TÍTULO Rocco e i suoi fratelli
AÑO 1960
IDIOMA Dual (Italiano / Español)
SUBTITULOS Si (Separados)
DURACIÓN 170 min.
DIRECTOR Luchino Visconti
GUIÓN Suso Cecchi d'Amico, Pasquale Festa Campanile, Massimo Franciosa, Enrico Medioli (Relato: Giovanni Testori)
MÚSICA Nino Rota
FOTOGRAFÍA Giuseppe Rotunno (B&W)
REPARTO Alain Delon, Renato Salvatori, Annie Girardot, Katina Paxinau, Claudia Cardinale, Spiros Focas, Max Cartier, Rocco Vidolazzi, Roger Hanin, Paolo Stoppa, Suzy Delair
PRODUCTORA Coproducción Italia-Francia
GÉNERO Drama | Melodrama. Neorrealismo. Pobreza. Familia
SINOPSIS Rosaria y sus cuatro hijos (Simone, Rocco, Ciro y Luca) abandonan su tierra natal, Lucania (la actual Basilicata), para emigrar a Milán en busca de trabajo y oportunidades que les permitan mejorar sus condiciones de vida. Allí encuentran a Vincenzo, el hermano mayor, que trabaja de albañil pero que está relacionado con el mundo del boxeo. (FILMAFFINITY)
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Subtítulos (Español)
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Luchino Visconti y Rocco y sus hermanos: norte y sur
Rocco y sus hermanos es un título clave en la filmografia del director italiano Luchino Visconti (1906-1976), uno de los cineastas europeos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. La película es un importante de punto de inflexión en la carrera de Visconti, puesto que anticipa algunas de las características de su obra posterior y, a la vez, recupera algunas de las constantes y de las preocupaciones de sus films anteriores, como el tema de la pasión destructiva -que el director ya había planteado en Obsesión (1943) y Senso (1954)- y la importancia del rol materno en las sociedades meridionales -uno de los ejes principales de Bellísima (1951)-, junto con una voluntad documental y realista que conecta Rocco y sus hermanos con el movimiento cinematográfico neorealista italiano de los años cuarenta y cincuenta (1), uno de cuyos mejores ejemplos es La tierra trema (1948), película que Visconti rodó en Sicilia para mostrar y denunciar las miserables condiciones de vida y de trabajo de los pescadores de la zona. A diferencia de sus obras anteriores, Rocco y sus hermanos se constituye como un inmenso fresco, como un retrato a la vez realista y profundamente cinematográfico de una época determinada de la historia de Italia que, por su problemática y sus conflictos, resulta perfectamente extrapolable a la actualidad.
A partir de la tragedia de una familia del sur que se traslada al norte, concretamente a la ciudad de Milán, el director italiano explora las relaciones de oposición y los conflictos entre zonas subdesarrolladas y zonas industriales, entre las zonas rurales y las zonas urbanas, uno de los problemas más importantes de los años cincuenta y sesenta (2). Así, trasciende el carácter más o menos esquemático de Rocco y sus hermanos con un esmerado planteamiento sociológico, atento a problemas como el origen y las condiciones de la emigración interior dentro de un mismo país y la marginación del proletariado urbano en las grandes ciudades, con una elaborada y profunda descripción psicológica de los personajes y de las relaciones que se establecen entre ellos.
Paralelamente, Visconti recurre a la literatura para construir algunos de los personajes y de los conflictos más importantes de la historia: así, se observan en la película elementos de obras como José y sus hermanos, de Thomas Mann, El puente de la Ghisolfa, de Giovanni Testori y El idiota, de Fiodor Dostojevskij. Rocco, del mismo modo, toma su nombre del poeta y novelista italiano Rocco Scotellaro. Estos textos son utilizados como punto de partida para ofrecer una visión a la vez global y detallista de los problemas sociales de la Italia de los años cincuenta y sesenta, derivados de las conflictivas relaciones y de los desequilibrios existentes entre el sur (las zonas rurales y más pobres del país, también llamadas terroni) y el norte (las zonas urbanas y industrializadas, también llamadas polentoni). Este es el primer y principal conflicto del film, alrededor del cual contemplamos las reacciones y la evolución de Rocco y sus hermanos. Cada uno de ellos muestra una actitud diferente ante la realidad urbana e industrial, representativa, de alguna manera, de las diferentes posiciones adoptadas por la población emigrada de la época.
