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jueves, 23 de junio de 2011

E la nave va - Federico Fellini (1983)


TÍTULO E la nave va
AÑO 1983 
IDIOMA Italiano
SUBTITULOS Español (Separados)
DURACIÓN 132 min.
DIRECTOR Federico Fellini
GUIÓN Tonino Guerra & Federico Fellini
MÚSICA Gianfranco Plenizio
FOTOGRAFÍA Giuseppe Rotunno
REPARTO Freddie Jones, Barbara Jefford, Victor Poletti, Norma West, Peter Collier, Fiorenzo Serra, Sarah Jane Varley
PRODUCTORA Coproducción Italia-Francia; Gaumont / Vides Production / RAI
GÉNERO Drama

SINOPSIS Primera Guerra Mundial (1914-1918). En julio de 1914, un barco de lujo zarpa desde Italia con los restos mortales de la famosa cantante de ópera Tetua. En el barco van sus amigos, famosos cantantes de ópera, y todo tipo de gente exótica. La vida a bordo es dulce, pero el tercer día surge un problema: hay que salvar a unos refugiados serbios, que han huido de la guerra y se encuentran perdidos en el mar. (FILMAFFINITY)


Federico Fellini, el ilusonista
El hilo conductor de Y la nave va es un personaje llamado Orlando que aparece ante las cámaras, y ante el espectador por tanto, como narrador de un extraño viaje por mar. A bordo del transatlántico “Gloria N.”, viajan amigos y admiradores de Edmea Tetua, una célebre cantante de ópera, con el fin de cumplir su postrero deseo: arrojar sus cenizas al mar frente a la apócrifa isla de Erimo. Partiendo desde sus compañeros belcantistas al archiduque austrohúngaro, el director italiano conforma un elenco de personajes variopinto, muy felliniano en definitiva. Las palabras de Orlando servirán para ir presentando a los personajes que pueblan tan pintoresca embarcación, involucrando al espectador en la convivencia de a bordo, en el día a día de los personajes. El narrador no permanece ajeno a la historia, más bien al contrario puesto en sus presencias ante la cámara filtra múltiples detalles y se inmiscuye en situaciones privadas de los invitados a este funeral.
La travesía del cortejo funerario no discurre por mares tranquilos. El marco en el que se produce el viaje es de alta tensión, previo al atentado de Sarajevo que supuso el detonante de la primera confrontación mundial. Ciertos entresijos de la lucha de poder se dejan ver en las estancias del barco y el fantasma de la guerra irrumpirá con la llegada al barco de unos refugiados serbios primero, y con la aparición (nunca mejor dicho) de un amenazante buque de guerra después.
Y la nave va, supone en la filmografía de Federico Fellini una especie de metáfora de su propio cine y la dibuja tal como él sabe, haciendo coexistir la realidad con lo fantástico. Es fácil observar que lo que Fellini nos quiere mostrar es el fin de una época. El esparcimiento de las cenizas de la diva operística se convierte así en una metáfora clara de la descomposición de un mundo al que Fellini mira con nostalgia. La ópera sería, en este sentido, la referencia o el marco conceptual. El arte total. De este modo, Fellini realiza el dibujo de un tiempo en el que la ópera podía ser sinónimo de exaltación artística y humana. Las composiciones de Verdi y Rossini son utilizadas de esta forma por el director italiano en esta cinta, y así son vividas por los personajes.
Fellini nos detiene en el tiempo para mirar con nostalgia el pasado del cine y la ópera. Partiendo del evocador cine mudo con el que comienza Y la nave va, teje un número de ilusionismo, lleno de magia y con formato de gran espectáculo. Pero Fellini no miente, y acaba revelándonos, como el ilusionista que ya no puede sacar conejos de su chistera, la tramoya de su último truco. Un homenaje al cine, a la ilusión, al arte de mentir, a un mundo propio que se acaba.
Este concepto operístico también empapa la coralidad de los personajes y la confección de los decorados (estos pueden verse como si se tratase de la tramoya escénica de una representación operística). Vistos desde un plano individual, los personajes están mostrados a través de la niebla de lo incierto, de la máscara carnavalesca, suspendidos entre lo grotesco y una extraña recreación de la realidad. Los personajes no evolucionan, están descritos desde lo poético, más definidos por su imagen que por su psicologismo. Es en su visión conjunta, en el elenco de personajes entendidos como coro operístico donde alcanzan toda su intensidad y definición. Los personajes deambulan por el barco viviendo situaciones a medio camino entre lo divertido y lo patético, colocados en un universo único y cerrado, presos -de algún modo- en una nave que viaja a un lugar mítico e irrecuperable. Por eso Fellini apuesta por un tratamiento visual artificioso y no trata de ocultarlo en ningún momento, sino que lo agudiza y remarca, siendo éste uno de los puentes fuertes de la cinta. En la retina del espectador quedan para siempre imágenes poderosas como la del concierto en la cocina, los ojos grises de la princesa ciega, la cubierta del barco iluminada por la luz azul de la luna y el rojo ardiente del sol, el esparcimiento de las cenizas de Edmea... La iluminación y el tratamiento del color que ofrece Giussepe Rotunno es fundamental en este aspecto.
En la nave conviven dos mundos. Uno de ellos es el de las divas y sopranos, el de los directores de orquesta y los aristócratas; el otro es el de las calderas, el de los trabajadores de la embarcación, el del rinoceronte y la suciedad. La unión de ambos mundos, propiciada por la llegada al navío de los refugiados serbios, provocará el caos final y de manera colateral el hundimiento del “Gloria N.”. Fellini confronta estos dos mundos, marcando la diferencia de estamentos y clases sociales, como ya lo hiciera en Ensayo de orquesta , provocando una colisión que comporta un final apocalíptico pero dejando una puerta abierta a la regeneración social. Una vez consumada la catástrofe, será el rinoceronte quien posea la llave de la salvación del narrador.
La película podría calificarse como una ópera bufa cinematográfica. El film arranca en blanco y negro como si se tratase de una película muda; la velocidad de las imágenes pasa a ser normal; aparece el sonido; después, el color; y finalmente, la nave inicia su viaje, al mismo tiempo que la trama comienza a desarrollarse. Al final de la película, se evidencia la ficción. Aparece el plató, los trucos empleados, los decorados, el equipo técnico. La moraleja es clara. Fellini apuesta por un regreso a los orígenes para asegurar la supervivencia del cine. Y la nave va es una parodia de la ópera y Fellini parece decirnos que el cine es una imitación del natural mucho más eficaz que el natural mismo.
http://www.miradas.net/0204/estudios/2004/01_ffellini/ylanaveva.html


