TÍTULO ORIGINAL Identificazione di una donna
AÑO 1982
IDIOMA Italiano
SUBTITULOS Español (Separados)
DURACIÓN 128 min.
DIRECTOR Michelangelo Antonioni
GUIÓN Gérard Brach & Michelangelo Antonioni
MÚSICA John Foxx
FOTOGRAFÍA Carlo Di Palma
REPARTO Tomas Milian, Daniela Silverio, Christine Boisson, Marcel Bozzuffi
PRODUCTORA Coproducción Italia / Francia
PREMIOS 1982: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
GÉNERO Drama
SINOPSIS Niccolò, un director de cine abandonado por su mujer, se propone realizar un film sobre las mujeres. (FILMAFFINITY)
Enlaces de descarga (Cortados con HJ Split)
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Subtítulos (Español)
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«Antonioni fa parte della ristrettissima schiera di cineasti poeti che si creano il proprio mondo, i suoi grandi film non solo non invecchiano ma col tempo si riscaldano».
Andrej Tarkovskij
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Subtítulos (Español)
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«Antonioni fa parte della ristrettissima schiera di cineasti poeti che si creano il proprio mondo, i suoi grandi film non solo non invecchiano ma col tempo si riscaldano».
Andrej Tarkovskij
DOS CUERPOS Y MEDIO
"Identificazione di una donna" pudo ser la última película de Michelangelo Antonioni.
En varios diarios italianos donde se le veneraba más allá de lo aconsejable, abrumándolo - no se cansaba él de recordar su modestia, quizá muy real y no un escudo para protegerse de los que siempre le tachaban de pretencioso - con una atención y un silencio "encíclico" ante cada uno de sus movimientos, se llegó a correr la voz de que el maestro había muerto del ataque que acababa de sufrir.
No fue así, pero lo cierto es que se acabaron ahí las películas de Antonioni en esa década y no sería hasta mitad de los 90, trece años después, cuando retomaría su obra casi exactamente en el punto en que la había dejado con la colaboración con el aplicado Wenders en "Al di là delle nuvole / Par-delà les nuages".
El recibimiento a "Identificazione di una donna", que consolidaba su vuelta a Italia despúes de un periplo de casi quince años de coproducciones anglófilas (que algunos entendieron como anglófobas, sobre todo su trip en el desierto californiano) había traído de nuevo la típica retahíla de halagos tan automáticos como siempre desmesurados, que no hubiesen permitido jamás el contagio a un público no "convertido" a las bondades de su cine. Era habitual que el mismo ambiente creado en torno suyo fuese capaz por sí mismo de disuadir a curiosos y hasta posibles nuevos adeptos.
Imagino que resulta ventajista decirlo ahora, que se tiene la perspectiva de los años, pero realmente no era necesario.
Los que consideramos a varias de esas películas filmadas después de "Il deserto rosso" como las mejores que nunca hizo (no la antes referida "Zabriskie point" a pesar de su curioso uso de la música, pero sí desde luego "Blow up", la precedente "Il mistero di Oberwald" y sobre todo "Professione: reporter" y esta que nos ocupa), no debíamos recordar tiempos mejores ni adaptar el presente del cine de Antonioni a él, tratando de buscar la continuidad en la excelencia de esa parcela que se le adjudicó como propia en tiempos de "La notte" y compañía.
Una parcela que ciertamente ni era suya ni era la más importante que cubría su espectro creativo por muy en primer plano que estuviese y que ha quedado empequeñecida, difuminada o al menos recortados sus triunfos, con la difusión en esta última década de lo que por aquellos años hacían en particular varios japoneses como Naruse y Gosho.
Mucha menos atención que la plasmación de la soledad y derivados, compartida o no, en presente, imposible y paralizante, tuvieron su dirección de actores, sus minuciosos retratos de múltiples ambientes, su elegancia e inteligencia para el encuadre, su sencillez expositiva y su minimalista fluidez narrativa.
De todo aquello ya hace mucho tiempo, Antonioni se murió hace un lustro ya como vieja gloria semirretirada (aunque alguna colleja más le cayó con su corto para el film colectivo "Eros") y sus aclamadas obras de los 60 hace muchos años que no tienen - ahora hemos pasado al otro extremo y ya pocos las recuerdan, con total injusticia - el predicamento que tuvieron.
