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miércoles, 13 de julio de 2011

Celluloide - Carlo Lizzani (1996)


TÍTULO 
Celluloide
AÑO 
1996 
SUBTITULOS 
Si (Incorporados)
DURACIÓN 
121 min.
DIRECTOR 
Carlo Lizzani
GUIÓN 
Ugo Pirro, Furio Scarpelli, Carlo Lizzano
MÚSICA 
Manuel De Sica
FOTOGRAFÍA 
Giorgio di Battista
REPARTO 
Giancarlo Giannini, Anna Falchi, Massimo Ghini, Lina Sastri, Christopher Walken, Antonello Fassari, Massimo Dapporto
PRODUCTORA 
Civite S.A.
GÉNERO 
Drama | Cine dentro del cine. Años 40

Sinópsis
Ganadora de tres David di Donatello, narra el sufrido rodaje de "Roma, città aperta", la obra maestra de Roberto Rossellini filmada en 1946. (FILMAFFINITY) 
 
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Nella Roma del 1944, appena liberata dagli Alleati, il produttore Peppino Amato commissiona a Sergio Amidei la sceneggiatura di una commedia, Borsa nera. Ma il regista Roberto Rossellini, amico di Sergio, in possesso di idee di maggiore spessore, intuisce da subito il significato di testimonianza di un film di più drammatico respiro, e trova tramite amici una contessa disposta a concedere il primo finanziamento. Poi si vuole includere la figura di un eroico sacerdote, e i due pensano al comico Aldo Fabrizi e all’attrice di varietà Anna Magnani. Dileguatasi la contessa, Amidei e Rossellini tornano da Amato che preferirebbe l’attrice Clara Calamai ad Anna Magnani, che però lo convince con un provino. Per girare il film sono costretti ad “allacciarsi” alla corrente elettrica di un dancing degli Alleati. Un incidente sul set, disertato da Rossellini che corre in soccorso di Anna, alle prese con la malattia del figlio, causa una lite tra Amidei (che decide di girare comunque) e l’attrice e sua amante Maria Michi. Amato, infuriato per lo stravolgimento del copione in senso drammatico e perché non si vuol togliere la fucilazione del prete, abbandona la produzione del film. Perfino la pellicola scarseggia e si deve acquistarla in Vaticano. Si procede a sbalzi, fino a quando un ufficiale americano non scopre il furto di corrente, ma per fortuna è figlio di un distributore cinematografico in America e li autorizza a proseguire, promettendo che farà interessare il padre a cose fatte. La Magnani litiga con il compagno Massimo sul set, e la sua corsa dietro l’automobile dell’uomo suggerisce a Rossellini la mirabile sequenza nel film della morte della protagonista. All’anteprima del film il pubblico rimane indifferente mentre il film sconcerta la critica. Ma le scritte finali ricordano il successo mondiale di Roma città aperta.
http://www.pesarofilmfest.it/archivio/film-e-programmi/46o-pesarofilmfest/24o-evento-speciale-carlo-lizzani/celluloide.html
 

Una fiel recreación de cómo Roberto Rossellini hizo Roma, ciudad abierta, la película que inauguró el movimiento neorealista del cine italiano. Roma, ciudad abierta se origina cuando Rossellini y el guionista Sergio Amidei (el maravilloso Giancarlo Giannini) deciden hacer un film sobre Roma bajo la ocupación alemana. La búsqueda de actores es uno de los elementos más deliciosos de la obra. Aldo Fabrizi, quien interpreta al cura humanista, es un famoso cómico de vaudeville; Anna Magnani es una conocida actriz y cantante de cabaret; la amante de Amidei es reclutada para interpretar a la traidora Marina; otros papeles son interpretados por amateurs cuyos aspectos físicos Rossellini encuentra apropiados. Al joven Federico Fellini le toca la dura empresa de convencer a los actores que trabajen prácticamente por nada. El productor les abandona a mitad de la filmación, al ver los avances.
El veterano realizador Carlo Lizzani recrea de manera maravillosa la atmósfera de fervor artístico que rodeó la preparación, el rodaje y la distribución del indispensable clásico italiano. Las diferencias entre las visiones del guionista y del director son el eje filosófico de la cinta. Amidei favorece una visión más particular e íntima mientras que Rossellini se inclina hacia una visión más doméstica y universal. Las peripecias de ambos creadores ilumina la integridad artística de estos cineastas.
Una recreación de época cuidada y realista, con un excelente grupo de actores que se asemejan físicamente a sus contrapartes reales. El guión transmite lo exitante y asombroso del proceso creativo cinematográfico. Un hermoso tributo al gran film de Rossellini.
http://arteycultura.sagrado.edu/PRIFF/CELLULOIDE.HTM
 
