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domingo, 6 de junio de 2021

Vendetta dal futuro - Sergio Martino (Martin Dolman) (1986)


TÍTULO ORIGINAL
Vendetta dal futuro  
AÑO
1986
IDIOMA
Italiano e Inglés (Opcionales)
SUBTÍTULOS
Español (Separados)
DURACIÓN
94 min.
PAÍS
Italia
DIRECCIÓN
Sergio Martino
GUIÓN
Sergio Martino, Ernesto Gastaldi, Dardano Sacchetti, Saul Sasha, Elisa Briganti, John Crowther. Diálogos: Lewis E. Ciannelli
MÚSICA
Claudio Simonetti
FOTOGRAFÍA
Giancarlo Ferrando
REPARTO
Daniel Greene, Janet Agren, Claudio Cassinelli, George Eastman, Roberto Bisacco, Pat Monti, Andrea Coppola, Donald O'Brien, Darwyn Swalve, Amy Werba, John Saxon, Frank Walden
PRODUCTORA
Dania Film, National Cinematografica
GÉNERO
Ciencia ficción. Acción | Robots

Sinopsis
Un cientifico tiene en sus manos el destino de la humanidad. Un cyborg es programado para asesinarlo. (FILMAFFINITY)
 
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Destroyer, brazo de acero (Vendetta dal futuro - Hands of steel) es un filme italiano del año 86 que mezcla acción y ciencia-ficción para situarnos en un futuro semi-distópico en el que nuestro protagonista en un cyborg malvado interpretado por un cachas de los de la época.

Un peculiar político idealista y carismático sufre un atentado por parte de un misterioso forzudo que a pesar de atacarle parece echarse atrás en el último momento dejándolo con vida y huyendo a la carrera. A partir de aquí, los que crearon y programaron al asesino emprenderán una carrera con el FBI y la policía para llegar antes al asesino que podría implicarles

El filme parte de una buena premisa y la evolución de la trama mantiene cierta coherencia, que ya es mucho. Llega incluso a rozar tangencialmente planteamientos profundamente existenciales sobre el hombre y la máquina y hasta qué punto un cyborg sigue siendo un hombre y en qué momento deja de serlo. Siempre de forma superficial y mayormente con la finalidad de dar cierta profundidad al protagonista en su intento de relación con la chica solitaria de turno. En este caso una propietaria de un bar de carretera donde se realizan competiciones de pulsos y que curiosamente y escapando a toda lógica, está de muy buen ver.

El actor que interpreta al cyborg hace un gran trabajo a la hora de mostrarse absolutamente inexpresivo, aunque si recordamos que un cyborg no es un robot, la interpretación hace aguas por todas partes dejando solo a un tal Daniel Greene que simplemente carece de todo matiz o capacidad interpretativa más allá de la impresión que causan sus músculos, como siempre del montón actualmente, pero seguro que destacables para la época. Posteriormente actuó en títulos como Hammer (Hammerhead, Enzo G. Castellari, 1987), Elvira: Mistress of the Dark (James Signorelli, 1988) o Soldier of Fortune (Pierluigi Ciriaci, 1990), confirmando con creces su descarada incapacidad para la profesión.

El cineasta Sergio Martino dirige esta "Destroyer, brazo de acero". Se trata de un director italiano con un largo recorrido en su país desde principios de los años 70. Quizás por eso pudo llegar a contar en este filme con un nombra tan potente como el de John Saxon para el papel de malvado. Saxon es un Dios de la época con títulos imprescindibles en su filmografía desde Operación dragón (Enter the Dragon, Robert Clouse, 1973) hasta evidentemente Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street, Wes Craven, 1984) pasando por Los 7 magníficos del espacio (Battle Beyond the Stars, Jimmy T. Murakami, 1980).

