TÍTULO ORIGINAL Zabriskie Point
AÑO 1970
IDIOMA Italiano
SUBTITULOS Español (Separados)
DURACIÓN 110 min.
DIRECTOR Michelangelo Antonioni
GUIÓN Michelangelo Antonioni, Tonino Guerra, Clare Peploe, Fred Gardner, Sam Shepard
MÚSICA Pink Floyd
FOTOGRAFÍA Alfio Contini
REPARTO Mark Frechette, Daria Halprin, Rod Taylor, Paul Fix, GD Spradlin, Kathleen Cleaver
PRODUCTORA MGM
GÉNERO Drama | Road Movie
SINOPSIS Tras un enfrentamiento en un campus universitario entre estudiantes y policías, un joven de familia acomodada, Mark, cree haber matado a un agente y huye, en compañía de otro joven y tras robar una avioneta, al desierto de Arizona. Allí se encuentra de un modo fortuito con Daria, una muchacha que trabaja para un abogado, director de un importante proyecto inmobiliario, y que está cruzando el desierto en automóvil para asistir a una reunión de negocios. (FILMAFFINITY)
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Subtítulos (Español)
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Pink Floyd
The Complete Zabriskie Point Sessions
Zabriskie Point es un área ondulada, a pocos kilómetros del límite del Valle de la Muerte, en California, Estados Unidos . El paisaje, altamente erosionado y conformado por sedimentos acumulados en un lago extinto hace miles de años, por su colorido y formaciones, es ideal para apreciar al amanecer o al atardecer cuando el sol parece resaltar tonalidades de lo más curiosas.
http://101lugaresincreibles.com/2010/12/zabriskie-point-un-paisaje-de-otro-planeta.html
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"Una película transgresora y militante, en la que el cineasta viajaba al corazón del inconformismo juvenil en Estados Unidos, desde los campus universitarios hasta el Valle de la Muerte. Y lo hacía llevando consigo su nihilismo, su desesperación y su desencanto. No es un filme perfecto, desde luego, y su estética, deudora como lo es de su época, puede resultar difícil. Pero sí es un grito de guerra. Desesperado y lúcido al mismo tiempo." (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)
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El mirador
Segundo de los tres films contratados por el realizador italiano Michelangelo Antonioni con el productor Carlo Ponti (“Blowup”, “The Passenger”). El guión, de Antonioni en colaboración con Franco Rossetti (Fred Gardner), Sam Shepard, Tonino Guerra y Clare Peploe (esposa de B. Bertolucci), desarrolla un argumento original de Antonioni. Se rueda en escenarios naturales y abiertos de la ciudad de L.A., Hawthorne y Northrop (L.A.) y del Death Valey National Park (CA), con un presupuesto de 7 M USD. Producido por Carlo Ponti para MGM, se estrena el 9-II-1970 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en la ciudad de L.A. y alrededores y en el Valle de la Muerte, a lo largo de varias horas de un día de uno de los últimos años de la década de los 60. El joven estudiante Mark (Frechette), de buena familia, participa en una reunión de líderes estudiantiles revolucionarios, que abandona antes de su conclusión por el radicalismo que profesa. Adquiere una pistola y se ve involucrado en un enfrentamiento de estudiantes y policías en el que muere por herida de arma de fuego un policía. Captada su imagen por un cámara de TV, él y la policía creen erróneamente que es el autor del disparo mortal. Roba una avioneta y huye hacia el desierto de Mojave, donde circula en su viejo Buick la joven estudiante Daría (Helprin), que complementariamente trabaja como secretaria esporádica de Lee Allen (Taylor), uno de los jefes de la corporación inmobiliaria Sunny Dunes Enterprises, del que es amante. Mark es activista antisistema, de posiciones radicales, individualista, idealista y solitario. Diana es pacifista, partidaria del amor libre, de ideas hippies, espíritu libre, contemporanizadora y no radical.