La pasión destructiva
Visconti centra su interés en las relaciones que se establecen entre Rocco, pieza clave de la unión familiar, víctima de unos principios tan nobles como equivocados, y Simone, violento y instintivo, el más débil y influenciable de todos los hermanos.
La miseria y la desesperación en qué vive su familia lleva a Simone (y de alguna manera también a Rocco) a canalizar su frustración hacia una pasión desenfrenada hacia Nadia, elemento desencadenante de una tragedia que romperá para siempre jamás la unidad y las relaciones entre los hermanos y su madre. Una pasión sin medida, más instintiva que amorosa y finalmente destructiva, que desembocará en la muerte de Nadia a manos de Simone en una clase de suicidio pasivo, un brutal asesinato al cual la mujer no opondrá el menor asomo de resistencia.
El personaje de Nadia, que está enamorada de Rocco y que se hunde después de que él la rechace, que sólo quiere lo mejor para su hermano Simone, refleja a la perfección la desorientación ante la miseria y la falta de expectativas de los personajes, enfrentados a una realidad que los desborda por completo. Rocco, en cambio, canalizará su pasión y su agresividad hacia el boxeo, en un acto de evidente cobardía.
Rocco y Simone, en el fondo, son dos caras de una misma moneda, y por esto Visconti, al final de la película, contrapone de manera brutal el asesinato de Nadia con el éxito de Rocco en su primer combate importante. Aunque estén situados en dos polos aparentemente opuestos, la manera de pensar y de actuar de Rocco y Simone no es tan diferente. Los dos son incapaces de hacer frente a la situación en qué se han visto atrapados y reaccionan de maneras radicalmente opuestas, pero igualmente equivocadas. Rosaria, la madre, que estima locamente a sus hijos pero se muestra incapaz de comprenderles en ningún momento, no puede hacer absolutamente nada para impedir la tragedia.
Pero la esperanza es lo último que se pierde, y el director insinúa la posibilidad de un futuro mejor: la actitud de Ciro y la inocencia de Luca, el hijo pequeño, así lo dejan entrever. Quizás algun día podrán volver a su tierra natal y recuperarán con orgullo lo que es suyo.
NOTAS
(1) El movimiento cinematográfico neorealista apareció en Italia una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, con Roma Ciudad Abierta (1945) y Alemania, Año Cero (1947), del director Roberto Rossellini, como películas más representativas, rodadas en escenarios reales y con recursos muy limitados. Hasta finales de la década de los cincuenta, el movimiento, claramente enfocado hacia la denuncia y la crítica social, reflejó con precisión y con una voluntad casi documental la situación de crisis que padecía Europa y denunció los horrores y la destrucción que el conflicto bélico había provocado en Italia. (volver)
(2) Las estadísticas de la época ilustran a la perfección el grave problema de la emigración italiana a lo largo de los años cincuenta y sesenta. El 1958 se instalaron en la ciudad de Milán cerca de quince mil personas venidas de las zonas más pobres y deprimidas de Italia, cifra que se sitúa muy por debajo de la real, puesto que proviene de los registros oficiales de la época, que no tienen en cuenta todas aquellas familias y personas que no oficializaron ni legalizaron su nueva situación. (volver)
http://www.edualter.org/material/intcine/roccoe.htm
http://www.edualter.org/material/intcine/roccoe.htm
Suscita sempre una strana impressione rivedere a distanza di tempo uno straordinario film come Rocco e i suoi fratelli, che Luchino Visconti diresse nel lontano 1960 e che ora viene rieditato in dvd dalla 01 nell'ambito della riproposizione del ricco listino della leggendaria casa di produzione Titanus.