Il rinoceronte, all'uscita del film "E la nave va", diventò subito un "simbolo felliniano". E su di lui, i critici si esercitarono con tali bizzarie interpretative, da costringere Fellini in persona, di solito molto riottoso, a chiarire, a precisare.
A renderlo interessante, ad incuriosire, c'era il fatto che veniva direttamente dall'immaginario onirico felliniano, dai suoi sogni.
Nel film compare subito, all'inizio. Viene caricato sulla nave con robuste catene ed un argano. Poi, sta pacifico nella stiva. Tutti vanno a vederlo incuriositi.  E' grande. Mangia moltissimo. Puzza. Contrasta fisicamente con la raffinata eleganza e l'aura romantica che accompagnano gli altri passeggeri.

Sul piroscafo di lusso  "Gloria N." ci  sono cantanti lirici dagli indimenticabili nomi fascinosi (Ildebranda Cuffari, Aureliano Fuciletto); c'è la Principessa Lherimia, ballerina cieca che associa alle voci i colori; ci sono eccelsi  musicisti capaci di far musica con tutto quel che capita e davanti a tutti i pubblici. Tutti ad accompagnare verso l'isola di Erimo le ceneri della grande cantante Edmea Tetua (altro nome di sogno), da disperdere nel mar Egeo. Fatuo vezzo di privilegiati, in fondo, da decadente, opulenta Europa.

Si intrecciano storie romantiche, di passioni e gelosie, con le invidie, le cattiverie ed le capricciosità di artisti malati di narcisismo. Il tutto ci viene raccontato e spiegato col morbido eloquio di Orlando, un giornalista iglese gentile, ironico e tollerante, una sorta di moderno Virgilio.