El film suma drama, romance y documental. Sobre una base argumental liviana y superficial, explora el movimiento contracultural de la juventud antisistema de finales de los años 60. La conciencia de opresión consumista, la glosa mostrando los grandes anuncias de publicidad estática que pueblan los alrededores de L.A. y las proximidades del aeropuerto deportivo. El nihilismo de la juventud inconformista se pone de manifiesto en la reunión de líderes centrada que tratan cuestiones estratégicas, con ausencia de propuestas ideológicas. El desencanto de los mismos se refleja en el tono melancólico y triste de sus actitudes personales y del acompañamiento musical. El pacifismo que inspira el movimiento se demuestra con el rechazo de la guerra y las armas y su sustitución por las flores, símbolos de amor y paz. La defensa de la libertad de expresión y manifestación que proponen, se muestra, a la inversa, mediante las duras intervenciones y cargas policiales con heridos de consideración. La defensa de la igualdad e integración racial se explica a través de las manifestaciones y preguntas que se oyen en la reunión de líderes y la sugiere la presencia como criada de una india en la casa piloto.
La opción por el amor libre se expone a través de la pareja protagonista y las opiniones de Daría. Se apuntan someramente las propuestas a favor de la vida en comunas, la superación que proponen del concepto de familia tradicional, el consumo de drogas (Mark y Daría fuman hierba abiertamente ante las cámaras), la lucha contra el capitalismo insolidario, etc. La exposición es rápida, superficial y básicamente visual.
Con imágenes de gran belleza, de paisajes inmensos y de accidentes tan hinópticos como el Valle de la Muerte, desarrolla la historia del encuentro y la relación de amor y sexo de Mark y Daría. Complementa la secuencia con imágenes oníricas de una orgía multitudinaria dispuesta alrededor de la pareja protagonista, a cargo de los actores y actrices del Open Theater, de Joe Chaikin. Un montaje de planos cortos, medios, largos y generales, compone un espectáculo visual de gran belleza y potente significado. El amor libre de los protagonistas se funde con la evocación del amor libre universal, capaz de impulsar la solidaridad y la paz en la Tierra. Más adelante añade imágenes apocalípticas, repetitivas e insistentes, que simbolizan lo que para los antisistema eran las condiciones finales de su lucha: la destrucción del capitalismo y el cese de la contemporanezación con él.
Las interpretaciones a cargo de dos jóvenes sin experiencia previa en cine no da los resultados de espontaneidad y verismo que se esperaban. Los actores profesionales como Rod Taylor tienen una intervención tan breve que pasa desapercibida, al igual que la presencia de Harrison Ford (no acreditado) en el papel de trabajador el aeropuerto. La obra funciona mejor como documental que como pieza dramática. Con todo, su valor testimonial de una época, un movimiento social, unos ideales, una estética y una música, confiere a la obra un interés documental de singular importancia.
El punto Zabriskie marca la posición más elevada de un mirador situado junto a las Funeral Mountains, a pocas millas del final del Valle de la Muerte. Toma el nombre de Christian B. Zabriskie, director general de la compañía minera que a principios del XX extrajo borax (borato de sodio) del lugar. La superficie del Valle de la Muerte estuvo ocupada por un largo hace unos 5 millones de años.
La banda sonora, de Pink Floyd y otros, acompaña las imágenes con fuerza y eficacia (El grupo The Grateful Death acompaña la orgía, Pink Floyd las explosiones de la casa piloto...). La fotografía, de Alfio Contini (“Portero de noche”, Cavani, 1974), crea imágenes realistas de soberbia belleza, que acompaña de estética pop y colores psicodélicos. Film atípico dentro de la filmografía del realizador.