Dal punto di vista meramente storico l'opera rappresenta la descrizione, certamente drammatica, di un'Italia - quella che ancora si leccava le ferite del dopoguerra - povera, disperatamente in cerca di una strada per sbarcare il lunario ma allo stesso tempo ricca, tranne le ovvie eccezioni, di una dignità di cui si è andato purtroppo perdendo lo stampo. La migrazione fisica e simbolica della numerosa famiglia Parondi, a seguito della morte del capofamiglia, dalla assolata Lucania alla fredda - in tutti i sensi - Milano, dal "povero" Sud all'opulento Nord è nel patrimonio genetico del nostro paese, di una nazione che sempre ha provato a rimboccarsi le maniche dopo ogni sventura, mantenendo ben alta la testa. Sono trascorsi quasi cinquant'anni dall'uscita di Rocco e i suoi fratelli ed ora l'occhio magnificamente sensibile di Luchino Visconti, se fosse ancora in vita, registrerebbe l'esistenza di tutt'altro paese, rinchiuso in se stesso, in completa balia delle proprie paure scientemente alimentate da un potere politico che trae linfa vitale proprio dallo studiato accrescimento di esse, facendo conto sui relativi egoismi. Il film di Visconti, da un punto di vista socio-antropologico, andrebbe visto e rivisto perché racconta delle nostre radici più intime, di come eravamo quando c'era "da conquistarsi il pane quotidiano". E guardarsi indietro, ogni tanto, può decisamente giovare, anche a costo di confrontare ciò che faceva “scandalo” ieri (Rocco e suoi fratelli ebbe soverchi guai con la censura proprio a causa del suo desiderio di mostrare anche la parte oscura di quell'Italia...) con quello che invece ci propone il presente.
Per tutta questa serie di motivi una visione dell'opera viscontiana effettuata al crepuscolo del primo decennio del ventiduesimo secolo lascia un sottile stato d'inquietudine che trascende gli eventi narrati dal film. Che, invece, analizzandolo cinematograficamente, mantiene appieno il suo fascino. Del resto Luchino Visconti era uno sperimentatore della Settima Arte, e Rocco e i suoi fratelli rimane forse l'apice della sua "ossessione" per il cinema ed i generi che gli appartenevano, l'esempio maggiormente significativo di un modus operandi artistico che si è costantemente mosso sul duplice binario dell'osservazione rigidissima del reale e della trasfigurazione della realtà stessa attraverso quella magia che solo il grande cinema riesce (riusciva?) a donare.
L'opera numero nove nella filmografia del maestro milanese inizia quasi fossimo ancora in pieno neorealismo, con l'arrivo notturno alla stazione della più importante città lombarda del treno proveniente da Bari che porta a bordo la quasi totalità della famiglia Parondi, tranne il primogenito Vincenzo che si era già stabilito a Milano da qualche tempo. Gli sguardi smarriti ed impauriti dei personaggi - tra i quali anche un giovanissimo Alain Delon (il Rocco del titolo) perfettamente in parte nonostante il ruolo a lui inevitabilmente "estraneo" - di fronte alla prospettiva densa d'incognite di dover ricominciare una nuova vita ci riportano alla memoria i timori facilmente leggibili negli occhi di un Lamberto Maggiorani disoccupato con una famiglia da sfamare nel capostipite Ladri di biciclette (1948) di Vittorio De Sica. E parlano, raccontano senza necessità alcuna di altre sottolineature. Poi il film scivola pian piano nel dramma familiare, con la minuziosa descrizione della separazione dal "centro" materno dei vari fratelli, ognuno ad intraprendere la strada che il Destino gli ha riservato: chi nel tepore rassicurante della famiglia, chi nell'asprezza del pugilato come possibilità di riscatto, chi invece non riesce ad evitare di farsi coinvolgere in loschi traffici. Nell'estrema modernità della messa in scena un precursore del linguaggio come Visconti dedica ad ognuno dei cinque fratelli Parondi un capitolo dell'opera, quasi a volerne mettere meglio a fuoco carattere e peculiarità varie. Tra poche gioie e molti drammi si dipana dunque l'epopea privata - ma anche, inevitabilmente, pubblica - dei componenti della famiglia, con slittamenti stilistici della regia nella romanza popolare (forse gli unici momenti narrativi che oggi risultano un po' datati, tipo tutte le scene in cui i fratelli si confrontano con la madre...), sequenze di eccezionale pathos drammaturgico (l'omicidio di Nadia all'Idroscalo da parte di Simone, il fratello “criminale” interpretato da Renato Salvatori) e una superiore concezione del melodramma, nella sua più totale purezza ed “innocenza” cinematografica, a far da collante di una Storia come detto non solamente diegetica.