 
Celuloide es uno de los pocos oasis que ofrece el árido cine italiano de los últimos (¿cinco, diez, veinte...?) años. Y es bastante original. Contra los falsos prejuicios que despierta su nombre, emparentado con Cinema Paradiso, Splendor y otras evocaciones más o menos sensibleras del "Séptimo Arte", el film de Carlo Lizzani se aparta de los clisés para concentrarse en un hito muy específico de la historia cinematográfica: la gestación de Roma ciudad abierta, la película más famosa de Roberto Rossellini. Cabe recordar que ésta data de 1946 y se trata del primer largometraje de ficción que registra la actividad de los nazis en la capital italiana durante la Segunda Guerra Mundial.
Aquí están, pues, el mismísimo don Roberto, su inseparable guionista Sergio Amidei (un comunista amargo y de pocas pulgas), sus respectivas parejas (o ex), un par de productores y los principales integrantes del elenco: la mítica y temperamental Anna Magnani (la que caía ametrallada mientras corría tras el camión, ¿recuerdan?) y Aldo Fabrizi (el curita resistente). Lo primero que hay que decir es que Celuloide triunfa allí donde este tipo de recreaciones siempre fracasa: a todas las celebridades las baja efectivamente del pedestal. Al principio le cuesta, es cierto, pero con el correr del metraje impone la sensación de que Rossellini, Magnani y Cía. son esos tipos que se pasean por la pantalla. No es una cuestión de rigor documental (que lo tiene hasta cierto punto) como de calidad dramática.
Por supuesto que las actuaciones tienen mucho que ver. Giancarlo Giannini, como el guionista Amidei, vuelve a obtener un rol a su altura después de muchísimo tiempo. Lina Sastri no sólo evoca de maravillas a la Magnani sino que resulta más sensual, y natural, sin sacrificar una pizca de carácter. El gordo que hace de Fabrizi está insuperable, no sólo para el drama  (que es el único talento que le exprimió Roma...) sino para la comedia, ya que esa era la actividad más habitual de Aldo.
Pero también tiene que ver el enfoque. Celuloide exhibe pocas imágenes del film original, y nunca las utiliza para inflarse sentimentalmente. Es mucho menos "emotiva" (¡y las comillas valen!) que Cinema Paradiso, pero mil veces más sensible y franca. Lo de Celuloide no es refritar viejos esplendores sino explorar las circunstancias reales, y ocultas, que les tocó vivir a las criaturas de marras. Lo suyo es rearmar los entretelones de un rodaje. No tanto en el plano técnico (nada que ver con Noche americana, en la que Truffaut rendía homenaje a los oficios del cine) como de producción. En este sentido, su materia prima son las cuestiones políticas.
Celuloide expone muchas de las innumerables trabas que los prejuicios de producción, distribución y exhibición suelen interponer a quienes realmente producen –es decir, crean– una película. En este caso, a su director y a su guionista. Ejemplo: Roma ciudad abierta no es lo que quiso Giuseppe Amato, el productor que le retiró los víveres cuando se cansó de insistirle a Rosellini para que la convirtiera en una comedia... pero tampoco estuvo tan lejos de serlo. Por lo menos a juzgar por el Rosseillini vacilante que vemos aquí. Lo que importa es que un film tan lustroso y célebre como Roma ciudad abierta no haya estado al margen, ni mucho menos, de todas esas miserias o, dicho de un modo más actual, "imperativos de marketing". Esta evidencia opera como una novedad, como una revelación, deslumbra casi. Y es curioso, porque por otro lado resulta perfectamente lógico: para el '46 el capitalismo ya estaba bastante maduro, sino descompuesto, y hacía muchos años que había sentado reales en el –¡por tanto!– "negocio cinematográfico". Pero no hay vuelta que darle: parte de ese mismo negocio es sembrar la idea de que producciones como Roma ciudad abierta son obras puras, intocadas... ¡e intocables!
En este contexto, el guionista tiende a desplazar al realizador del centro del relato. Es que Amidei aparece como la parte intransigente del equipo, mientras que Rossellini siempre se muestra dispuesto a transar (a veces, incluso, con llamativa y algo bruta indiferencia). ¿Habrá sido así, o el rol que le cupo a Roberto en Roma... está algo desdibujado aquí? Un poco de cada cosa, arriesgo. En todo caso, este aspecto de Celuloide invita a la lectura de una de sus fuentes: la voluminosa novela homónima en la que Ugo Pirro consigna los detalles de lo acontecido en torno de la filmación. ¿Estará disponible en Internet?
Guillermo Ravaschino    
http://www.cineismo.com/criticas/celuloide.htm
 
