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lunes, 14 de junio de 2021

Arcana - Giulio Questi (1972)

TÍTULO ORIGINAL
Arcana
AÑO
1972
IDIOMA
Italiano
SUBTÍTULOS
Español e Inglés (Separados)
DURACIÓN
104 min.
DIRECTOR
Giulio Questi
GUIÓN
Franco Arcalli, Giulio Questi
MÚSICA
Romolo Grano, Berto Pisano
FOTOGRAFÍA
Dario Di Palma
REPARTO
Tina Aumont, Lucia Bosé, Maurizio Degli Esposti, Renato Paracchi, Gianfranco Pozzi, Giovanni Ricci, Dario Vigano
PRODUCTORA
Palumbo
GÉNERO
Intriga. Terror. Fantástico

Sinópsis
Una viuda siciliana se gana la vida como médium y clarividente en Milán, pero realmente no tiene ningún tipo de poder. En cambio su hijo tiene poderes sobrenaturales y con la ayuda de su madre se convierte en un gran mago. Pero es incapaz de comprender la poderosa fuerza que tiene en su interior y desata fuerzas incontrolables que llevarán a la gente que les rodea a volverse totalmente locos. (FILMAFFINITY) 
 
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Arcana es la tercera (y última) película del maestro Giulio Questi, una obra, una vez más experimental y sorprendente - tal vez la más "desatada" de todas - que subraya, de modo aún más evidente, la libertad de expresión de un director intolerante a normas y géneros preconcebidos. La película funciona de la misma manera que sus predecesores, Oro maldito (Se sei vivo spara, 1967) y Dos menos uno tres (La morte ha fatto l'uovo, 1968), llevando a termino lo que podríamos considera como el inusual tríptico de una obra "única". Obra que, Giulio Questi, parece marcar con fuego, dejando estampada su firma: la vena surrealista y grotesca, está siempre a la vuelta de la esquina.
La señora Tarantino, seductora viuda del Sur, emigra a Milán con su hijo. Ella se gana la vida como medium y leyendo las cartas, pero en realidad no tiene poderes paranormales. Su hijo, sin embargo, tiene poderes aterradores, pero todavía no es capaz de dominarlos: es de hecho un peligro inminente para cualquier persona cercana a él.
Entre las "víctimas" seleccionadas está Marisa, chica hermosa e ingenua que sufrirá todos los deseos y voluntades del joven. De fondo un Milán insólito, a veces surrealista, a veces terriblemente realista.
Arcana es una explosión de imágenes poderosas e inquietantes, con el apoyo de una narración original, llena de temas espinosos y más que nunca actuales.
El complejo de Edipo, el encuentro/choque (violento y enfermo) entre progenitor e hijo, son cuestiones que, Giulio Questi, plantea sin reparos en el centro de los acontecimientos; pero lo hace de una manera que resulta cualquier cosa menos brusco, un "cosquilleo", lo suficiente para agitar y desarmar.
La película se compone de una serie interminable de momentos de culto y escenas de indiscutible impacto visual. Las sesiones de espiritismo, por ejemplo, realizadas por la medium Lucía Bosé - magnética y siempre muy metida en el papel - son cuidadas hasta el mínimo detalle: la fotografía, tétrica y atrayente, la dirección, espasmódica e inquieta, propia de los asuntos que intenta filmar.
Hay luego muchos momentos que oscilan entre lo surreal y lo onírico como el raro exorcismo, manifestado através del derramamiento de numerosas ranas por la boca de los poseídos y la relación/violencia sexual entre el hijo de la señora Tarantino y la joven muchacha. Indudablemente una obra difícil, en el sentido más elevado del término, que captura mirada, mente y cuerpo, y que no nos deja posibilidad de escape desde sus primeras secuencias. Una película incatalogable, fugaz y plenamente fuera de los géneros, que desarma sobre todo por su inmediatez visual. Cine en estado puro.
*Review by Alessandra Sciamanna
http://giallomalastrana.blogspot.com/2016/11/arcana.html