Rocco e i suoi fratelli è dunque una pellicola imprescindibile che merita più di una visione a dispetto della sua fluviale lunghezza (quasi tre ore) perché racchiude il meglio di quel cinema italiano in grado di raccontare in modo epico e di emozionare senza calcoli di alcun tipo. Un dvd, quello pubblicato dalla 01, assolutamente da acquisto con un ottimo riversamento delle smaglianti immagini in bianco e nero del film, anche se il disco risulta privo di qualsiasi extra - e questo è comprensibile, visto il grado di “anzianità” dell'opera - mentre meno spiegabile è la totale assenza di sottotitoli in un'opera tra l'altro sovente, almeno inizialmente, parlata in dialetto.
In ogni caso, non ci sarebbe nemmeno bisogno di ribadirlo ulteriormente, Rocco e i suoi fratelli resta un'opera da non perdere...
Daniele De Angelis
http://www.cineclandestino.it/articolo.asp?sez=4&art=3456
Dal punto di vista meramente storico l'opera rappresenta la descrizione, certamente drammatica, di un'Italia - quella che ancora si leccava le ferite del dopoguerra - povera, disperatamente in cerca di una strada per sbarcare il lunario ma allo stesso tempo ricca, tranne le ovvie eccezioni, di una dignità di cui si è andato purtroppo perdendo lo stampo. La migrazione fisica e simbolica della numerosa famiglia Parondi, a seguito della morte del capofamiglia, dalla assolata Lucania alla fredda - in tutti i sensi - Milano, dal "povero" Sud all'opulento Nord è nel patrimonio genetico del nostro paese, di una nazione che sempre ha provato a rimboccarsi le maniche dopo ogni sventura, mantenendo ben alta la testa. Sono trascorsi quasi cinquant'anni dall'uscita di Rocco e i suoi fratelli ed ora l'occhio magnificamente sensibile di Luchino Visconti, se fosse ancora in vita, registrerebbe l'esistenza di tutt'altro paese, rinchiuso in se stesso, in completa balia delle proprie paure scientemente alimentate da un potere politico che trae linfa vitale proprio dallo studiato accrescimento di esse, facendo conto sui relativi egoismi. Il film di Visconti, da un punto di vista socio-antropologico, andrebbe visto e rivisto perché racconta delle nostre radici più intime, di come eravamo quando c'era "da conquistarsi il pane quotidiano". E guardarsi indietro, ogni tanto, può decisamente giovare, anche a costo di confrontare ciò che faceva “scandalo” ieri (Rocco e suoi fratelli ebbe soverchi guai con la censura proprio a causa del suo desiderio di mostrare anche la parte oscura di quell'Italia...) con quello che invece ci propone il presente.
Per tutta questa serie di motivi una visione dell'opera viscontiana effettuata al crepuscolo del primo decennio del ventiduesimo secolo lascia un sottile stato d'inquietudine che trascende gli eventi narrati dal film. Che, invece, analizzandolo cinematograficamente, mantiene appieno il suo fascino. Del resto Luchino Visconti era uno sperimentatore della Settima Arte, e Rocco e i suoi fratelli rimane forse l'apice della sua "ossessione" per il cinema ed i generi che gli appartenevano, l'esempio maggiormente significativo di un modus operandi artistico che si è costantemente mosso sul duplice binario dell'osservazione rigidissima del reale e della trasfigurazione della realtà stessa attraverso quella magia che solo il grande cinema riesce (riusciva?) a donare.