Quella del rinoceronte non è l'unica irruzione dell'"inaspettato" sulla scena  "navigante" in un mare anche stavolta tutto rifatto  a Cinecittà. Ad un certo punto irrompe anche  la notizia dell'uccisione del granduca Ferdinando a Sarajevo e dello scoppio della Prima Guerra Mondiale. Poi irrompono naufraghi serbi in fuga, che invadono la nave. Infine irrompe la Marina Slava che ne chiede la consegna, minacciando rappresaglie. Fellini, profeticamente, aveva visto in anticipo la tragedia balcanica, che stava per ripetersi di lì a qualche anno, a sconvolgere la pace edonistica dell'Occidente.

Sparse sul mare omerico le ceneri fatali,  il viaggio finisce male: il cannoneggiamento serbo affonda il piroscafo ed i passeggeri si salvano sulle scialuppe.
Su una di queste, insieme col nostro dolce Orlando, indovinate chi c'è ? Il rinoceronte, ovviamente.
A lui Fellini riserva niente meno che l'inquadratura finale.
(E, ad accrescere l'importanza della cosa, va ricordato che  la parola "Fine" nei films di Fellini non compare mai: secondo lui la loro vita doveva continuare nella fantasia di chi lo aveva visto. Aveva ragione: proprio così accade).

C'è un intervista che ci aiuta ad individuare il significato della presenza, così importante, del nostro rinoceronte ne "La nave va". Possiamo riassumerlo così: con il misterioso, l'esotico, l'inquietante che irrompe nella nostra vita bisogna adattarsi a convivere.  La storia, la vita sono piene di cose inaspettate che invadono il nostro spazio, attirano la nostra attenzione, ci spaventano, spezzano la nostra pace. Il nostro è un tempo dominato dalla paura del nuovo, del diverso, dell'estraneo, del disturbante. Imparare ad accettare non solo è l'unica soluzione per salvarci, ma è una conquista che porta anche a fare grandi scoperte.

E qui infatti arriva la sorpresa. Mentre faticosamente, ma senza perdere la sua bonomia, voga verso la salvezza col suo pesantissimo compagno di viaggio, Orlando ci dà una notizia improbabile e sconvolgente:
"Lo sapevate che il rinoceronte dà un ottimo latte?"
Come a dire che, anche dalla più misteriosa e mostruosa delle presenze e dalla più faticosa delle convivenze obbligate, possiamo scoprire di poter trarre il nostro nutrimento primario, la nostra salvezza.
Era difficile pensare per il nostro  rinoceronte una riabilitazione più completa e lusinghiera. Adesso, appeso alle robuste catene con cui fu caricato sulla nave a cui è sopravvissuto,  è una delle attrazioni della mostra delle scenografie felliniane.

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1914: il piroscafo "Glora N." salpa dal molo n. 10 di un non meglio definito porto italiano con a bordo le ceneri della "divina" cantante lirica Edmea Tetua. Meta della crociera: l'isoletta dell'Egeo di Erimo, nelle cui acque, per ottemperare alle ultime volontà del soprano, le ceneri dovranno essere sparse. A bordo della nave stanno celebrità varie, nobili ed amici della defunta artista, descritti con un'ironia comprensiva ed impietosa al contempo stesso dal giornalista Orlando, a bordo per redigere una cronaca dell'evento. Il corso della storia irrompe però con forza: a Sarajevo il granduca Ferdinando è ucciso e la Prima Guerra Mondiale scoppia; contemporaneamente, il comandante della nave si trova costretto a dover soccorrere dei naufraghi serbi. In vista della meta, il piroscafo italiano incrocia una corazzata austriaca.