Argumento

Una viuda siciliana residente en Milán (la señora Tarantino) y su inquietante hijo veinteañero con facultades mediúmnicas han montado un negocio de consultas espiritistas y adivinatorias. Los clientes, que llegan atraídos por anuncios en la prensa, realizan sesiones grupales o individuales. La mujer (interpretada por Lucía Bosé) no tiene en realidad ningunos poderes sobrenaturales, es simplemente una farsante charlatana, que “lee las manos” y “echa las cartas” con la sóla ayuda de su imaginación; pero su hijo (una especie de joven Rasputin lampiño cuyo nombre nunca es desvelado) sí es capaz de percibir lo oculto. En las “terapias de grupo”, los clientes suelen entrar en estado de trance, hipnotizados por la atmósfera y el poder de sugestión, pero ello poco les sirve para resolver sus problemas.
Una joven que está a punto de casarse acude en solitario para que la “vidente” le prepare un “filtro mágico”. La “adivina” se inventa un mejunje inútil, y el hijo, encolerizado, se percata de que es un simple “placebo” y amenaza a su madre con un cuchillo atándola a la cama para que le revele los ingredientes del filtro “real”… Entre los componentes de la “pócima” se encuentran, a lo que parece, el veneno de una serpiente, o el polvo de unas piedras que se encuentran en el túnel del metro…

Comentario

Extrañísima película plagada de imagenería surrealista, cuya historia se encuentra hilvanada de forma confusa mediante la introducción de elementos ajenos a la trama principal, como las escenas del burro izado en la casa de campo, el violinista de ritmos balcánicos, los trabajadores en el túnel del metro o la intervención de los militares hacia el final del film.
Entre los pocos trabajos del bastante ignoto Giulio Questi se encuentra un interesantísimo y atípico western, muy violento y surrealista (al estilo de “El Topo”), llamado “Se sei vivo spara!” (1967) (a.k.a. “Django kill!”), interpretado por el cubano Tomás Milian (famosísimo en Italia por su óptima caracterización de típico delincuente romano).
A destacar la escena en la que, a ritmo de los compases de violín, comienzan a salir sapos de la boca de la “vidente”.
En “Arcana” (donde sutilmente se deja entrever una posible relación incestuosa entre la madre y el excéntrico hijo) se observan similitudes con la obra fílmica de Fernando Arrabal (“Viva la muerte”, “J´irai comme un cheval fou”…), y su “teatro pánico”, profundamente influenciado a su vez por el cine surrealista de Luis Buñuel.
FHP, 2014
https://alucinecinefago.wordpress.com/2015/06/09/arcana-giulio-questi-1972/