"Identificazione di una donna", la más hermosa de sus películas, a pesar de una famosa escena en la niebla - que "justificaba" ese deseo irreprimible de tanto exégeta por detectar cripticismos, incluso políticos, bien señalizados y anunciados con mimo para connaiseurs en el cine de Antonioni, despacio, alrededor de esos clímax fantasmales que parecen querer precipitarse al vacío - es uno de sus films más diáfanos y carnales.
Francamente divertida - no sabría decir si a pesar o quizás debido a la pose de pez fuera del agua de Tomas Milian - resulta una buena parte de la peripecia de ese director de cine detenido en medio de su vida, entre dos mujeres elusivas, sin probar trago, no como los atribulados alter ego de Hong Sang-soo.
No es ningún detalle trivial que este Niccolo Farra, a diferencia de otros protagonistas de su cine, hombres y mujeres, realmente toma atajos y se molesta en averiguar si sabe salir de la inacción bloqueante que le sobreviene o a la que finalmente deriva.
En una escena, la primera vez que contacta con la complicada Mavi, está mirando una radiografía, que se supone que es lo más cercano al "interior" de cualquiera - lo que tantas veces se ha asimilado a lo logrado mediante una escena cinematográfica que penetre en la epidermis de tanto que desvela de la intimidad un personaje - , y dice que prefiere ver a la gente cara a cara, para saber cómo son, porque si no, no hay forma de conocerlos.
Debido a esa toma de iniciativa y por su particular punto de vista inquisitivo, siempre buscando - a través de mujeres, como en la magnífica "Il grido" -, algo que pueda sugerir una historia o un personaje, queda el protagonista de "Identificazione di una donna" tan cerca del cine negro - no del europeo ni en realidad tampoco del americano, más bien de la literatura que lo inspiró - como el, en muchos aspectos, opuesto que deambulaba por "Professione: reporter".
Es interesante el aspecto erótico del film (amplificado, despersonalizado y visto desde fuera para casi convertirlo en el mismo centro de la citada "Par-delà les nuages"), reiteradamente fuera de contexto cuando aparece, que parece tan ostentosamente prescindible que resulta buñueliano.
Pero ¿no lo son entonces también tantas líneas de diálogo (brillantes, de Tonino Guerra diría que una buena parte), tantos giros argumentales cuidadosamente expuestos para acabar una y otra vez en el punto de partida y tantas esperanzas vanas de encontrar, aunque sea por casualidad, un atisbo de estabilidad emocional que sirva para construir algo y no para pasar el tiempo mientras llega la próxima catástrofe?
http://postcefalu.blogspot.com.ar/2012/04/dos-cuerpos-y-medio.html
En varios diarios italianos donde se le veneraba más allá de lo aconsejable, abrumándolo - no se cansaba él de recordar su modestia, quizá muy real y no un escudo para protegerse de los que siempre le tachaban de pretencioso - con una atención y un silencio "encíclico" ante cada uno de sus movimientos, se llegó a correr la voz de que el maestro había muerto del ataque que acababa de sufrir.
No fue así, pero lo cierto es que se acabaron ahí las películas de Antonioni en esa década y no sería hasta mitad de los 90, trece años después, cuando retomaría su obra casi exactamente en el punto en que la había dejado con la colaboración con el aplicado Wenders en "Al di là delle nuvole / Par-delà les nuages".
El recibimiento a "Identificazione di una donna", que consolidaba su vuelta a Italia despúes de un periplo de casi quince años de coproducciones anglófilas (que algunos entendieron como anglófobas, sobre todo su trip en el desierto californiano) había traído de nuevo la típica retahíla de halagos tan automáticos como siempre desmesurados, que no hubiesen permitido jamás el contagio a un público no "convertido" a las bondades de su cine. Era habitual que el mismo ambiente creado en torno suyo fuese capaz por sí mismo de disuadir a curiosos y hasta posibles nuevos adeptos.
Imagino que resulta ventajista decirlo ahora, que se tiene la perspectiva de los años, pero realmente no era necesario.
