Santis
PRODUCTORA
Doclab S.r.l, La Femme Endormie, RAI, Ministero per i Beni e le Attività Culturali, Regione Lazio, Finanziaria Laziale di Sviluppo, Lazio Film Commission, CNC
GÉNERO
Documental

Sinopsis
Documental dedicado al transitado y enorme anillo de autopistas -Grande Raccordo Anulare, o GRA- que rodea la ciudad de Roma. A través de las historias personales de siete personajes, el film explora los territorios desconocidos del GRA, los 70 kilómetros de circunvalación de la capital italiana. Lejos de los monumentos icónicos de la ciudad eterna, el GRA es el teatro de los marginados de una ciudad que nunca acaba de expandirse. (FILMAFFINITY)

Premios
2013: Festival de Venecia: León de Oro - mejor película
2013: Premios David di Donatello: Nominado a mejor documental
2013: Festival de Sevilla: 2ª mejor película

2 
4 

'Sacro GRA': La autopista de la vida

No conviene recomendar una película de tales características, salvo si uno quiere perder amigos. Se trata de una pieza inusual, pero con antecedentes fílmicos muy explícitos, que, para no ir aún más lejos, podrían remontarse al glorioso y extinto cine neorrealista. Cuarto largometraje documental realizado por Gianfranco Rosi, que también es responsable de la fotografía, su temeridad ha sido recompensada: ha sido el primer documental ganador de un León de Oro en el Festival de Venecia. Se lo adjudicó un jurado presidido por Bernardo Bertolucci, otro provocador nato.

Rosi asegura que empleó ocho meses en la búsqueda de los personajes que debían habitar este documental fronterizo con la ficción presente en la propia realidad que nos rodea. Todos los elegidos viven alrededor de la autopista que circunda Roma, llamada GRA, acrónimo de Grande raccordo anulare. Rosi recuerda que en su película Roma (1972), Fellini la definió como "un anillo de Saturno". Por eso "quise hacer mía esa larga franja de asfalto, que esconde muchas historias y futuros posibles".

Junto al frenético viario de la autopista, la película concatena pintorescos personajes que parecen pertenecer a un pasado irrecuperable. Dos prostitutas transexuales, un pescador de anguilas, un botánico obsesionado por una plaga que puede hacer desaparecer las palmeras... Sin embargo, el personaje más extravagante es un presunto aristócrata que alquila su antaño señorial mansión para la realización de una fotonovela, otro subgénero que parecía extinguido en estos tiempos de instantaneidad comunicativa.

Las desigualdades sociales están muy presentes en esta radiografía suburbana que difícilmente puede captar la atención del público mayoritario, volcado en el frenesí visual y el efectismo basado en la superficialidad. Pero, como decíamos al principio, no es una película para recomendar, excepto para quienes acepten el desafío de enfrentarse a una narración con frecuentes arritmias. Es una obra inusual, que nos sumerge en un pequeño universo, humano y físico, rememorando el neorrealismo.

LLuís Bonet Mojica
https://www.lavanguardia.com/cine/20140919/54416129911/sacro-gra-critica-de-cine.html

Los que no logramos ver esta película previo a su «consagración» al ganar el León de Oro del Festival de Venecia nunca podremos analizarla del todo bien. Es que -como pasa con muchas otras películas- es inevitable pensarla en relación al premio que ganó, premio que muchos consideraron excesivo e inmerecido. Lo cierto es que SACRO GRA, el documental de Gianfranco Rosi, tal vez no sea una película lo suficientemente poderosa o lograda como para llevarse un premio con el supuesto prestigio que ese tiene, pero eso no invalida los logros del filme, que no son menores. Estoy convencido que si esta misma película vista sin tanta vidriera y en un marco un poco menos «competitivo» o más acorde a la estética del filme (digamos, en una sección como Cineastas del Presente en Locarno) seguramente muchos estarían de acuerdo con que se trata de una bastante digna propuesta.

Rosi, director de ese muy buen documental que era SICARIO ROOM 164, se plantea aquí algo que podría ser visto más como un estudio fotográfico que como una película narrativa tradicional. SACRO GRA se centra en la autopista que circunvala la ciudad de Roma, pero más que en la ruta en sí, Rosi se detiene a retratar a una serie de personajes que viven o trabajan en las cercanías. A modo de viñetas -algunas más cortas, otras un poco más desarrolladas, ninguna muy sustancial-, Rosi observa una serie de personas que bien podrían ser representativas de la vida en los suburbios con un gusto acaso un poco excesivo por lo que podríamos denominar «excéntricos».

Con algo de EN EL HOYO, la película del mexicano Juan Carlos Rulfo, SACRO GRA se estructura casi como un álbum fotográfico, ya que las pequeñas anécdotas que descubre son en muchos casos intrascendentes y no aportan dramáticamente mucho más de lo que una serie de buenas fotografías podrían generar. En el recorrido por la ruta (suponemos que la película va avanzando por distintas zonas de esta enorme General Paz romana, pero nunca queda claro) vemos a un hombre que investiga minuciosamente como los insectos afectan la vida de las plantas, un paramédico que recorre la ruta en una ambulancia, algunas prostitutas que buscan clientes allí, un algo decadente hombre que alquila su bizarramente decorada mansión para filmaciones y otro que se dedica a pescar anguilas con su mujer ucraniana.