El film suma drama, romance y documental. Sobre una base argumental liviana y superficial, explora el movimiento contracultural de la juventud antisistema de finales de los años 60. La conciencia de opresión consumista, la glosa mostrando los grandes anuncias de publicidad estática que pueblan los alrededores de L.A. y las proximidades del aeropuerto deportivo. El nihilismo de la juventud inconformista se pone de manifiesto en la reunión de líderes centrada que tratan cuestiones estratégicas, con ausencia de propuestas ideológicas. El desencanto de los mismos se refleja en el tono melancólico y triste de sus actitudes personales y del acompañamiento musical. El pacifismo que inspira el movimiento se demuestra con el rechazo de la guerra y las armas y su sustitución por las flores, símbolos de amor y paz. La defensa de la libertad de expresión y manifestación que proponen, se muestra, a la inversa, mediante las duras intervenciones y cargas policiales con heridos de consideración. La defensa de la igualdad e integración racial se explica a través de las manifestaciones y preguntas que se oyen en la reunión de líderes y la sugiere la presencia como criada de una india en la casa piloto.
La opción por el amor libre se expone a través de la pareja protagonista y las opiniones de Daría. Se apuntan someramente las propuestas a favor de la vida en comunas, la superación que proponen del concepto de familia tradicional, el consumo de drogas (Mark y Daría fuman hierba abiertamente ante las cámaras), la lucha contra el capitalismo insolidario, etc. La exposición es rápida, superficial y básicamente visual.
Con imágenes de gran belleza, de paisajes inmensos y de accidentes tan hinópticos como el Valle de la Muerte, desarrolla la historia del encuentro y la relación de amor y sexo de Mark y Daría. Complementa la secuencia con imágenes oníricas de una orgía multitudinaria dispuesta alrededor de la pareja protagonista, a cargo de los actores y actrices del Open Theater, de Joe Chaikin. Un montaje de planos cortos, medios, largos y generales, compone un espectáculo visual de gran belleza y potente significado. El amor libre de los protagonistas se funde con la evocación del amor libre universal, capaz de impulsar la solidaridad y la paz en la Tierra. Más adelante añade imágenes apocalípticas, repetitivas e insistentes, que simbolizan lo que para los antisistema eran las condiciones finales de su lucha: la destrucción del capitalismo y el cese de la contemporanezación con él.
Las interpretaciones a cargo de dos jóvenes sin experiencia previa en cine no da los resultados de espontaneidad y verismo que se esperaban. Los actores profesionales como Rod Taylor tienen una intervención tan breve que pasa desapercibida, al igual que la presencia de Harrison Ford (no acreditado) en el papel de trabajador el aeropuerto. La obra funciona mejor como documental que como pieza dramática. Con todo, su valor testimonial de una época, un movimiento social, unos ideales, una estética y una música, confiere a la obra un interés documental de singular importancia.
El punto Zabriskie marca la posición más elevada de un mirador situado junto a las Funeral Mountains, a pocas millas del final del Valle de la Muerte. Toma el nombre de Christian B. Zabriskie, director general de la compañía minera que a principios del XX extrajo borax (borato de sodio) del lugar. La superficie del Valle de la Muerte estuvo ocupada por un largo hace unos 5 millones de años.
La banda sonora, de Pink Floyd y otros, acompaña las imágenes con fuerza y eficacia (El grupo The Grateful Death acompaña la orgía, Pink Floyd las explosiones de la casa piloto...). La fotografía, de Alfio Contini (“Portero de noche”, Cavani, 1974), crea imágenes realistas de soberbia belleza, que acompaña de estética pop y colores psicodélicos. Film atípico dentro de la filmografía del realizador.
Bibliografía
Jonathan ROSENBAUM, “Zabriskie Point”, ‘1.000 películas que hay que ver antes de morir” (Steven Jay Schneider) (versión española), pág. 533, Grijalbo Ed., 2004.
Seymour CHATMAN, “Michelangelo Antonioni. Filmografía completa” (versión española), Taschen Ed., Alemania, 2008.