Los que consideramos a varias de esas películas filmadas después de "Il deserto rosso" como las mejores que nunca hizo (no la antes referida "Zabriskie point" a pesar de su curioso uso de la música, pero sí desde luego "Blow up", la precedente "Il mistero di Oberwald" y sobre todo "Professione: reporter" y esta que nos ocupa), no debíamos recordar tiempos mejores ni adaptar el presente del cine de Antonioni a él, tratando de buscar la continuidad en la excelencia de esa parcela que se le adjudicó como propia en tiempos de "La notte" y compañía.
Una parcela que ciertamente ni era suya ni era la más importante que cubría su espectro creativo por muy en primer plano que estuviese y que ha quedado empequeñecida, difuminada o al menos recortados sus triunfos, con la difusión en esta última década de lo que por aquellos años hacían en particular varios japoneses como Naruse y Gosho.
Mucha menos atención que la plasmación de la soledad y derivados, compartida o no, en presente, imposible y paralizante, tuvieron su dirección de actores, sus minuciosos retratos de múltiples ambientes, su elegancia e inteligencia para el encuadre, su sencillez expositiva y su minimalista fluidez narrativa.
De todo aquello ya hace mucho tiempo, Antonioni se murió hace un lustro ya como vieja gloria semirretirada (aunque alguna colleja más le cayó con su corto para el film colectivo "Eros") y sus aclamadas obras de los 60 hace muchos años que no tienen - ahora hemos pasado al otro extremo y ya pocos las recuerdan, con total injusticia - el predicamento que tuvieron.
"Identificazione di una donna", la más hermosa de sus películas, a pesar de una famosa escena en la niebla - que "justificaba" ese deseo irreprimible de tanto exégeta por detectar cripticismos, incluso políticos, bien señalizados y anunciados con mimo para connaiseurs en el cine de Antonioni, despacio, alrededor de esos clímax fantasmales que parecen querer precipitarse al vacío - es uno de sus films más diáfanos y carnales.
Francamente divertida - no sabría decir si a pesar o quizás debido a la pose de pez fuera del agua de Tomas Milian - resulta una buena parte de la peripecia de ese director de cine detenido en medio de su vida, entre dos mujeres elusivas, sin probar trago, no como los atribulados alter ego de Hong Sang-soo.
No es ningún detalle trivial que este Niccolo Farra, a diferencia de otros protagonistas de su cine, hombres y mujeres, realmente toma atajos y se molesta en averiguar si sabe salir de la inacción bloqueante que le sobreviene o a la que finalmente deriva.
En una escena, la primera vez que contacta con la complicada Mavi, está mirando una radiografía, que se supone que es lo más cercano al "interior" de cualquiera - lo que tantas veces se ha asimilado a lo logrado mediante una escena cinematográfica que penetre en la epidermis de tanto que desvela de la intimidad un personaje - , y dice que prefiere ver a la gente cara a cara, para saber cómo son, porque si no, no hay forma de conocerlos.
Debido a esa toma de iniciativa y por su particular punto de vista inquisitivo, siempre buscando - a través de mujeres, como en la magnífica "Il grido" -, algo que pueda sugerir una historia o un personaje, queda el protagonista de "Identificazione di una donna" tan cerca del cine negro - no del europeo ni en realidad tampoco del americano, más bien de la literatura que lo inspiró - como el, en muchos aspectos, opuesto que deambulaba por "Professione: reporter".
Es interesante el aspecto erótico del film (amplificado, despersonalizado y visto desde fuera para casi convertirlo en el mismo centro de la citada "Par-delà les nuages"), reiteradamente fuera de contexto cuando aparece, que parece tan ostentosamente prescindible que resulta buñueliano.
Pero ¿no lo son entonces también tantas líneas de diálogo (brillantes, de Tonino Guerra diría que una buena parte), tantos giros argumentales cuidadosamente expuestos para acabar una y otra vez en el punto de partida y tantas esperanzas vanas de encontrar, aunque sea por casualidad, un atisbo de estabilidad emocional que sirva para construir algo y no para pasar el tiempo mientras llega la próxima catástrofe?