 
Nel 1983, Ugo Pirro, sceneggiatore due volte candidato all’Oscar e per di più nello stesso anno (nel ’72 per Il giardino dei Finzi Contini e Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto), mentre si concedeva sempre meno ad un mezzo cinematografico non più appagante, diede alle stampe un memoir sulla lavorazione di Roma città aperta. Il libro, che letto oggi resta ancora appassionante e gustoso, contaminava la cronaca storica, raccontando i mesi in cui i nazisti occuparono la Capitale e la successiva liberazione, con le avventure della gente di cinema, un po’ cialtrona e un po’ genialoide.
In particolare, si focalizza su due personaggi: Roberto Rossellini, regista di regime fino all’anno prima, seduttore nato senza un quattrino; e Sergio Amidei, sceneggiatore con pessimo carattere e grande talento. Partendo da quest’amicizia virile, ora armoniosa ora brusca ma sempre sincera e schietta, Pirro ha scritto la storia mettendo insieme ricordi personali, conversazioni intrattenute coi protagonisti, veri pettegolezzi e reali leggende che da decenni giravano nell’ambiente.
A lui va il merito di aver eternato e romanzato un mondo forse incosciente di essere dentro la storia in fieri e colto in un momento di straordinaria fertilità creativa ed estetica. Come nella fondamentale Avventurosa storia del cinema italiano di Franca Faldini e Goffredo Fofi, Celluloide, che è a suo modo uno spin off di quella immensa tessitura memorialistica, raccoglie episodi singoli che in una visione collettiva diventano elementi di un discorso di magmatica complessità.

Carlo Lizzani è, in questo senso, il regista perfetto per l’operazione, perché la sua opera non dimentica mai la prospettiva storica di ciò che racconta. Non soltanto per i temi che affronta (la lotta partigiana di Achtung! Banditi e Il gobbo, la fine del fascismo de Il processo di Verona e Mussolini ultimo atto, i molti instant movie…) ma proprio per la ricchezza intellettuale della sua riflessione sulla storia come chiave per scandagliare il carattere dell’italiano di fronte al conflitto.
In sede di sceneggiatura, Pirro e Lizzani si fanno affiancare da Furio Scarpelli, uno dei padri della commedia all’italiana, a cui va sicuramente accreditato l’innesto ironico che vena lo sguardo di questa piccola epica di sconfitti (in quanto nazione) che trovano il riscatto attraverso un progetto folle ma infine vincente. La scena in cui appare Christopher Walken come militare americano cinefilo, pur attendibile, sembra voler lasciar intendere il senso di una predestinazione, l’intervento esterno che dà una mano agli audaci.