Además de esta serie de personajes repartidos a lo largo del filme, Rosi pone su mirada en un edificio de departamentos en el que encuentra a otros personajes, a los que filma siempre desde la ventana: un padre celoso con su hija, un adolescente latino que pasa música como DJ y así. Un grupo que parece participar de un evento religioso completa el panorama. En lo estrictamente narrativo, SACRO GRA no excede el (mucho o poco) encanto de cada una de las viñetas. En algunos casos, a Rosi la película parece escapársele por el lado del «freak show», ya que muchos de los excéntricos personajes son mostrados casi al borde del ridículo. Pero algunos momentos del filme permiten observar un cierto afecto por esas criaturas que parecen completamente olvidadas del mundo, en especial el enfermero cuyo encuentro final con su madre provoca el momento de mayor emoción (el único, tal vez) de todo el filme.

SACRO GRA es un filme visualmente elegante y casi refinado, con un trabajo de imagen y sonido que deja a las claras que la búsqueda de Rosi no es la de hacer un retrato realista de los barrios periféricos sino, más bien, una suerte de ejercicio casi plástico acerca de ese universo, de una manera que por momentos me hizo recordar al trabajo fotográfico de Marcos López. Una escena en la que un grupo de trabajadores de un cementerio vacía una serie de tumbas para lo que parece ser una relocalización adquiere tintes casi poéticos con la llegada de la nieve sobre el lugar y las veces que la cámara se desplaza por la ruta el escenario parece más cercano al de un filme de ciencia ficción que a una autopista suburbana, digamos, convencional.

Como toda película episódica, SACRO GRA tiene momentos más efectivos e interesantes que otros, personajes más recordables y escenas más potentes. Aquí son pocas, es cierto. En general, el filme de Rosi se observa de manera apacible, algo distante, con cierto interés por decisiones de puesta en escena y con algún que otro momento ligeramente revelador. Pero el todo es menos que la suma de sus pequeñísimas partes y es por eso que la película nunca termina de crecer ni de ser del todo convincente.

Insisto: vista en otras circunstancias -digamos, en alguna sección paralela del BAFICI- no escucharíamos tantas quejas respecto a SACRO GRA. Ahora, claro, le toca llevar el peso de ser la «ganadora del León de Oro», la mejor película de la competencia internacional del Festival de Venecia, y el equipaje le es demasiado pesado. Y, en ese sentido, me da la impresión de que el premio le terminará jugando en contra y nadie ya podrá ver la película (y valorarla o no) por lo que realmente es.
 
Lerer
 

Fresco sobre una ciudad en decadencia

La Sacro GRA es la gigantesca autopista de casi 70 kilómetros que transita y da la vuelta a toda Roma, a la manera de “un anillo de Saturno”. El urbanista Nicolo Bassetti sugirió al director Gianfranco Rossi que la recorriera con su cámara y su contrastado afán documental –su corta filmografía está dedicada al género–. ¿El resultado? Rossi se ha pasado 2 años rodando a lo largo y ancho de la autopista, componiendo un impresionante mosaico de historias que funcionan como cristalina metáfora de una ciudad en problemas. La prueba inicial de la calidad de este documental, primer ganador en su género del León de Oro en la Mostra de Venecia, es que Rossi y su montador Jacopo Quadri han podido condensar ese periodo en unos precisos 93 minutos de transparente buen cine. Un proceso de 7 meses que da como resultado un metraje en el que nada sobra ni nada falta. Sin que el interés quede desregulado respecto a ninguno de los retratos. Fabricando la emoción sin trampas, sólo con una cámara invisible ante la cual todos se muestran cómodos y que captura una cotidianidad hecha de instantes de vida pura y dura. Ni un atisbo de manipulación.

Es fácil usar como arma contra Sacro GRA el hecho de que hemos visto algunos de sus retratos (el médico de ambulancias bondadoso, las prostitutas lumpen) en programas de televisión de corte sensacionalista, pero en esta película el poder está en el conjunto. Todas las partes suman y el trenzado está realizado a la perfección. El montaje salta de una historia a otra de forma limpia, componiendo poco a poco una imagen tridimensional sobre la desaparición de la clase media en Italia y el ánimo de sobrevivir de un puñado de luchadores. No se enfatiza ni subraya nada. No hay intervención por parte de Rossi en el que es su cuarto largometraje. Ni siquiera las zonas están emplazadas. El trabajo de sacar las conclusiones es nuestro, como espectadores. En cierta forma, el realizador está moviéndose casi en el terreno de la abstracción, arraigada en seres de carne y hueso. Así de grandiosa es su hazaña. Un mérito que muchos espectadores parecen haber captado, a tenor de la espectacular taquilla que la película ha hecho en Italia. Otra cima inédita para un largometraje documental.