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La trama
Protagonista è un cineasta, sui 40 anni, Niccolò, il quale vive a Roma. E' alla ricerca di una protagonista femminile e incontra Mavi, una giovane aristocratica, piuttosto bizzarra e, a suo modo, attraente. Niccolò ne è conquistato fino a dimenticare il suo film. Ma, da quando ha intrecciato la sua relazione con Mavi, si inserisce il "giallo" nella vita di Niccolò: telefonate che gli intimano di cessare la relazione, incontri con un emissario misterioso: è seguito, sorvegliato. Mavi sfugge ad ogni spiegazione e alla fine scompare. Niccolò la ricerca, la rintraccia, ma senza esito, per i legami che Mavi ha contratto con un'altra donna. In tutte queste vicende, Niccolò frequenta i più svariati ambienti sociali e si sente estraneo, spaesato, come in un mondo di stranieri che parlano la sua stessa lingua, ma hanno mentalità, costumi, gusti diversi. Intanto è venuta in aiuto di Niccolò un'altra donna, questa volta borghese, non più velata, lunare come Mavi, ma solare e schietta, Ida. Anche con Ida, Niccolò cerca di rivivere la situazione ambigua vissuta con Mavi, nella quale, cercando una donna per il suo film, ha trovato una donna per se stesso, dopo aver rotto con la moglie e avendo solo saltuari rapporti col figlioletto. Ma Ida è una compagna troppo lucida e concreta per accettare un'ambigua avventura, tanto più che attende un figlio, frutto di una precedente relazione, che Niccolò non riconoscerà mai. Ora a Niccolò non rimane che cambiare il soggetto del suo film: sceglierà un argomento fantascientifico; cercherà di scoprire i misteri del sole, dal momento che gli è impossibile svelare i misteri della vita terrena. La vicenda individuale di Niccolò, con i suoi imprevisti, con le sue incombenti minacce, è un simbolo della tipica situazione sociale dell'Italia del 1982, sulla quale incombono oscure minacce di sovvertimento sociale, in azione all'interno (terrorismo) e concertate all'estero. È un'Italia in cui muore il sorriso, la cordialità, mentre sono diffusi il sospetto e la diffidenza; realtà che è espressa simbolicamente nel party aristocratico: un vero incontro di "Zombi", ove ogni fascino è spento, mentre regnano sovrani la noia e il disagio. È un'Italia ove non esiste più il vero amore, tranne forse in coppie di terroristi, legate non solo dai sentimenti, ma dall'ideologia. Siamo in un'Italia, nella quale l'incapacità di comprendersi è reale, come avviene nella lunga sequenza della campagna nebbiosa, nella quale Mavi fugge senza motivo, ove un automobilista parla di suoni di campane, di disordini, violenze, spari, che il protagonista non ha neppure percepito. E finalmente un vecchio cascinale costruito sul vuoto di un'antica villa romana allude al vuoto su cui è costruita l'esistenza umana. Ultima soluzione esistenziale di Niccolò, dopo l'evasione nella fantascienza, sarà di inseguire una vaga presenza femminile, in cui il protagonista possa rifugiarsi e che gli fornisca la chiave per capire tutto. E' un po' la faustiana ricerca dell'eterno femminino, misterioso, inafferrabile... che si conclude per Niccolò in una dolente frustrazione, perché, nella realtà, l'eterno femminino è solo un sogno, essendo la donna un essere massimamente fragile, insicuro, pieno di complessi e di frustrazioni. A Niccolò rimarrà solo la nostalgia di un'introvabile unione profonda, nell'orgoglio della sua solitudine e nella volontà di cercare e sperimentare ancora. La donna che non ha identificato nella realtà, forse riuscirà a ricrearla un giorno sullo schermo.