E d’ironia è velata la memorabile interpretazione di Giancarlo Giannini, un Amidei brusco e fragile, vero perno di una narrazione che l’omaggia esplicitamente come demiurgo del film e di tutto ciò che ne consegue, dall’etica all’estetica del movimento che battezza. L’istrionico attore, qui saggiamente controllato, fa un po’ ombra a Massimo Ghini, che pur rinunciando al mimetismo sa trasmettere bene la capacità affabulatrice, il positività romanesca, il fascino ruffiano (e non risparmia Milva, nobildonna stregata per finanziare il film).
Celluloide è certamente un film d’attori, che però adottano approcci diversi: se Massimo Dapporto sceglie di tratteggiare il mitologico produttore Peppino Amato con spirito caricaturale, come in una delle mille battute di cui era incosciente protagonista per la voglia di grandeur e l’abissale ignoranza, Antonello Fassari, forse intimorito dal dover interpretare Aldo Fabrizi, agisce di sottrazione pur con bonario ed affettato macchiettismo.
Perfino Anna Falchi grazie a Lizzani recita dignitosamente, benché il torbido fascino di Maria Michi non sia alla portata del simpatico sex symbol degli anni novanta. Meglio, naturalmente, Lina Sastri che si misura nella titanica impresa di rappresentare Anna Magnani senza esagerare nel trasformismo e cercando nella fiera fragilità della diva il modo di farla rivivere con affettuosa sensibilità.

Con la consueta saggezza, Lizzani decide di non rifare la celebre scena della morte della sora Pina, anche per non mettere la Sastri nell’imbarazzo dell’impossibile. Ma è pure una scelta dettata dai limiti di un budget irrisorio, che tuttavia permette al regista di ottimizzare con le risorse a disposizione. Così Celluloide diventa uno stranissimo, simpatico, onesto, ingegnoso film sospeso tra ricostruzione filologica e studio documentaristico, lavorando molto in interni (Roma è fin troppo cambiata in cinquant’anni) e valorizzando il non-luogo di Cinecittà.
Perciò inizia con gli attori in sala trucco che quasi recitano se stessi, pronti per una messinscena che svela subito il mistero della recitazione, finendo per manifestare da una parte il debito morale con l’umanesimo didattico dell’ultimo Rossellini, in cui gli attori sono corpi al servizio di un progetto, e dall’altra la strenua volontà di realizzare a tutti i costi un film del genere, politico e affettuoso, doveroso ed appassionato.
https://lorciofani.com/2017/03/15/le-storie-di-ieri-1-celluloide-di-carlo-lizzani/

12 comentarios:

  1. Hola, Eduardo. He dado con tu blog casualmente, porque aunque no participo ya en ciertos foros, he visto tu post. Deduzco que eres EduardoR., espero no equivocarme.

    Te diré que seguí tus publicaciones con interés en otra página, y que me descubriste una maravilla como 'Belyy bim', de Rostotsky. Te felicito por tu buen gusto. Y le echaré un vistazo a este blog tuyo, que promete. No ahora (voy a ausentarme temporalmente, hasta agosto, por lo menos), pero sí al regresar.

    Y ya que estamos, me he descargado este filme de Lizzani, que veré en unas horas, y que no conocía. De Lizzani vi en su momneto 'Banditi a Milano', que encontrarás fácilmente en Cinema of the world, aunque con subtítulos en inglés. Además, busco 'L'amante di Gramigna', sobre un amor trágico entre un bandido y la hija de un terraniente, o algo así (los protagonistas son Volonté y Sandrelli).

    Para mí, el cine italiano disputaría el podio por las medallas con Japón, la URSS y los americanos, gracias al noir sobre todo.

    Saludos

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  2. Hola Eduardo
    Buscando alguna manera de obtener la película Celluloide he dado con esta página pero los enlaces no funcionan. Necesito ver la película para rendir una materia de la facultad y la he estado rastreando por muchos lugares sin éxito.
    Quería consultarte si podrías subirla de nuevo.
    Desde ya muchas gracias!!

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    1. En unos días estará.
      (Me gustaría saber quién es el Anónimo que tiene que dar una materia en la facultad).

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    2. Disculpa Eduardo soy Brunela Boriosi de Mendoza. No soy muy buena con estas cosas por eso escribí como Anónimo.
      Muchas gracias!!

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    3. Brunela
      Cambiados todos los enlaces.
      Suerte con la materia.
      Besos

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  3. Muchas Gracias Eduardo!!!!

    Brunela

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  4. Hola ya no sirven los enlaces de descarga

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  5. Hola trabajo en un ensayo de metacine y me recomendaron esta película pero no logro encontrarla y los enlaces de descarga no sirven

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  6. Hola, gracias por este blog estupendo! Los enlaces de esta película están caídos, ¿sería posible resubirla? ¡Gracias de nuevo!

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