Destroyer, brazo de acero es en resumen un filme bastante plano aunque curioso que no está al nivel de otros títulos del género y de la época pero que sí tiene peculiaridades curiosas y entretiene en la medida en que fascina por su sencillez y ausencia de alardes técnicos. Ésta sorprende en un filme de ciencia-ficción, pero así es, los efectos brillan por su ausencia más allá de una breve escena / plagio de Terminator en que el supuesto cyborg mueve sus dedos desde los tubos metálicos que hay en el interior de su antebrazo abierto en canal, que claramente pertenecen a poco más que una descarada mano de plástico poco hábilmente manufacturada. Aún así, sigue siendo un filme totalmente ochentero y digno de ser visto con una mente abierta.
https://www.findelahistoria.com/2020/04/destroyer-brazo-de-acero/


 Al igual que ya hiciera con anterioridad con films como Tiburón, La isla del Dr. Moreau, 1997: Rescate en Nueva York, o la saga Mad Max, también el Terminator de James Cameron sería objeto de revisión por parte de Sergio Martino. Tal es la condición de esta Destroyer, brazo de acero (Vendetta dal futuro, 1986), película que, como era costumbre en esta clase de productos trasalpinos imitativos, tiende hacia la mixtura argumental introduciendo varios ingredientes extraídos de otras cintas de moda en aquellos años. Lo más curioso del tema es que en esta ocasión los títulos cuya influencia resulta más detectable en el film de Martino, aparte del ya mentado Terminator, son dos films que, si las fuentes consultadas no mienten, fueron estrenados al menos un año después de éste: Robocop, presente a través de la búsqueda del androide protagonista de sus posibles orígenes humanos, y la hoy olvidada Yo el Halcón, de la que toma tanto su ambiente de carretera como sus competiciones de pulsos.

Pero pese a lo que se pudiera deducir por lo ya apuntado, la cinta que nos ocupa se antoja bastante apartada de las coordenadas argumentales por las que se solía mover el cine de explotation italiano de la época. Dejando a un lado sus señalados puntos en común con los films referidos, Destroyer, brazo de acero apuesta por un argumento que no se basa exclusivamente en el típico refrito mimético formado a base de acumular sin ton ni son momentos que recuerden a las cintas que se trata de imitar, tan característico de este tipo de productos. O al menos, no del todo. Es decir, si bien no faltan a lo largo de su metraje planos o situaciones prestadas o inspiradas en las de otras películas coetáneas, el conjunto posee cierta homogeneidad dentro de su contexto que le acaba por otorgar un plus de originalidad difícilmente localizable en producciones de similar ralea. En este mismo sentido deben de interpretarse otra serie de detalles que se salen de lo establecido, como su (primario) alegato ecologista – algo, por otra parte, nada nuevo en el cine de su director, como puede comprobarse en Caimán, pongo por caso -, o su abrupto y cortante desenlace que elude de medio a medio al manido final feliz.

Otro aspecto a destacar es la sensatez de sus planteamientos, lo cual le lleva a aprovechar sus escasos recursos sin tratar de aparentar ser más de lo que realmente es, presentando así una factura formal cuando menos digna. A ello también contribuye, qué duda cabe, el oficio mostrado en sus respectivas parcelas por sus principales responsables, desde la realización de Sergio Martino a la conseguida fotografía de Giancarlo Ferrando, sin olvidar los efectos especiales de un no acreditado Sergio Stivaletti o la banda sonora del ex-Globin Claudio Simonetti, pese a que debido a la reiterada utilización que de ella se hace acabe resultando tremendamente repetitiva.
No obstante, toda esta serie de particularidades en principio positivas no se ven refrendas por unos resultados superiores a la media. Antes al contrario, éstos acaban por aquejar varios de los defectos endémicos de esta clase de cintas. Por ejemplo, su trama de estructura westerniana no es desarrollada más allá de sus propias premisas, mientras que la actuación de su actor protagonista, el televisivo Daniel Greene, se limita a ser la de un saco de músculos incapaz de trasmitir algún tipo de emoción, por mucho robot que interprete.
Y es que, aunque algunos de sus rasgos se muestren alejados del tono habituado, el resto de Destroyer, brazo de acero se encuentra en sintonía con lo que cabría esperar de una cinta de estas características.  Por un lado por su intento de emular el look de una producción norteamericana, motivo que llevó a localizar sus exteriores en los propios Estados Unidos. Y por otro, por la confección de su reparto, poblado por característicos como el veterano John Saxon, la bella Janet Agren, el ubicuo George Eastman, o Claudio Casinelli, actor fetiche por excelencia de Martino, cuya accidental muerte al estrellarse el helicóptero en el que viajaba contra un puente cuando rodaba una escena de acción teñiría de luto a la película.
José Luis Salvador Estébenez
https://cerebrin.wordpress.com/2009/12/14/destroyer-brazo-de-acero/


