TÍTULO ORIGINAL Ninfa plebea
AÑO 1996
IDIOMA Italiano
SUBTITULOS Español e inglés (Separados)
DURACIÓN 110 min.
DIRECTOR Lina Wertmüller
GUIÓN Ugo Pirro, Lina Wertmüller (Novela: Domenico Rea)
MÚSICA Ennio Morricone
FOTOGRAFÍA Ennio Guarnieri
REPARTO Stefania Sandrelli, Raoul Bova, Lucia Cara, Pepe Da Rosa, Rino Marcelli, Ennio Coltorti, Isa Danieli, Lorenzo Crespi, Luisa Amatucci, Giuditta Del Vecchio, Massimo Bellinzoni, Simona Patitucci, Lola Pagnani
PRODUCTORA Eurolux Produzione S.r.l. / Italian International Film
PREMIOS
1995: Premios David di Donatello: Nominada Mejor actriz secundaria (Sandrelli) y escenografía
GÉNERO Comedia. Drama | Años 40
SINOPSIS En un pueblo pobre del Sur, durante la Segunda Guerra Mundial, la joven Miluzza vive instintivamente su educación sentimental, sin distinguir el bien del mal. Un día un joven soldado de 19 años y de mentalidad madura que lucha por mantener su virtud, de regreso a casa llega a ese antiguo y remoto pueblo napolitano. Allí conoce a Miluzza, la encantadora hija adolescente de la gloriosa Nunziata, una ninfómana sorprendentemente bien tolerada por su marido. El soldado se convierte en el prímcipe azul de Miluzza y se casa con ella restituyéndole casi milagrosamente su pureza. (FILMAFFINITY)
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Subtítulos (Español)
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Subtítulos (Inglès)
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La italiana Lina Wertmüller presenta un nuevo ejercicio de su cine, fiel a su estilo, retratando las facetas de su tierra natal, ese retrato puede ser unas veces bastante bizarro y sórdido, y otras veces más inocuo, no tan underground, pero eso si, por lo general tratando temas tabú, ya sea en menor o mayor grado. En esta oportunidad representa la italiana el tema, en el contexto de los años de la Segunda Guerra Mundial, de la ninfomanía, así como el despertar sexual femenino, visto lo inicial en una madre, que somete por sus aficiones carnales a la humillación y cotilleos comunales a su esposo, y a su menor hija, que verá su aprendizaje sexual supeditado por ese estigma a que la condena toda su comunidad. La directora Wertmüller, que para bien o para mal, siempre tendrá la etiqueta de haber sido la primera mujer nominada a la categoría de los por entonces decentes Premios de la Academia, suele presentar unos trabajos marcadamente más decentes que otros, ha trabajado con notables y prestigiosos actores que se pusieron a su disposición, muchas veces paisanos suyos, y esta película, sin ser una maravilla, termina por ser un digerible drama sobre la sexualidad femenina explorada en diversas facetas, siendo la de la menor la que finalmente centra la atención, víctima de las consecuencias del comportamiento libidinoso en extremo de su madre, pero cuya suerte cambiará cuando aparezca una suerte de príncipe azul que ponga fin a sus penurias.
La escena inicial es la de una mujer, una ninfómana se arrepiente llorando en una iglesia por su pecado. A continuación, una misa se está realizando, y en plena liturgia unos lujuriosos sujetos se están manoseando, y Nunziata (Stefania Sandrelli), se lleva no tan discretamente a un joven a un apartado bosque, que es una suerte de concurrida locación para materializar los deseos carnales comunales. Su hija Miluzza (Lucia Cara), es ya una jovencita, púber de bella voz, a quien su madre se encarga de, digamos educar, mientras la su hija es cortejada por un soldado. Su padre, un esforzado sastre, conocedor de las aficiones de su mujer, aguanta y perdona las repetidas infidelidades de su mujer. Un día, en medio de una festividad, y los fuegos artificiales de la misma, su madre tiene una vez más su irrefrenable deseo encendido, y copula con un individuo, pero Miluzza los atrapa en pleno acto, y, sin quedar del todo claro, Nunziata tiene un repentino ataque, y muere en pleno acto sexual. El tiempo pasa, y su desdichado padre no puede ser el mismo tras lo sucedido, ya no trabaja, y ya no come. Un adinerado sujeto de la comunidad, Don Peppe (Pepe Da Rosa), se acerca a una Miluzza que ya va floreciendo, la lleva a sofisticados lugares que la humilde chiquilla nunca conoció, pero, obviamente, desea algo a cambio, y la violenta, y una al inicio reacia Miluzza, finalmente termina por aceptar el ultraje. Al poco tiempo su padre fenece.