Protagonista è un cineasta, sui 40 anni, Niccolò, il quale vive a Roma. E' alla ricerca di una protagonista femminile e incontra Mavi, una giovane aristocratica, piuttosto bizzarra e, a suo modo, attraente. Niccolò ne è conquistato fino a dimenticare il suo film. Ma, da quando ha intrecciato la sua relazione con Mavi, si inserisce il "giallo" nella vita di Niccolò: telefonate che gli intimano di cessare la relazione, incontri con un emissario misterioso: è seguito, sorvegliato. Mavi sfugge ad ogni spiegazione e alla fine scompare. Niccolò la ricerca, la rintraccia, ma senza esito, per i legami che Mavi ha contratto con un'altra donna. In tutte queste vicende, Niccolò frequenta i più svariati ambienti sociali e si sente estraneo, spaesato, come in un mondo di stranieri che parlano la sua stessa lingua, ma hanno mentalità, costumi, gusti diversi. Intanto è venuta in aiuto di Niccolò un'altra donna, questa volta borghese, non più velata, lunare come Mavi, ma solare e schietta, Ida. Anche con Ida, Niccolò cerca di rivivere la situazione ambigua vissuta con Mavi, nella quale, cercando una donna per il suo film, ha trovato una donna per se stesso, dopo aver rotto con la moglie e avendo solo saltuari rapporti col figlioletto. Ma Ida è una compagna troppo lucida e concreta per accettare un'ambigua avventura, tanto più che attende un figlio, frutto di una precedente relazione, che Niccolò non riconoscerà mai. Ora a Niccolò non rimane che cambiare il soggetto del suo film: sceglierà un argomento fantascientifico; cercherà di scoprire i misteri del sole, dal momento che gli è impossibile svelare i misteri della vita terrena. La vicenda individuale di Niccolò, con i suoi imprevisti, con le sue incombenti minacce, è un simbolo della tipica situazione sociale dell'Italia del 1982, sulla quale incombono oscure minacce di sovvertimento sociale, in azione all'interno (terrorismo) e concertate all'estero. È un'Italia in cui muore il sorriso, la cordialità, mentre sono diffusi il sospetto e la diffidenza; realtà che è espressa simbolicamente nel party aristocratico: un vero incontro di "Zombi", ove ogni fascino è spento, mentre regnano sovrani la noia e il disagio. È un'Italia ove non esiste più il vero amore, tranne forse in coppie di terroristi, legate non solo dai sentimenti, ma dall'ideologia. Siamo in un'Italia, nella quale l'incapacità di comprendersi è reale, come avviene nella lunga sequenza della campagna nebbiosa, nella quale Mavi fugge senza motivo, ove un automobilista parla di suoni di campane, di disordini, violenze, spari, che il protagonista non ha neppure percepito. E finalmente un vecchio cascinale costruito sul vuoto di un'antica villa romana allude al vuoto su cui è costruita l'esistenza umana. Ultima soluzione esistenziale di Niccolò, dopo l'evasione nella fantascienza, sarà di inseguire una vaga presenza femminile, in cui il protagonista possa rifugiarsi e che gli fornisca la chiave per capire tutto. E' un po' la faustiana ricerca dell'eterno femminino, misterioso, inafferrabile... che si conclude per Niccolò in una dolente frustrazione, perché, nella realtà, l'eterno femminino è solo un sogno, essendo la donna un essere massimamente fragile, insicuro, pieno di complessi e di frustrazioni. A Niccolò rimarrà solo la nostalgia di un'introvabile unione profonda, nell'orgoglio della sua solitudine e nella volontà di cercare e sperimentare ancora. La donna che non ha identificato nella realtà, forse riuscirà a ricrearla un giorno sullo schermo.
La critica...
Niccolò Farra, regista quarantenne separato dalla moglie, incontra Mavi, una ragazza aristocratica e misteriosa, dalla quale è subito conquistato. Una telefonata gli intima però di interrompere la relazione. Si accorge anche di essere pedinato. Per scoprire chi lo perseguita, chiede a Mavi di fargli conoscere i suoi vecchi amici. Allontanatosi da Roma, ha uno scontro con lei che in seguito scompare. Cercandola, conosce Ida che l'aiuta a rintracciare Mavi, ma inutilmente. Niccolò parte con Ida per Venezia, ma quest'ultima decide di tornare dall'ex fidanzato dal quale, oltretutto, aspetta un figlio. A Niccolò non resta altro che tornare a Roma e dedicarsi a un film di fantascienza nel quale un'astronave, avvicinandosi al sole, riesca a carpire i segreti della creazione dell'universo.
Niccolò Farra, regista quarantenne separato dalla moglie, incontra Mavi, una ragazza aristocratica e misteriosa, dalla quale è subito conquistato. Una telefonata gli intima però di interrompere la relazione. Si accorge anche di essere pedinato. Per scoprire chi lo perseguita, chiede a Mavi di fargli conoscere i suoi vecchi amici. Allontanatosi da Roma, ha uno scontro con lei che in seguito scompare. Cercandola, conosce Ida che l'aiuta a rintracciare Mavi, ma inutilmente. Niccolò parte con Ida per Venezia, ma quest'ultima decide di tornare dall'ex fidanzato dal quale, oltretutto, aspetta un figlio. A Niccolò non resta altro che tornare a Roma e dedicarsi a un film di fantascienza nel quale un'astronave, avvicinandosi al sole, riesca a carpire i segreti della creazione dell'universo.