"La muerte del giallo es un misterio aún por resolver". Sergio Martino

En el año 2019 cayó Nueva York tras una hecatombe nuclear. Al menos en el cine de Sergio Martino, que este año verá cómo su visión de los acontecimientos se torna más o menos real, más o menos ficticia, pero siempre muy presente en el marco de la post-apocalíptica 52ª edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, donde su apocalipsis neoyorquino se proyectará dentro de la retrospectiva Apocalypse domani.

No solo de Argento vivió el giallo, así que fue imposible resistir la tentación de charlar con el cineasta romano, uno de los más importantes artífices de la inmortalidad del género, el director Sergio Martino, de visita en Bruselas y responsable de icónicos títulos como ‘Todos los colores de la oscuridad’, ‘La cola del escorpión’, 'Torso - Violencia carnal' o ‘Destroyer: brazo de acero’.

Junto al director de 'Suspiria' y Mario Bava, el inventor de todo el asunto, Martino es sin lugar a dudas uno de los nombres de peso en el giallo, quintaesencia del thriller italiano, el slasher antes del slasher, un cine cargado de muertes brutales, belleza, increíbles juegos de cámara, bandas sonoras elegantes y todos los colores de la oscuridad. Martino dirigió cinco de estos títulos entre 1971 y 1973, pero también hizo mucho más. Podríamos decir que prácticamente lo hizo todo.

Kiko Vega (KV): ¿Quién mató al giallo?

Sergio Martino (SM): (Risas) La primera regla del giallo es que no se puede saber quién es el asesino. En este caso creo que nadie quiere ser el culpable, así que dejemos el misterio por cerrar. Aún está por resolver.

KV: Empezaste como asistente de producción de Mario Bava, supongo que no hay mejor escuela.

SM: Recuerdo con mucho cariño la figura de Mario Bava. Era un grandísimo profesional que siempre buscaba lo mejor para la película. Si él pensaba que la película era demasiado larga, cortaba sin miramientos. Y lo sabía desde el inicio del rodaje, pero lo rodaba todo igualmente. Si te fijas, no encontrarás muchas películas suyas que sobrepasen los noventa minutos.

KV: Al contrario que muchos de tus colegas, apenas te dejaste ver por el western.

SM: Claro. Cuando llegué a sentarme en una silla de director el género estaba a punto de desaparecer. Trabajé en varios, pero no como director. Lo hice con Romolo Guerrieri en ‘Como lobos sedientos’, en Almería. En esa película me inventé el comienzo sobre la marcha. Pensé que no teníamos un buen inicio y al director le gustó mi idea de arrancar con la escena de la playa para presentar al personaje protagonista.

KV: Ahora entiendo por qué los arranques de muchos de tus trabajos son tan impactantes. ¿Es una de tus partes favoritas a la hora de desarrollar una historia?

SM: Creo que es importante, sí, pero también el final al que llegar. Pero sí, especialmente para televisión, porque la gente apaga o cambia de canal. Un buen comienzo es importante. Si el público se aburre en los primeros cinco minutos no hay nada que hacer.

KV: Tras unos cuantos thrillers y algún giallo llega un punto de inflexión con 'Torso - Violencia carnal', para algunos el primer slasher de la historia del cine. ¿Tenías la sensación de estar haciendo algo diferente dentro del género?