L'opera numero nove nella filmografia del maestro milanese inizia quasi fossimo ancora in pieno neorealismo, con l'arrivo notturno alla stazione della più importante città lombarda del treno proveniente da Bari che porta a bordo la quasi totalità della famiglia Parondi, tranne il primogenito Vincenzo che si era già stabilito a Milano da qualche tempo. Gli sguardi smarriti ed impauriti dei personaggi - tra i quali anche un giovanissimo Alain Delon (il Rocco del titolo) perfettamente in parte nonostante il ruolo a lui inevitabilmente "estraneo" - di fronte alla prospettiva densa d'incognite di dover ricominciare una nuova vita ci riportano alla memoria i timori facilmente leggibili negli occhi di un Lamberto Maggiorani disoccupato con una famiglia da sfamare nel capostipite Ladri di biciclette (1948) di Vittorio De Sica. E parlano, raccontano senza necessità alcuna di altre sottolineature. Poi il film scivola pian piano nel dramma familiare, con la minuziosa descrizione della separazione dal "centro" materno dei vari fratelli, ognuno ad intraprendere la strada che il Destino gli ha riservato: chi nel tepore rassicurante della famiglia, chi nell'asprezza del pugilato come possibilità di riscatto, chi invece non riesce ad evitare di farsi coinvolgere in loschi traffici. Nell'estrema modernità della messa in scena un precursore del linguaggio come Visconti dedica ad ognuno dei cinque fratelli Parondi un capitolo dell'opera, quasi a volerne mettere meglio a fuoco carattere e peculiarità varie. Tra poche gioie e molti drammi si dipana dunque l'epopea privata - ma anche, inevitabilmente, pubblica - dei componenti della famiglia, con slittamenti stilistici della regia nella romanza popolare (forse gli unici momenti narrativi che oggi risultano un po' datati, tipo tutte le scene in cui i fratelli si confrontano con la madre...), sequenze di eccezionale pathos drammaturgico (l'omicidio di Nadia all'Idroscalo da parte di Simone, il fratello “criminale” interpretato da Renato Salvatori) e una superiore concezione del melodramma, nella sua più totale purezza ed “innocenza” cinematografica, a far da collante di una Storia come detto non solamente diegetica.
Rocco e i suoi fratelli è dunque una pellicola imprescindibile che merita più di una visione a dispetto della sua fluviale lunghezza (quasi tre ore) perché racchiude il meglio di quel cinema italiano in grado di raccontare in modo epico e di emozionare senza calcoli di alcun tipo. Un dvd, quello pubblicato dalla 01, assolutamente da acquisto con un ottimo riversamento delle smaglianti immagini in bianco e nero del film, anche se il disco risulta privo di qualsiasi extra - e questo è comprensibile, visto il grado di “anzianità” dell'opera - mentre meno spiegabile è la totale assenza di sottotitoli in un'opera tra l'altro sovente, almeno inizialmente, parlata in dialetto.
In ogni caso, non ci sarebbe nemmeno bisogno di ribadirlo ulteriormente, Rocco e i suoi fratelli resta un'opera da non perdere...
Daniele De Angelis
http://www.cineclandestino.it/articolo.asp?sez=4&art=3456
Hola, por favor revisa los archivos de descarga, el número 5 está repetido y falta el número 7.
ResponderEliminarGracias.
Gracias por avisar.
ResponderEliminarCambiado el enlace (7).
FORMIDABLE E IMPRESCINDIBLE film del maestro VISCONTI. IMPERDIBLE.
ResponderEliminarMil gracias amigo Amarcord
Eddelon
muchas gracias , por cosas como esta el internet es hermoso
ResponderEliminarHola Amarcord, llevo desde antes de ayer intentando bajar el archivo número 9 y se ha convertido en misión imposible.. Podrías revisarlo?
ResponderEliminarMille grazie e viva il cinema italiano!!
Hola Amarcord, creo que se me olvidó el "por favor"
ResponderEliminarIgualmente te doy las gracias y me congratulo contigo por estos grandísimos aportes del cine italiano. Saludos
Todos los enlaces de Mediafire, en todas las películas, están caídos. Por favor, ¿podrían volver a subirlos? Es una lástima que no podamos ver estas joyas. Muchísimas gracias.
ResponderEliminarCambiados los enlaces.
EliminarGracias por este aporte.Se descarga y descomprime sin problemas.
ResponderEliminarExcelente película, el argumento me ha encantado. Acabo de terminar de descargarla, mas, el enlace de los subtítulos ha expirado. Por favor, podrías repararlo. De antemano te agradezco por el excelente blog.
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