I frutti puri impazziscono
Una vedova, emigrata col figlio dal meridione alla Milano dei quartieri popolari, sbarca il lunario leggendo le carte e la mano, preparando rimedi contro il malocchio e allestendo sedute magiche. Il figlio aspira a conoscere i suoi segreti e, realmente dotato di poteri sovrannaturali, se ne serve per violentare una giovane cliente della madre, prossima alle nozze. La ragazza rimane incinta, con conseguenze devastanti sul microcosmo familiare, il cui precario equilibrio risiede nel rapporto conflittuale tra la madre e il figlio. [sinossi]
Un operaio spunta fuori da un tombino, dal sottosuolo sbuca tra i marciapiedi di una grande città. Altri si piazzano in una tenda allestita proprio su quella botola. Guardano la città dal basso, i passanti, le gambe delle donne. Con questo folgorante incipit comincia Arcana che, compreso Il passo (1964), è il quarto e ultimo capitolo del duo Giulio Questi/Franco “Kim” Arcalli, altrimenti detti Jules e Kim. Arriviamo poi in un grande casermone di edilizia popolare, dove è ambientata la storia. Emblema di quell’urbanistica periferica dei palazzoni anonimi di quartieri dormitorio degli anni del boom economico, quella che peraltro è servita ad assorbire, nelle grandi città del Nord, i flussi migratori dal Sud.
Con uno sguardo antropologico, ispirato ai saggi dell’etnologo Ernesto de Martino, Questi, racconta la società di quegli anni, e fotografa un’Italia sospesa tra modernità e superstizione, tra progresso e incidenti nei cantieri, tra prosperità e immigrazione forzata.
Nella casa della signora Tarantino (nome che richiama il tarantismo e le credenze mediterranee ma che suona anche come un’ironica preveggenza di Questi per il regista americano che lo avrebbe rivalutato), a partecipare alle sue sedute magiche, a sottoporsi alla lettura della mano o delle carte, si alternano ricchi borghesi milanesotti, donne con vistose collane, uomini in cravatta, ‘cumenda’ che vogliono controllare, sapere tutto.
La madre assume quel ruolo taumaturgico che anche nel mondo moderno non è passato di moda, cui la gente si rivolge per avere amuleti ma anche per procurare aborti clandestini. Se questa appare da subito come una truffatrice, il figlio si rivelerà possedere davvero poteri sovrannaturali. Il fantastico strano di Todorov si converte nel fantastico meraviglioso non appena vediamo i piatti e le zuppiere lievitare magicamente. La parabola del figlio nel film, che arriverà ad allestire un manufatto stregonesco su una fermata del metrò, equivale a quella dell’Emilia di Teorema, divenuti entrambi portatori di una carica di irrazionalità eversiva, gravida di esoterismo nel primo, di misticismo nella seconda.

Aprire il tombino è come scoperchiare un vaso di Pandora, far uscire dal sottosuolo i fantasmi, così come il figlio spunta fuori dalle tende, da un sipario. Come avrebbe fatto Ferreri a Parigi con Non toccare la donna bianca, Questi trova nei cantieri della metropolitana milanese le viscere della città, quei meandri della società, una tensione urbana sotterranea, il suo rimosso pronto a riemergere prepotentemente. Un rimosso fatto di morti bianche – come quella del marito della protagonista morto nella galleria del metrò – e di mutilati cui la legge non riconosce nemmeno i sussidi. Un rimosso che è anche quello delle superstizioni, delle credenze popolari che sono sepolte dal progresso.
Una società industriale che ha perso ogni legame con la natura, i suoi cicli e i suoi ritmi, come Questi aveva già raccontato con i polli in batteria in La morte ha fatto l’uovo. Mentre un personaggio nel film rimpiange “la roba genuina che si mangiava una volta, formaggio, pane, latte, roba buona”. Questi indugia a mostrare le crepe della pavimentazione stradale, un monito al riaffiorare di una cultura ancestrale, mai definitivamente sopita, a un’irruzione del fantastico nel razionale. Fatto di magia, di riti apotropaici e voodoo equivalenti, tarante, così come di una sessualità rustica – il leccare le dita dei piedi – di una morbosità incestuosa, di riti orgiastici. Scheletri di animali tra rifiuti e detriti, il serpente nella raffineria, l’asino che vola, issato da una corda, le rane sputate, la lucertola appesa. Questi come sempre nel suo cinema, ricorre abbondantemente a immagini di animali. Quel mondo della natura che popolava già i suoi racconti sulla Resistenza, quel bestiario che accompagnava i suoi partigiani contadini, imbrigliato poi dagli allevamenti intensivi de La morte ha fatto l’uovo, ma pronto a sfuggire a quelle maglie. Così come torna ancora nel suo cinema, nel ‘rastrellamento’ dei disabili, i diversi, in fila, nella repressione della polizia sparando sulla folla, il fascismo con i suoi germi che non sono mai stati del tutto debellati.
https://quinlan.it/2014/12/06/arcana/ 


 

 

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