SM: En aquellos tiempos y en ese estilo de película siempre estábamos obligados a meter secuencias eróticas. No me gustaba, pero estábamos obligados porque se atraía la atención de los espectadores más jóvenes. De la película me gustan especialmente algunas de las muertes, pero sobre todo los últimos veinte minutos, casi sin sonido. Creo que fue una buena idea y que su éxito posterior reside en esos detalles. La idea del asesino con una sierra salió de un suceso real de la época en Italia. Pensé que era una idea fantástica.

KV: Las bandas sonoras de tus películas son un elemento clave. ¿Las decisiones musicales eran otra prioridad?

SM: Desde luego. Siempre he discutido con el músico incluso antes del rodaje. Me gusta hacerle saber qué es lo que voy a rodar, qué tipo de película, de misterio, de ambientación. Es importante para el suspense. Creo que eso funcionó en 'Todos los colores de la oscuridad' o 'Torso - Violencia carnal' mejor que en ninguna otra. Me entendí a la perfección con los hermanos De Angelis en la primera y con Bruno Nicolai en la segunda.

KV: ¿Cuál es tu favorita?

SM: Puede que 'Todos los colores de la oscuridad'. Todas tienen grandes bandas sonoras, no necesariamente las de género. Me gusta muchísimo la que hicimos para mi drama romántico 'Un verano para recordar', con música de Alberto Pomeranz. Cada estilo, cada película, necesita su estilo acorde con las imágenes. Pero lo más importante es rodar secuencias que sean buenas para el tempo del suspense. Cuando un secuencia no resulta demasiado sugerente a través de la pantalla, una música ideal puede ayudar mucho (risas).

KV: ¿Nunca has recibido ofertas para realizar remakes de ninguna de tus películas?

SM: Por supuesto. Hace diez años se intentó producir una nueva versión italiana de 'Torso', pero no se llegó a un acuerdo económico para cubrir la producción. Los productores de entonces pensaron finalmente que tal vez era una apuesta arriesgada. Hace unos años tuve una experiencia increíble en Tokio, cuando vi que alguien había rodado 'La perversa señora Ward' exactamente igual. No tenía ni idea, pero bueno, ahí se quedó. Otro caso de "piratería" (lo dice en español).

KV: Una gran mayoría de los espectadores te identifica con el thriller, pero tus trabajos de ciencia ficción son increíbles. De hecho ‘Destroyer: brazo de acero’ y '2019, tras la caída de Nueva York' son mis favoritos.

SM: Quentin Tarantino también es muy fan de 2019. Es una estupenda película, sí. Es romántica, oscura, llena de acción... es un cuento donde hay que rescatar a la princesa. Cuando la rodé no estaba seguro de seguir vivo ese año (risas).

KV: ¿Echas de menos no haber hecho más ciencia ficción durante esa edad de oro del género en Europa?

SM: A lo largo de mi carrera he tenido buenas y no tan buenas experiencias. Ver estas películas hoy, con público en las salas, es fantástico. Hay mucho cariño y respeto, pero la verdad es que en su momento fueron maltratadas por la crítica. Este tipo de cine, el mío, el de Castellari, nunca fue respetado. Y eso que fue el momento en que realmente nuestro país se encontró haciendo industria de verdad, produciendo cientos y cientos de películas al año en producciones con el resto de países de Europa. Ahora sería imposible imaginar algo así.

KV: ¿Cuál fue el plano más complicado de rodar de tu carrera?

SM: Por desgracia en ‘Destroyer: brazo de acero’ un amigo murió en un accidente de helicóptero. Me vi en la obligación de decírselo personalmente a su hijo, y fue una experiencia terrible que hizo que cambiase mi forma de pensar en muchos aspectos. En 'Milán, tiembla, la policía pide justicia' rodamos las persecuciones entre el tráfico real. Ahora todo es falso. Más seguro, pero sin esa carga necesaria de adrenalina para tener autenticidad.

KV: ¿Si tuvieras la oportunidad de rodar una secuela de tus películas, lo harías?

SM: Creo que preferiría tener la oportunidad de tener la edad que tuve en algunas de ellas (risas). No, tuve mi momento y creo que lo aproveché.
Kiko Vega
https://www.espinof.com/entrevistas/muerte-giallo-misterio-resolver-sergio-martino


 

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