Miquel
http://www.filmaffinity.com/es/reviews/1/512095.html
Seymour CHATMAN, “Michelangelo Antonioni. Filmografía completa” (versión española), Taschen Ed., Alemania, 2008.
Miquel
http://www.filmaffinity.com/es/reviews/1/512095.html
Zabriskie Point es la compleja mirada del director de La Noche a la cultura hippie y al movimiento contracultural norteamericano de finales de los 60's. Su guión fue escrito a 10 manos, entre el propio Antonioni, Sam Shepard, Fred Gardner, Tonino Guerra y Clare Peploe.
La película enfoca su lente en un estudiante asqueado, desconforme con todo, el cuál se ha visto involucrado en la muerte de un policía durante los enfrentamientos que éstos han mantenido con los estudiantes en protesta. Ella es una secretaria ocasional de un rico empresario. Los dos se conocen en el árido desierto, en el valle de la muerte, donde conectan, se enamoran y dan su siguiente paso.
Este argumento le sirve al director para acercar su mirada, entre atónita y fascinante, al movimiento hippie, y al choque entre el compromiso social y la sociedad de consumo.
A pesar de contar con la financiación de una major (MGM), y con ello la pertinente presión, Antonioni volvió a hacer gala de su particular estilo, hilando su película con mano de artesano, cosiendo las secuencias con un detalle formal lleno de valor y sentido. La composición del plano, la utilización del enfoque, el uso del paisaje como otro personaje más, lleno de significado, son sólo algunos de los elementos más visibles de su imprenta estilística.
Especial atracción tiene el retrato visual que consigue elaborar del paisaje norteamericano. Su cámara capta el escenario iconográfico norteamericano de las grandes urbes, y de los grandes espacios naturales, y los dota de sentido gracias al influjo de la trama y de los personajes en ellos. La belleza compositiva de sus planos es comparable a la de Wenders de Paris Texas.
El mayor logro formal lo logra con su final explosivo, con esa mezcla entre el video art de Bill Viola, el collage, y el videoclip. Que hila con precisión con “Come in number 51? de Pink Floyd, naciendo de esa unión una secuencia apocalíptica, espectacular y que en apenas dos minutos despedaza a la sociedad de consumo y a todos sus símbolos.
A pesar de estos logros formales y de contenido, el filme presenta algunos diálogos y secuencias que no han aguantado del todo bien el paso del tiempo, demasiado corrompidas por la ingenuidad de la época, algo, que sin embargo, puede servir como muestra de esa mirada que Antonioni quería enseñar sobre el movimiento hippie, y de forma más universal, de la inocencia juvenil. Una inocencia que se destapa en toda su plenitud, cuando los protagonistas llegan a ese valle solitario, donde la sociedad no ejerce ninguna influencia sobre ellos, y donde consiguen liberarse de todas las ataduras. Unos instantes de liberación del espíritu, precisamente ese mensaje místico, puede chocar con la visión materialista tan arraigada en nuestros estamentos sociales.
Como no podía ser de otra forma, como documento reflejo de esa época, la banda sonora de la película se nutre de algunos de los artistas más encomiables. Al autor de Blow Up le va de maravilla la psicodelia de Pink Floyd para acompañar los silencios de sus imágenes. De hecho, el grupo se encerró más de un mes en Roma para plasmar la música que un exigente Antonioni quería para el filme. Pero no solamente de Pink Floyd se nutre la película, también hay espacio para Jerry Garcia de los Greatful Dead, Kaleidoscope, John Fahey, The Rolling Stones o Youngbloods.
Como su banda sonora, Zabriskie Point resulta una mirada profunda, compleja, y con un punto de misterio hacía los jóvenes de la contracultura, y al territorio físico y espiritual por el que se movían.
Marc Muñoz
http://www.eldestiladorcultural.es/cine/zabriskie-point-michelangelo-antonioni/
La película enfoca su lente en un estudiante asqueado, desconforme con todo, el cuál se ha visto involucrado en la muerte de un policía durante los enfrentamientos que éstos han mantenido con los estudiantes en protesta. Ella es una secretaria ocasional de un rico empresario. Los dos se conocen en el árido desierto, en el valle de la muerte, donde conectan, se enamoran y dan su siguiente paso.
