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lunes, 4 de abril de 2011

Il Sorpasso - Dino Risi (1962)


TÍTULO 
Il sorpasso
AÑO 
1962 
IDIOMA  
Italiano
SUBTITULOS 
Español (Separados)
DURACIÓN 
105 min.
DIRECTOR 
Dino Risi
GUIÓN 
Dino Risi, Ettore Scola, Ruggero Maccari
MÚSICA 
Riz Ortolani
FOTOGRAFÍA 
Alfio Contini
REPARTO 
Vittorio Gassman, Jean-Louis Trintignant, Catherine Spaak, Claudio Gora, Luciana Angiolillo
PRODUCTORA 
Fair Film / Incei Film / Sancro Film
GÉNERO 
Comedia

Sinópsis
Bruno Cortona, un simpático juerguista, encuentra casualmente a Roberto, un tímido estudiante, y lo invita a pasar con él un día de vacaciones fuera de Roma. Durante el viaje, el joven se siente cada vez más atraído por la alocada forma de vida de su maduro compañero. Tras permanecer unas horas en compañía de la familia de su nuevo amigo, el viaje continúa hacia un final inesperado. (FILMAFFINITY)
 
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Sub 

Il confronto di due generazioni nel territorio neutro di una giornata di vacanza

Il giorno di Ferragosto due occasionali amici, uno studente universitario un po' timido e un quarantenne immaturo, passano assieme la giornata spostandosi con l'auto. Le ore passano veloci in un susseguirsi di episodi tragicomici, fino all'epilogo inatteso e drammatico: la morte dello studente causata dall'incoscienza dell'altro. Si tratta di un autentico cult movie, tra i pochi che può vantare il cinema italiano del dopoguerra. Un'intuizione geniale è all'origine del film, che può essere definito un road movie; il confronto di due generazioni nel territorio neutro di una giornata di vacanza. La complementarietà dei caratteri dei due protagonisti è un supporto dalle solide basi. La sceneggiatura di Scola, Risi e Maccari è in perfetto equilibrio tra la commedia all'italiana e il dramma sociale, questo appena accennato con alcune allarmanti sequenze disseminate nel film e concluso nell'impietoso finale. Il cialtronesco Gassman, finalmente libero, come lui stesso ammette, dai vincoli delle caratterizzazioni, dai ghigni classicheggianti, esprime in alcune sequenze la sua dirompente fisicità. Distrugge con l'intuizione del superficiale i luoghi comuni che lo studente Trintignant si era costruito in un'intera vita, sui suoi parenti. Libera lo charme opaco di una zia del suo amico. In ogni spostamento, dalla Roma deserta del mattino di Ferragosto e lungo le strade della Versilia fino alla Costa Azzurra, si gioca la sua dignità e persino la figura di padre. La partita a ping-pong con Gora è al riguardo esemplare. L'attonito Trintignant in quesa scuola dei dritti è infatti l'unico a soccombere, emblematicamente. Non pochi hanno lamentato il cambio di rotta mostrato all'epilogo. Un risveglio dalla partitura scoppiettante di una pellicola che sembrava dover dispensare un eclettico piacere a fior di pelle.

Come ne La grande guerra e Una vita difficile il cinema italiano aveva trovato, se non un vero e proprio stile, un equilibrio che poggiava su una precisa rappresentazione della società italiana, senza dover ricorrere ai macchiettoni che il depravato cinema d'oggi mostra con lugubre allegria. Il rimpianto di quel cinema è presente in ogni spettatore che abbia solo visto quei film pur non facendo parte di quella generazione. Ed ecco allora la Lancia Aurelia Sport diventare un oggetto mitico. Così come alcune battute di questi film vengono tramandate con puntuale approssimazione, ma con sincera partecipazione. Il sorpasso, al suo apparire quasi snobbato dalla critica, si è ritagliato col tempo uno spazio che appartiene di diritto alle grandi memorie del cinema centenario.
Pino Farinotti
http://www.mymovies.it/dizionario/recensione.asp?id=23367
 