Su aventurilla con Don Peppe es sabida, naturalmente, por todo el pueblo, que la ve como a una cualquiera, y es en estas circunstancias que se produce un bombardeo, ataques aéreos pues la guerra está comenzando, y para colmo de males, su anciano abuelo también expira poco después. Pero entonces llega un soldado herido de Sicilia, Pietro (Raoul Bova), al que ella auxilia primero con sus heridas, y después travistiéndolo para que se escabulla sin ser notado. Los jóvenes se van agarrando cariño, y van intensificando su relación en un solitario bosque aledaño. Pietro se termina de curar de sus heridas, los jóvenes se acercan más y más, él la lleva a su casa, a conocer a su familia, y ella está feliz de haberse ido el pueblo. Los jóvenes pretenden casarse, a Pietro no le interesa saber el pasado de ella, pero la familia de él, sobre todo la madre, tiene entre ceja y ceja a Miluzza. Se casan pese a esas dificultades, pero eso no ceja el afán de la madre y sus allegadas de querer constatar la virginidad de Miluzza, e incluso solo la intervención de Pietro las detuvo de cerciorarse con sus propias manos. Ante tal situación, Pietro intenta trucar y fabricar una muestra de la virginidad de Miluzza, con la sangre de un pollo, pero no es necesario, pues tras la primera noche de los recién casados, él agita la sábana manchada de sangre por su balcón, símbolo de una virginidad de Miluzza ciertamente enigmática.
Así es como la Wertmüller nos muestra su enésima representación de su tierra, su natal Italia, en una zona sureña donde las alusiones religiosas son muchas, evidentes y palpables, específicamente el cristianismo, lo que se detecta en la escena inicial, con una mujer llorando desesperadamente en una iglesia por sus pecados lujuriosos, mientras se exalta a Dios, llegando hasta al beato extremo de que, cuando se practique sexo, se debe hacer solo por el fin de la procreación, y pensando todo el tiempo en Dios. Con semejante presentación, observaremos un escenario en el que la sexualidad lo impregna todo, no llegando a salvarse ni siquiera las autoridades religiosas, presentando en ese aspecto, un cuadro interesante la directora. Esa suerte de afición por la sexualidad, desborda a los personajes mismos, menores faldas levantadas, chiquillas más inclinadas de lo debido, calzones al aire, es una pueblerina obsesión con el sexo, libido desenfrenado, las mujeres que parlan al respecto sin parar, y alguna que otra afición que pueda encontrarse excesiva, siempre por parte de las mujeres, maduras muchas veces. El producto más representativo de esa sociedad es Nunziata, una ninfómana a la que toda la comunidad, en la máxima hipocresía, condena y desprecia, simplemente por poner en práctica, con desfachatez y sin miramientos, su irrefrenable libídine, todo lo que ellos desean hacer, pero no se atreven. Trágico final tiene la ninfómana, y su hija tiene que cargar y vivir con el estigma por su progenitora creado, pesado lastre que complicará la crucial etapa de su despertar sexual, la cual sigue instintivamente, pero que, finalmente encontrará sosiego y estabilidad al hallar el verdadero amor, configurando un final feliz. La Wertmüller nuevamente explora un tema tabú en su Italia, nuevamente nos muestra facetas de su gente, y lo hace con agradables escenografías y uno que otro notable plano del páramo, mientras retrata la intensidad del pueblo obseso con el sexo, al punto de esperar expectantemente la prueba de la virginidad, la sábana manchada de sangre de la recién casada. No es lo mejor de la realizadora italiana, pero es un decente ejercicio de cine de su país.