Este argumento le sirve al director para acercar su mirada, entre atónita y fascinante, al movimiento hippie, y al choque entre el compromiso social y la sociedad de consumo.
A pesar de contar con la financiación de una major (MGM), y con ello la pertinente presión, Antonioni volvió a hacer gala de su particular estilo, hilando su película con mano de artesano, cosiendo las secuencias con un detalle formal lleno de valor y sentido. La composición del plano, la utilización del enfoque, el uso del paisaje como otro personaje más, lleno de significado, son sólo algunos de los elementos más visibles de su imprenta estilística.
Especial atracción tiene el retrato visual que consigue elaborar del paisaje norteamericano. Su cámara capta el escenario iconográfico norteamericano de las grandes urbes, y de los grandes espacios naturales, y los dota de sentido gracias al influjo de la trama y de los personajes en ellos. La belleza compositiva de sus planos es comparable a la de Wenders de Paris Texas.
El mayor logro formal lo logra con su final explosivo, con esa mezcla entre el video art de Bill Viola, el collage, y el videoclip. Que hila con precisión con “Come in number 51? de Pink Floyd, naciendo de esa unión una secuencia apocalíptica, espectacular y que en apenas dos minutos despedaza a la sociedad de consumo y a todos sus símbolos.
A pesar de estos logros formales y de contenido, el filme presenta algunos diálogos y secuencias que no han aguantado del todo bien el paso del tiempo, demasiado corrompidas por la ingenuidad de la época, algo, que sin embargo, puede servir como muestra de esa mirada que Antonioni quería enseñar sobre el movimiento hippie, y de forma más universal, de la inocencia juvenil. Una inocencia que se destapa en toda su plenitud, cuando los protagonistas llegan a ese valle solitario, donde la sociedad no ejerce ninguna influencia sobre ellos, y donde consiguen liberarse de todas las ataduras. Unos instantes de liberación del espíritu, precisamente ese mensaje místico, puede chocar con la visión materialista tan arraigada en nuestros estamentos sociales.
Como no podía ser de otra forma, como documento reflejo de esa época, la banda sonora de la película se nutre de algunos de los artistas más encomiables. Al autor de Blow Up le va de maravilla la psicodelia de Pink Floyd para acompañar los silencios de sus imágenes. De hecho, el grupo se encerró más de un mes en Roma para plasmar la música que un exigente Antonioni quería para el filme. Pero no solamente de Pink Floyd se nutre la película, también hay espacio para Jerry Garcia de los Greatful Dead, Kaleidoscope, John Fahey, The Rolling Stones o Youngbloods.
Como su banda sonora, Zabriskie Point resulta una mirada profunda, compleja, y con un punto de misterio hacía los jóvenes de la contracultura, y al territorio físico y espiritual por el que se movían.
Marc Muñoz
http://www.eldestiladorcultural.es/cine/zabriskie-point-michelangelo-antonioni/
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Tras un enfrentamiento en un campus universitario entre estudiantes y policías, un joven de familia acomodada, Mark, cree haber matado a un agente y huye, en compañía de otro joven y tras robar una avioneta, al desierto de Arizona. Allí se encuentra de un modo fortuito con Daria, una muchacha que trabaja para un abogado, director de un importante proyecto inmobiliario, y que está cruzando el desierto en automóvil para asistir a una reunión de negocios.
Una película transgresora y militante, en la que el cineasta viajaba al corazón del inconformismo juvenil en EE.UU., desde los campus universitarios hasta el Valle de la Muerte. Y lo hacía llevando consigo su nihilismo, su desesperación y su desencanto. No es un filme perfecto, desde luego, y su estética, deudora como lo es de su época, puede resultar difícil. Pero sí es un grito de guerra. Desesperado y lúcido al mismo tiempo.