 
En Il Sorpasso, Dino Risi narra la historia de una amistad inesperada. Al juntar a dos hombres con personalidades completamente opuestas, el director no sólo fomenta el ambiente para generar situaciones cómicas de contraste, sino que además obliga a los personajes a reflexionar sobre sus propias vidas, sobre los porqués y cómos que definen sus existencias. Y todo acompañado por un cursi claxon que conduce la película casi a modo de soundtrack. El largometraje está repleto de detalles riquísimos como éste: pequeñeces que parecen nimiedades, pero que definen un tono de comedia fantástico. Sin embargo, las situaciones y aventuras en las que estos personajes se involucran no son protagonistas de la historia: éste es un caso clarísimo de comedia de caracteres. El desarrollo de los personajes es en realidad lo que vuelve interesante a la historia, por más locas y extravagantes que sean las circunstancias­ que los rodean; el espectador poco a poco comienza a develar la verdadera identidad de ambos hombres, y a percatarse de que en realidad hay mucho más de lo que parece. A pesar de que los dos amigos sean polos opuestos (o tal vez gracias a eso), ambos van aprendiendo a vivir según lo que ven en el otro: van adoptando actitudes que admiran, y desechando lo que perciben dañino.

Por un lado tenemos a Roberto, un abogado que se rige únicamente según lo convencional, según lo que dicta la moral. A pesar de que esto podría vislumbrarse como una actitud positiva, el pobre hombre no ve más allá de su propia nariz, no conoce nada que rebase las expectativas de vida que él mismo se ha impuesto: tener un buen trabajo para poder comprar un buen coche para poder conseguir a una buena esposa. Ése es el plan de vida y  la única posibilidad para Roberto. Se ha encerrado tanto dentro de sí mismo con el objetivo de mantener el control absoluto de las cosas, que ni siquiera se ha atrevido a hablar con la mujer de la que lleva enamorado desde hace meses. Cuando Bruno entra en su vida, su mundo se sacude por completo. En un principio Roberto pretende mantener la única pose que jamás ha conocido, pero hacia el final se da chance de “soltarse el chongo”. Su aventura con Bruno se convierte en el mejor día de su vida.

En cambio, Bruno es un hombre aparentemente muy seguro de sí mismo, extrovertido, simpático, atractivo… Todos le quieren y admiran. Sin embargo, conforme lo vemos intimar con Roberto y abrirse un poco más, nos damos cuenta de cuán solo está en realidad, y de cuán patética es su vida de parrandero inminente. No hay nada de profundidad en su vida, la cual gira únicamente alrededor de placeres inmediatos y de egoísmos.

Los dos están jodidos. Igual de jodidos.

Al final de la película, el tono encantador y chistosón que se ha manejado a lo largo de todo el film, se desvanece por completo en una conclusión devastadora. Roberto muere. Pero al menos muere feliz. Muere después de haberse permitido aquello que tanto había luchado por reprimir durante toda su vida. Muere sintiéndose grande y valiente. Muere sintiéndose Bruno. Es en realidad este último el que queda condenado a vivir sabiéndose muerto en vida.
https://ilseyelcine.wordpress.com/2014/04/02/il-sorpasso-de-dino-risi/
 
 
La otra noche volvimos a ver y a disfrutar enormemente la película “Il sorpasso” (“La escapada”) de Dino Risi. Uno, durante años dedicado en aprender cosas inútiles, la recordaba de otra manera. Algo sin duda debido a la visión rápida e inatenta que se suele dedicar a las cosas cuando se tiene poco más de veinte años. Entiéndanme, no estoy diciendo que haya conseguido eliminar ese barniz de superficialidad que para siempre irá conmigo. Más bien que la vida y sus avatares han conseguido dejar algunos poros abiertos en esa madera ya gastada por donde permitir entrar, en pocos pero lúcidos momentos, una verdad resplandeciente aunque fugaz.
 
Para mi señora e hijo, según pude comprobar, resultó ser todo un descubrimiento. Habituado a que me den cien vueltas en casi todo (especialmente ella, lo de él es mera cuestión de tiempo) me sentí dichoso y halagado, algo así como el anfitrión que ofrece digna mesa y mantel, compañía sincera y conversación amena. Y claro, tras digerirla un tiempo, hablamos de ella en los días sucesivos.
 
La trama es, más o menos,  la siguiente; Bruno (Vittorio Gassman), vividor, vitalista, sinvergüenza y embaucador, detiene su Lancia Aurelia Sport en pleno ferragosto romano, a las puertas de la casa de Roberto (Jean Louis Trintignant) joven estudiante, apocado, introvertido e ingenuo, que está preparando su examen de derecho romano para septiembre. La ciudad se halla desierta en pleno puente de agosto y Bruno necesita hacer una llamada telefónica. Desde ese mismo instante en que se autoinvita a subir al apartamento de Roberto le arrastrará a una aventura de dos días de duración, en la que los papeles de ambos, si no llegan del todo a intercambiarse, si irán tomando algo del otro, convirtiéndose en un viaje casi iniciático de sorprendente desenlace.
 