Linee di lettura
L'ultima indagine, nella filmografia di Michelangelo Antonioni, è in realtà un percorso di ricerca errato, una strada senza sbocco. Ed è un regista che l'intraprende, guardacaso. Un regista a caccia di un volto di donna che non riesce a trovare ("Non conosco ancora la storia - dice riferendosi al film in preparazione - ma so che il personaggio principale è una donna, un sentimento che ha forme femminili"). Cercare una via d'uscita nel privato si rivela un sentiero ancor più impraticabile.
Che sia successo alla queste, struttura cardinale nel cinema di Antonioni, difficile dirlo. La ricerca è diventata vana.
Nei film di Antonioni non sempre chi cerca sa cosa troverà. E le donne scompaiono misteriosamente, inutile tentare di rintracciarle (che fine avrà fatto l'Anna de "L'avventura"?). Ma l'imprevedibile lascia sempre aperto il varco a un'ipotesi, se non ad una soluzione del mistero. I protagonisti di Antonioni qualcosa finiscono per trovare. Magari una mezza verità su sé stessi. Qui no. Il regista Niccolò Farra al termine del film azzera la ricerca della donna da identificare - in parallelo resta solo nel privato - e si volge, raccogliendo un suggerimento del figlio, a un soggetto di fantascienza: lo lasciamo intento a scrutare il sole, a interrogarsi sulla dinamica dell'universo, sede probabile di risposte che in ogni caso la realtà non dà. La fantascienza può rivelarsi un genere percorribile perché, come afferma il protagonista, "non si può mai dire nella fantascienza che cosa sia verosimile e che cosa no".
E' un film confuso "Identificazione di una donna", forse il peggiore del regista ferrarese. E' anche privo di verità, sull'amore e il resto. Abitato com'è da personaggi cartacei, mai autentici (fra l'altro impersonati da interpreti modesti), e neanche veri nella menzogna, finisce per avviticchiarsi su sé stesso: l'indeterminatezza narrativa si può interpretare come tarda maniera, in quest'ultimo segmento del cinema di Antonioni. Eppure "Identificazione di una donna", pur affannando tra eccessi di didascalismo e dialoghi di una sentenziosità imbarazzante, rende esattamente percepibile il clima generale che si è soliti attribuire a questo incerto presente: smarrimento, sospensione del giudizio, inaffidabilltà accertata dei rapporti umani e morte certificata dei soggetti cinematografici ispirati ai sentimenti. Non sarà per caso, dunque, che gli elementi formali tendono a prendere il sopravvento sul narrato: lo stile s'incarica di dare forma a un disagio nebuloso quanto riconoscibile come vero.
I luoghi dell'azione - fotografati con maestria da Carlo Di Palma - diventano più importanti dell'azione stessa, alla fine. Gli interni, in primo luogo l'appartamento del regista, vengono insistentemente filmati per porzioni, per frammenti angusti, mentre il tempo si dilata per effetto dei consueti piani-sequenza. Niccolò Farra e le sue donne vagano incorniciati da corridoi, rampe di scale, scorci di stanze; cercano sempre una finestra dalla quale sporgersi, infine tornano sui propri passi o si precipitano - come in fuga o in cerca di riparo - nella camera da letto. Gli esterni appaiono ancor più asfittici, siano vicoli di Roma o, nel finale, il Canal Grande (ma riflesso per lo più dall'interno dell'albergo). E' necessario guardare, per capire il film, alla accorta gestione degli spazi, e a una scena in particolare, scandita in lente sequenze da antologia. Fuggono in auto, Niccolò e Mavi, per liberarsi dall'ignoto tormentatore. La nebbia cala, s'infittisce, li circonda, infine li fa allontanare per alcuni minuti interminabili. Quando si ritrovano seduti a fianco sui sedili, sono già due estranei, due individui separati, destinati a non trovarsi mai più.