El centro de la ira de Antonioni es el consumismo feroz y la especulación en la sociedad estadounidense en medio de los cuales intenta decir algo una juventud inquieta, eufórica y militante en las universidades, pero impotente y fácilmente reducida por los medios policiales.
Siempre ha sido una película unánimemente rechazada (parece que la crítica en su día la masacró) pero vista hoy creo que el tiempo la ha favorecido y ha cobrado fuerza.
Hubo una escena que sí trascendió, aquélla casi onírica en la que que se veía a parejas y grupos practicando sexo en las polvorientas ondulaciones del desierto, con otro punto a favor en la música, que cuenta, entre otros, con varios temas de Pink Floyd sobresaliendo esa recreación del extraordinario y terrorífico “Careful with that axe Eugene”.
Técnicamente es tan brillante y precisa y con un manejo de la cámara tal, que Antonioni demuestra estar por delante de la mayoría, pese a tener un guión demasiado inconexo (como si los nada menos que cinco guionistas que la escribieron no se hubieran puesto de acuerdo o bien sólo hubiera quedado lo poco en que lo estaban), pero su nervio e intención la convierten en un perpetuo clamor.
La rebelión se dirige contra los espacios. Al principio, en la asamblea de estudiantes, la cámara está tan cerca de los que discuten que es imposible hacerse una idea de la naturaleza del lugar donde se encuentran. Cuando Mark conduce a través de la ciudad, su mirada tropieza con carteles y vallas publicitarias: textos que anuncian la posesión o que definen sitios parcamente. El camino determinado conduce a la grandeza infinita del desierto. Película un tanto espesa.
http://www.claqueta.es/1968-1969/zabriskie-point.html
Una película transgresora y militante, en la que el cineasta viajaba al corazón del inconformismo juvenil en EE.UU., desde los campus universitarios hasta el Valle de la Muerte. Y lo hacía llevando consigo su nihilismo, su desesperación y su desencanto. No es un filme perfecto, desde luego, y su estética, deudora como lo es de su época, puede resultar difícil. Pero sí es un grito de guerra. Desesperado y lúcido al mismo tiempo.
El centro de la ira de Antonioni es el consumismo feroz y la especulación en la sociedad estadounidense en medio de los cuales intenta decir algo una juventud inquieta, eufórica y militante en las universidades, pero impotente y fácilmente reducida por los medios policiales.
Siempre ha sido una película unánimemente rechazada (parece que la crítica en su día la masacró) pero vista hoy creo que el tiempo la ha favorecido y ha cobrado fuerza.
Hubo una escena que sí trascendió, aquélla casi onírica en la que que se veía a parejas y grupos practicando sexo en las polvorientas ondulaciones del desierto, con otro punto a favor en la música, que cuenta, entre otros, con varios temas de Pink Floyd sobresaliendo esa recreación del extraordinario y terrorífico “Careful with that axe Eugene”.
Técnicamente es tan brillante y precisa y con un manejo de la cámara tal, que Antonioni demuestra estar por delante de la mayoría, pese a tener un guión demasiado inconexo (como si los nada menos que cinco guionistas que la escribieron no se hubieran puesto de acuerdo o bien sólo hubiera quedado lo poco en que lo estaban), pero su nervio e intención la convierten en un perpetuo clamor.
La rebelión se dirige contra los espacios. Al principio, en la asamblea de estudiantes, la cámara está tan cerca de los que discuten que es imposible hacerse una idea de la naturaleza del lugar donde se encuentran. Cuando Mark conduce a través de la ciudad, su mirada tropieza con carteles y vallas publicitarias: textos que anuncian la posesión o que definen sitios parcamente. El camino determinado conduce a la grandeza infinita del desierto. Película un tanto espesa.
http://www.claqueta.es/1968-1969/zabriskie-point.html
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