Crónica agridulce de tiempos de cambio. De cambios supersónicos para ser exactos, donde los extremos de éstos forman sociedad imposible. Por un lado celebración del crecimiento económico y por otro la forzada imposición,  más que el triunfo natural, de la modernidad y las lacras que ésta conlleva; ciudades desiertas y éxodo vacacional por decreto. El ocio instaurado como un ídolo al que adorar, obligación del placer antes que disfrute. El cambio en las relaciones personales, el automóvil como símbolo de estatus y visibilidad social. Fresco de una nueva sociedad que necesita olvidar y que no piensa detenerse ni un solo instante en lamentar, ni tan siquiera recordar, un pasado duro, hostil, cuando no funesto, donde la miseria y las penurias campaban a sus anchas. Sin adivinar, en cambio, que otras igual de duras iban a aparecer para quedarse.
Asistimos un viaje -tan literal como iniciático a la vida- desde Roma hasta Castiglioncello, en la costa Toscana. Los retales de una vida, la de Bruno, en apariencia refulgente, la cual, conforme avanza el metraje, se nos muestra vida a secas, mucho menos atractiva en sus recovecos que lo que a simple vista parece, jalonada de descaro y alegría de vivir, pero también tamizada por una realidad de la que pretende escapar y que siempre estará ahí. Que nos ayuda a ubicarnos, relativizando lo que creemos seducción y acaba por ser embaucamiento.
 
También los recuerdos de Roberto sobre su infancia y adolescencia en la villa de sus tíos se revelan idealizados; El criado amanerado, su primo especulador, el affaire de su tía con el administrador. Y sobre todo, ese plano maravilloso de la tía soltera viendo desde la ventana como se marchan, volviendo a recogerse el cabello en un discreto moño, sirviendo ese acto rutinario y natural como la realidad. Sabiéndola sólo una y lo otro efímeros sueños. Todo ello evitando despellejar a los personajes pero sin revestirlos de falsedad y ornamento.  La supuesta amada (una nunca vista Valeria) con la que solo se ha cruzado un par de veces sin atreverse siquiera a dirigirle la palabra, por tanto desconocedora de sus anhelos y sentimientos, en principio mcguffin y finalmente motor y desencadenante.  
 
La realidad de Bruno, ese trasunto de adalid de la nueva era, del ciudadano moderno, se nos aparece paulatina e inevitablemente cargada con todas las obligaciones y dobleces que la vida conlleva. Lo que en un principio nos seduce en él -la falta de responsabilidad, el afrontar el hoy sin preocuparse del mañana- y nos parece un actitud formidable por aparentemente tomar la vida como viene sin mirar nunca atrás, comiéndosela a bocados, poco a poco se va ensuciando, apareciendo la terca realidad y mostrándonos sus dobleces; El servilismo ante el poderoso, el chantaje sentimental, el egoísmo como principio, la extraña relación con su hija (una jovencísima Catherine Spaak).
 
 Lo que formalmente puede parecer un canto a la irreflexión, una apología al hedonismo, en realidad es una tragicomedia vital antes que social -si se quiere levemente puritana, pero con un aire libre y conmiserativo- no especialmente crítica con los personajes (más bien al contrario, los trata con cariño y no se detiene a juzgarlos, tan solo nos los muestra) y si en cambio con las actitudes y el devenir de los tiempos. Algunos le achacan también conservadurismo en lo que para mi es simplemente realismo. Decía A. -y creo que tiene razón- que el personaje de la mujer de Bruno es el único que muestra cierta madurez y asunción de la realidad. El único que hace tiempo que dejó de luchar contra los molinos de viento y que aceptó lo que había. Que llevó adelante lo que consideraba que había que hacer. Y que lejos de los estereotipos de la mujer de la época se muestra independiente, coherente, realista.
 
Fue la primera película italiana que incluyó en su banda sonora las canciones pop italianas del momento (Eduardo Vianello, Peppino di Capri, Emilio Pericoli, Miranda Martino, Domenico Modugno). Impagable, por cierto, el sistema de sonido en el Lancia Aurelia sport descapotable de Gassman; un comediscos integrado en el salpicadero. Desconozco si fue algo hecho ex-profeso o ya venía de serie en tan espectacular modelo. En cualquier caso un hallazgo extraordinario.
https://estudiodelsonidoesnob.wordpress.com/2010/10/04/sesion-de-tarde-il-sorpasso-dino-risi-1962/

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