Cristina Jandelli
http://www.cineclub.it/cineclubnews/cn0208-f.htm
L'ultima indagine, nella filmografia di Michelangelo Antonioni, è in realtà un percorso di ricerca errato, una strada senza sbocco. Ed è un regista che l'intraprende, guardacaso. Un regista a caccia di un volto di donna che non riesce a trovare ("Non conosco ancora la storia - dice riferendosi al film in preparazione - ma so che il personaggio principale è una donna, un sentimento che ha forme femminili"). Cercare una via d'uscita nel privato si rivela un sentiero ancor più impraticabile.
Che sia successo alla queste, struttura cardinale nel cinema di Antonioni, difficile dirlo. La ricerca è diventata vana.
Nei film di Antonioni non sempre chi cerca sa cosa troverà. E le donne scompaiono misteriosamente, inutile tentare di rintracciarle (che fine avrà fatto l'Anna de "L'avventura"?). Ma l'imprevedibile lascia sempre aperto il varco a un'ipotesi, se non ad una soluzione del mistero. I protagonisti di Antonioni qualcosa finiscono per trovare. Magari una mezza verità su sé stessi. Qui no. Il regista Niccolò Farra al termine del film azzera la ricerca della donna da identificare - in parallelo resta solo nel privato - e si volge, raccogliendo un suggerimento del figlio, a un soggetto di fantascienza: lo lasciamo intento a scrutare il sole, a interrogarsi sulla dinamica dell'universo, sede probabile di risposte che in ogni caso la realtà non dà. La fantascienza può rivelarsi un genere percorribile perché, come afferma il protagonista, "non si può mai dire nella fantascienza che cosa sia verosimile e che cosa no".
E' un film confuso "Identificazione di una donna", forse il peggiore del regista ferrarese. E' anche privo di verità, sull'amore e il resto. Abitato com'è da personaggi cartacei, mai autentici (fra l'altro impersonati da interpreti modesti), e neanche veri nella menzogna, finisce per avviticchiarsi su sé stesso: l'indeterminatezza narrativa si può interpretare come tarda maniera, in quest'ultimo segmento del cinema di Antonioni. Eppure "Identificazione di una donna", pur affannando tra eccessi di didascalismo e dialoghi di una sentenziosità imbarazzante, rende esattamente percepibile il clima generale che si è soliti attribuire a questo incerto presente: smarrimento, sospensione del giudizio, inaffidabilltà accertata dei rapporti umani e morte certificata dei soggetti cinematografici ispirati ai sentimenti. Non sarà per caso, dunque, che gli elementi formali tendono a prendere il sopravvento sul narrato: lo stile s'incarica di dare forma a un disagio nebuloso quanto riconoscibile come vero.
I luoghi dell'azione - fotografati con maestria da Carlo Di Palma - diventano più importanti dell'azione stessa, alla fine. Gli interni, in primo luogo l'appartamento del regista, vengono insistentemente filmati per porzioni, per frammenti angusti, mentre il tempo si dilata per effetto dei consueti piani-sequenza. Niccolò Farra e le sue donne vagano incorniciati da corridoi, rampe di scale, scorci di stanze; cercano sempre una finestra dalla quale sporgersi, infine tornano sui propri passi o si precipitano - come in fuga o in cerca di riparo - nella camera da letto. Gli esterni appaiono ancor più asfittici, siano vicoli di Roma o, nel finale, il Canal Grande (ma riflesso per lo più dall'interno dell'albergo). E' necessario guardare, per capire il film, alla accorta gestione degli spazi, e a una scena in particolare, scandita in lente sequenze da antologia. Fuggono in auto, Niccolò e Mavi, per liberarsi dall'ignoto tormentatore. La nebbia cala, s'infittisce, li circonda, infine li fa allontanare per alcuni minuti interminabili. Quando si ritrovano seduti a fianco sui sedili, sono già due estranei, due individui separati, destinati a non trovarsi mai più.
Cristina Jandelli
http://www.cineclub.it/cineclubnews/cn0208-f.htm
Hola amigos excelente blog, hace tiempo que los sigo, por la excelencia del sitio, aparte de las bellas películas que comparten, Un pedido... podrían volver a subir el subtítulo de este film...Identificazione di una donna . Abrazo y muchas gracias...
ResponderEliminarCambiados los enlaces.
EliminarHi, the end of the movie is missing (I have the 10 parts, no problem for downloading, did it twice), it stops at 1:19:25.
ResponderEliminarThanks for your work.