Edgar Javier Mauricio Cerdán
http://cinestonia.blogspot.com.ar/2012/02/ninfa-plebeya-1996-lina-wertmuller.html
La escena inicial es la de una mujer, una ninfómana se arrepiente llorando en una iglesia por su pecado. A continuación, una misa se está realizando, y en plena liturgia unos lujuriosos sujetos se están manoseando, y Nunziata (Stefania Sandrelli), se lleva no tan discretamente a un joven a un apartado bosque, que es una suerte de concurrida locación para materializar los deseos carnales comunales. Su hija Miluzza (Lucia Cara), es ya una jovencita, púber de bella voz, a quien su madre se encarga de, digamos educar, mientras la su hija es cortejada por un soldado. Su padre, un esforzado sastre, conocedor de las aficiones de su mujer, aguanta y perdona las repetidas infidelidades de su mujer. Un día, en medio de una festividad, y los fuegos artificiales de la misma, su madre tiene una vez más su irrefrenable deseo encendido, y copula con un individuo, pero Miluzza los atrapa en pleno acto, y, sin quedar del todo claro, Nunziata tiene un repentino ataque, y muere en pleno acto sexual. El tiempo pasa, y su desdichado padre no puede ser el mismo tras lo sucedido, ya no trabaja, y ya no come. Un adinerado sujeto de la comunidad, Don Peppe (Pepe Da Rosa), se acerca a una Miluzza que ya va floreciendo, la lleva a sofisticados lugares que la humilde chiquilla nunca conoció, pero, obviamente, desea algo a cambio, y la violenta, y una al inicio reacia Miluzza, finalmente termina por aceptar el ultraje. Al poco tiempo su padre fenece.
Su aventurilla con Don Peppe es sabida, naturalmente, por todo el pueblo, que la ve como a una cualquiera, y es en estas circunstancias que se produce un bombardeo, ataques aéreos pues la guerra está comenzando, y para colmo de males, su anciano abuelo también expira poco después. Pero entonces llega un soldado herido de Sicilia, Pietro (Raoul Bova), al que ella auxilia primero con sus heridas, y después travistiéndolo para que se escabulla sin ser notado. Los jóvenes se van agarrando cariño, y van intensificando su relación en un solitario bosque aledaño. Pietro se termina de curar de sus heridas, los jóvenes se acercan más y más, él la lleva a su casa, a conocer a su familia, y ella está feliz de haberse ido el pueblo. Los jóvenes pretenden casarse, a Pietro no le interesa saber el pasado de ella, pero la familia de él, sobre todo la madre, tiene entre ceja y ceja a Miluzza. Se casan pese a esas dificultades, pero eso no ceja el afán de la madre y sus allegadas de querer constatar la virginidad de Miluzza, e incluso solo la intervención de Pietro las detuvo de cerciorarse con sus propias manos. Ante tal situación, Pietro intenta trucar y fabricar una muestra de la virginidad de Miluzza, con la sangre de un pollo, pero no es necesario, pues tras la primera noche de los recién casados, él agita la sábana manchada de sangre por su balcón, símbolo de una virginidad de Miluzza ciertamente enigmática.
Así es como la Wertmüller nos muestra su enésima representación de su tierra, su natal Italia, en una zona sureña donde las alusiones religiosas son muchas, evidentes y palpables, específicamente el cristianismo, lo que se detecta en la escena inicial, con una mujer llorando desesperadamente en una iglesia por sus pecados lujuriosos, mientras se exalta a Dios, llegando hasta al beato extremo de que, cuando se practique sexo, se debe hacer solo por el fin de la procreación, y pensando todo el tiempo en Dios. Con semejante presentación, observaremos un escenario en el que la sexualidad lo impregna todo, no llegando a salvarse ni siquiera las autoridades religiosas, presentando en ese aspecto, un cuadro interesante la directora. Esa suerte de afición por la sexualidad, desborda a los personajes mismos, menores faldas levantadas, chiquillas más inclinadas de lo debido, calzones al aire, es una pueblerina obsesión con el sexo, libido desenfrenado, las mujeres que parlan al respecto sin parar, y alguna que otra afición que pueda encontrarse excesiva, siempre por parte de las mujeres, maduras muchas veces. El producto más representativo de esa sociedad es Nunziata, una ninfómana a la que toda la comunidad, en la máxima hipocresía, condena y desprecia, simplemente por poner en práctica, con desfachatez y sin miramientos, su irrefrenable libídine, todo lo que ellos desean hacer, pero no se atreven. Trágico final tiene la ninfómana, y su hija tiene que cargar y vivir con el estigma por su progenitora creado, pesado lastre que complicará la crucial etapa de su despertar sexual, la cual sigue instintivamente, pero que, finalmente encontrará sosiego y estabilidad al hallar el verdadero amor, configurando un final feliz. La Wertmüller nuevamente explora un tema tabú en su Italia, nuevamente nos muestra facetas de su gente, y lo hace con agradables escenografías y uno que otro notable plano del páramo, mientras retrata la intensidad del pueblo obseso con el sexo, al punto de esperar expectantemente la prueba de la virginidad, la sábana manchada de sangre de la recién casada. No es lo mejor de la realizadora italiana, pero es un decente ejercicio de cine de su país.