La dinámica del Festival de Sevilla donde se proyectó la cinta creó, ¿sin querer?, una situación curiosa cuando unos días después de Sacro GRA se proyectó la extraordinaria La gran belleza (La grande bellezza, Paolo Sorrentino, 2013) [crítica]. Ambos cineastas, amigos en la vida real, parecen haber querido ofrecer el anverso y reverso de una ciudad, Roma, que no pasa por su mejor momento. Como tantas otras. Sería fascinante ver ambas películas en un programa doble y observar la verdad que hay en ambas, además de los inesperados vasos comunicantes que un ojo experto podría encontrar. Y es que son opuestas, partiendo de que ambas exudan veracidad, pesimismo y emoción legítima. Pero lo que en una es voluntad de estilo, en la otra es realismo documental. Lo curioso es que Rossi dirigió una escena de La gran belleza a petición de Sorrentino, que hace un cameo y no quería dirigirse a sí mismo. Es la alucinógena escena del cónclave.

Puede parecer fácil visto el resultado, pero el mérito del director es innegable. Con su leve sentido del humor, su vista libre de prejuicios y su tour por los no-lugares de la modernidad, que a veces parecen estar habitados por fantasmas que no pudieron prosperar, Sacro GRA se erige como poderoso testimonio del daño que hace la crisis pero cómo la dignidad pervive. Y lo mejor de todo es que habla del tema sin nombrarlo, sin crispar su discurso ni ponerse evidente. A lo largo del metraje se dan cita conservadores de la naturaleza con radicales métodos, habitantes de viviendas de protección oficial, aristócratas venidos a menos –aquí es donde único pueda sospecharse un poco de desdén en la mirada de Rossi–, bailarinas de barra de bar, actores de fotonovela o una familia latinoamericana que se reúne con compatriotas para pasarlo bien. Son presentados in media res, respetando la inteligencia del espectador para saber quiénes son por sus acciones. En algunos casos no volveremos a verlos pero todos están pasando por situaciones que nadie puede tachar de irreales ni no identificables. Despiertan empatía y en ocasiones hasta ternura (las conversaciones sobre lo divino y lo humano entre padre e hija son antológicas). La del cineasta es una mirada a las bambalinas de conciudadanos que pasan a nuestro lado cada día en la calle, y que en muchos casos no queremos ver. Y una cámara que se pone a su misma altura, nunca por encima.

Adrián González Viña
https://www.elantepenultimomohicano.com/2013/12/sacro-gra-critica.html

¿Qué tienen en común un noble piamontese venido a menos que vive con su familia en un estudio, un botánico en busca de un remedio para las palmeras afectadas por larvas, un príncipe y su castillo-estudio de fotografía, un camillero de ambulancia y un pescador de anguilas que vive en la orilla del Tíber? Nada, al margen de que todos ellos viven y se mueven cerca del Grande Raccordo Anulare. El director Gianfranco Rosi ha deambulado durante los últimos dos años por estos 70 kilómetros de carretera que rodean Roma como un anillo de Saturno en busca de historias. El resultado, el documental Sacro GRA [+] [ndt: el título hace un juego de palabras con el Santo Grial, que en italiano se llama Sacro Graal], ha ganado el León de Oro en el Festival de Venecia.

Para los habitantes de Roma, el GRA es sinónimo de caos, tráfico y salidas equivocadas. Sin embargo, la vida bulle a ambos lados de este cinturón de asfalto que no consigue mantener el incontenible crecimiento de la metrópolis. Rosa ha explorado esta tierra de nadie, en busca de hombres y mujeres que pudiesen ser grabados e historias que pudiesen ser contadas. 200 horas de metraje y el montaje realizado con Jacopo Quadri las ha llevado al cine.

En Boatman, Rosi había mostrado una jornada en la vida de un barquero del río Ganges, mientras que en Below Sea Level se trasladó al desierto americano para mostrar una comunidad de sin techo que vivía en una base militar abandonada. En El Sicario, room 164 hacía un retrato de un ex asesino de un cartel mexicano. En este Sacro GRA, el director, que no admite diferencias entre la ficción y el documental, ha llevado a cabo una especie de abstracción del espacio a través de esta gigantesca serpiente que se muerde la cola, a partir de la motorización masiva ocurrida en los años 60.

La película nace de la idea del urbanista Nicolò Bassetti, que propuso al director hacer una recolección de las historias y paisajes que tuviesen una continuidad narrativa. La búsqueda de localizaciones ha seguido un ensayo del arquitecto Renato Nicolini y el libro “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino, que han subrayado el encuentro entre lo real y lo imaginario. Alejada de los espacios conocidos de la capital italiana, en un juego diametralmente opuesto al realizado por Paolo Sorrentino en La grande bellezza [+], Sacro GRA es un espectacular ensayo sobre la identidad inmaterial y sus apariciones fugaces y fantasmagóricas, sus botánicos alquimistas, príncipes kitsch, paramédicos hijos de mamá o pescadores que regalan perlas de sabiduría popular.

Esta producción de Marco Visilberghi para DocLab con la francesa La Femme Endormie será estrenada en Italia el 26 fr septiembre por Officine UBU.

Camillo De Marco
https://cineuropa.org/es/newsdetail/243641/


 

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