I vecchi critici militanti del “realismo socialista” avrebbero senz’altro accusato questo film di Fellini di “formalismo” o di altre amenità del genere. D’altronde i vecchi critici militanti in questione probabilmente sono ancora incapaci di apprezzare la qualsivoglia cosa che non si avvicini almeno un minimo ai canoni del neorealismo (e per Fellini il passaggio in questione è superato almeno dal 1963 con Otto e mezzo).
Il problema di E la nave va quindi non è sicuramente lo sfoggio di costumi, la regia aerea, la camera da presa curiosa che ondeggia come la barca su cui si svolgono i “non-eventi” (anche se rispetto all’enorme panfilo con maggiore maestria ed eleganza). Il punto è proprio in quel virgolettato qui sopra, che vuole evidenziare la trama asfittica e in fin dei conti quasi inesistente dell’opera: un viaggio in barca che in realtà appare fin da subito un’evidente viaggio nel vuoto, o nel nulla che dir si voglia.
Nient’altro che un pretesto costruito per consentire a Fellini di lasciarsi andare fanciullescamente alla rappresentazione di un mondo in disfacimento: quello dell’arte (nello specifico della lirica) e quello del vecchio mondo aristocratico. Entrambi in rovina e ormai inadeguati ai tempi moderni, si abbandonano in un viaggio (letterale e metaforico, anzi quasi metafisico) senza ritorno, intuendo e probabilmente accettando di evadere da una realtà non più consona alla propria stessa natura.
Eppure nel decadente percorso che conduce al declino questo stesso mondo trova l’occasione di rigenerarsi e di riscoprire il piacere della vita, sfruttando il contatto con il mondo degli umili (qui un gruppo di profughi serbi), che consente per un attimo di mettere da parte ipocrisie, vizi e nefandezze morali a favore della riscoperta di un senso umanitario e valoriale più profondo. Solo una ragazza accetterà integralmente questo “nuovo mondo” e il conseguente “salto” sociale, trovando in tale scelta la salvezza dalla catastrofe. Per gli altri il naufragio sarà in certi casi parodistico, in altri tragico.
Non c’è una via fissa per riprendersi dal contatto con il mondo reale (qui esemplificata dall’incontro-scontro con la nave austriaca, simbolo della guerra e più in generale delle atrocità di cui è capace l’uomo), e solo alcuni ce la fanno, senza che questi siano necessariamente i migliori o i più furbi. Il pessimismo dell’ultimo Fellini emerge qui in tutta la sua pienezza, appena temperato dalla maestosità dei costumi e da uno humour clownesco ormai in disarmo dopo i fasti del decennio precedente.
Basti pensare in tal senso al confronto con Prova d’orchestra, di quattro anni antecedente: entrambi speculari per molti versi (l’argomento musicale, il metacinema smascherato dagli stessi attori che si rivolgono sempre guardando in camera, la struttura narrativa a mosaico e discontinua, senza una vera e propria trama) eppure così diversi nell’attitudine che vi sta dietro: roboante, rivoluzionario, caotico e movimentista il primo, compassato, moderato, lento e statico il secondo.
Una serie di caratteristiche che sulla lunga si rivelano il peggior difetto dell’opera: una lentezza che in certi momenti diventa assai pesante da digerire. Da segnalare infine lo splendido inizio del film in versione cinematografo delle origini, con bianco-nero e didascalie a mò di spiegazioni. Un piccolo tocco di classe per un autore che anche quando non entusiasma mantiene un elevatissimo tasso di eleganza.
Alessandro Pascale
http://www.storiadeifilm.it/E_La_Nave_Va.p0-r410



12 comentarios:

  1. Genial. Está completísimo el sitio. ¿Podría subir Lunga vita alla signora, de Ermanno Olmi? Muchas gracias

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  2. LUNGA VITA AL CINE ITALIANO!

    Me sumo a la solicitud anterior: "Lunga vita alla signora", de Ermanno Olmi es difícil de conseguir en internet, y es una película muy interesante. La vi hace muchos años.

    Gracias por el sitio.

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  3. dimarcomartin@hotmail.com24 de enero de 2012, 17:42

    Que alegría encontrar este blog!!! muchas gracias!!!

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  4. Para terminar mis peticiones fellinianas, esta también te agradecería que la subieras -tengo una versión española que no quiero ver, me niego-. Todo esto que te he pedido cuando buenamente puedas, claro.
    cordialmente,
    Juan Carlos

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  5. Hola Maestro. Tremendo el blog. Queria decirte que el link de los subtitulos de La Strada está caído. Podrías volver a subirlos? Gracias por todo.
    Fernando

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  6. Los links ya no sirven, si pudieras subirlos, por favor...
    Buen blog. Muchas gracias.

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  7. Muchísimas gracias por compartir esta película, tan difícil de conseguir, Amarcord. Genial blog y muy chulo el diseño :P

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  8. Me voy a sentar a estudiar con la ilusión de que nada interrumpirá la descarga y en unas horas voy a disfrutar de esta película. Hace meses (quizá solo un par, pero pena me da confesarlo) que no veo una película, así que mi deseo está acumulado y mi satisfacción será grande. Muchas gracais!

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