Edgar Javier Mauricio Cerdán
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Trama
Nel 1943, durante la seconda guerra mondiale, a Nofi, un paesello del Salernitano situato in zona collinosa, conduce una vita tranquilla Miluzza, una adolescente (15 anni) semplice e spontanea ma curiosa di tutto e vitalissima. La madre Nunziata è donna sensualissima e piacente (il marito, Gioacchino, è al corrente di essere tradito ma, timido, fa solo proteste e allusioni per l'andirivieni in casa specie di soldati). Nella famiglia c'è anche il vecchio nonno, che ama molto la nipotina. La ragazza scherza con le amiche (una delle quali dai comportamenti molto ambigui), con un giovane soldato e spesso va a fare certe medicazioni al vecchio parroco, ma in sostanza nulla di grave accade, in quel paese piuttosto severo, che tuttavia abbonda di piaceri occulti e di complicità varie. La tenera Miluzza finisce presto additata da tutti quando, assunta in una fabbrica, subisce le angherie di un principale eternamente in foia. Per Miluzza è il crollo del suo mondo ancora infantile. In seguito la madre Nunziata muore dissanguata dopo un incontro troppo focoso con un soldato; il padre Gioacchino muore per il dolore della perdita della moglie; il nonno muore tra le macerie del paese distrutto da un bombardamento. Trasferitasi a casa di un'amica, Miluzza incontra Pietro, un disertore ferito i cui parenti vivono in una frazione non troppo lontana in una bella villa-casale. Loro sono gente agiata e Pietro, pure sporco e lacero com'è, appare alla povera Miluzza, affascinata dalla di lui bellezza, come il principe delle favole. Tanto lei è passionale e timida, quanto lui è discreto e affettuoso. Lei lo accompagna fino alla villa: la madre (Gesummina) diffida e non poco di quella ragazza, ma Pietro si dichiara subito innamorato. Mentre la guerra si sta allontanando verso il Nord, Miluzza ricambia il giovane con sentimenti sinceri e lui vuole sposarla. La severa madre vorrebbe sottoporre Miluzza alle esperte mani di una mammana locale per verificare la sua verginità ma Miluzza strilla e si oppone. Tutto finisce con le nozze: finalmente Miluzza ha trovato la felicità, dopo umiliazioni e violenze.
Critica
"Ninfa plebea" è un film imbarazzante nella sua continua altalena tra realismo e fiaba, squarci lirici e momenti di epica contadina, melodramma a freddo e ricostruzione antropologica, di un Sud così remoto e diverso, ma in qualche misura ancora attuale, tra inferno e paradiso. La Wertmuller insegue i miti della purezza e le sue contraddizioni già vagheggiati da Rea (pura naturalità, puro istinto, puro candore e così via) senza raggiungerli mai. Non ci si crede, ai suoi personaggi e alle loro peripezie, pur apprezzando la scelta delle facce e dei corpi, compresi quelli dell'esordiente Lucia Cara, ninfa plebea dalla bocca ridarella e dagli occhi profondi. (Il Giorno, Morando Morandini, 13/4/96)
Nei "tableaux vivants" della Wertmuller non si respira l'odore dei corpi, la commistione fra pratiche pagane e ritualità cattoliche, quel passare da bestialità a dolcezze che sono propri di Rea. Vi manca anche quel senso di "movimento" che, pur fra i clamori dovuti a un temperamento eccessivo, si rinviene in altri film della regista. In questo scenario falso e morto la stessa sessualità - l'unica zattera a cui si attaccano i diseredati, i dannati della terra di Rea - acquista una coloritura sfatta come se fossimo davanti a cadaveri dalla faccia vistosamente tinta di belletto. E di cadaveri è tutta una sfilata nei capitoli iniziali e centrali di Ninfa plebea: dalla madre che se la fa con un militare fino a uscirne dissanguata (ma perché Stefania Sandrelli che pure ha numerose frecce nel proprio arco si ostina a ripetere il ruolo della mai sazia di amplessi?) al di lei marito e, nel corso di un bombardamento risolto con una simulazione da sagra paesana, al nonno.
(Avvenire, Francesco Bolzoni, 21/4/96)
http://www.comingsoon.it/Film/Scheda/Trama/?key=31798&film=NINFA-PLEBEA
(Avvenire, Francesco Bolzoni, 21/4/96)
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