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lunes, 8 de febrero de 2021

La rivolta dei gladiatori - Vittorio Cottafavi (1958)

TÍTULO ORIGINAL
La rivolta dei gladiatori
AÑO
1958
IDIOMA
Italiano
SUBTITULOS
Español e Inglés (Opcionales)
DURACIÓN
83 min.
PAÍS
Italia
DIRECCIÓN
Vittorio Cottafavi
GUIÓN
Gian Paolo Callegari, Ennio De Concini, Francesco De Feo, Gianfranco Parolini, Giovanni Simonelli, Francesco Thellung, Natividad Zaro (Historia: Natividad Zaro)
MÚSICA
Roberto Nicolosi
FOTOGRAFÍA
Mario Pacheco
REPARTO
Ettore Manni, Gianna Maria Canale, Mara Cruz, Georges Marchal, Fidel Martín, Vega Vinci, Jesús Tordesillas, Rafael Durán, Nando Tamberlani, Valeria Moriconi, Kerima, Salvatore Furnari, Juan Olaguivel, Rafael Calvo Revilla, Renato Montalbano
PRODUCTORA
Co-production Italia-España-Francia; Alexandra Produzioni Cinematografiche, Atenea Films, Comptoir Français de Productions Cinématographiques (CFPC)
GÉNERO
Aventuras | Antigua Roma


Sinopsis
Durante el siglo II d..C. las fronteras del Imperio Romano se extienden hasta los límites del mundo conocido en aquel entonces. El tribuno Marco Numidio, que lleva una vida ociosa en su villa de Roma, debe ir a Armenia, donde una revolución de gladiadores le está creando no pocos quebraderos de cabeza al viejo gobernador. Pero en Telifonte, la capital de Armenia, le espera una corte llena de víboras, entre las cuales está la princesa Amira. (FILMAFFINITY)
 
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Éste es el primero de la media docena de peplums que Cottafavi acometió en el cambio de la década de los cincuenta a la de los sesenta, un modesto anticipo de Espartaco (Spartacus, Stanley Kubrick, 1960) en el que se dan cita buena parte de las constantes del género: pantalla ancha, protagonistas musculosos, mujeres ora pérfidas ora abnegadas, cabalgadas, luchas contra fieras...

El tribuno Marco Numidio (Ettore Manni) recibe el encargo de pacificar una revuelta de gladiadores en la remota provincia de Armenia. Lo que parecían casi unas vacaciones se convierten en un viaje de autodescubrimiento y toma de conciencia cuando advierta las condiciones a las que el gobernador Crisipo (Jesús Tordesillas) tiene sometida a la población. Entre tanto, la princesa Amira (Gianna Maria Canale) intriga en la corte con su avaro consejero (Rafael Durán) para envenenar al pequeño Osroe, el futuro rey, y ocupar el trono. Marco Numidio terminará aliándose con Asclepio (Georges Marchal), el cabecilla de los gladiadores, y enamorándose de Zahara (Mara Cruz), hija de un médico armenio y declarada enemiga de los romanos.

La rebelión de los gladiadores da lo que ofrece. Cottafavi, de acuerdo con su cotumbre, aprovecha para deslizar algún comentario marginal sobre el espectáculo de la muerte o la legitimidad de la sublevación frente al imperio, pero se emplea a fondo en coreografiar las escenas de combates y hacer creíble la lucha del gladiador contra un león en la arena del circo. Si acaso se le puede reprochar cierta falta de ritmo, debida a la acumulación de peripecias y personajes en un guion no siempre bien perfilado.
Dqvlapeli Blog
https://www.dequevalapeli.com/peliculas/ver_blog/MjE3Mw==

Vittorio Cottafavi - Un uomo (di cinema) libero
Vittorio Cottafavi nasce a Modena il 30 gennaio1914 e muore a Roma il 14 dicembre 1998.Diplomatosi al Centro sperimentale di cinematografia, Cottafavi compie il suo tirocinio come sceneggiatore e aiuto regista al fianco di Goffredo Alessandrini e Aldo Vergano. L’esordio alla regia avviene nel 1943 con I nostri sogni tratto da una commedia di Ugo Betti.
... Il suo apporto al filone del melodramma, molto amato dal pubblico del tempo, si realizza attraverso cinque titoli Una donna ha ucciso (1952), Traviata 53 (1953), Una donna libera (1954), Nel gorgo del peccato (1954), In amore si pecca in due (1954) in cui analizza altrettante figure di donne rivelando grande sensibilità e attenzione verso la psicologia femminile.
... Di notevole importanza è il contributo dato da Cottafavi al genere storico-mitologico con film singolari quali La rivolta dei gladiatori (1958), Messalina (1960), Le legioni di Cleopatra (1960), Ercole alla conquista di Atlantide (1961) I cento cavalieri (1964) considerato da tutti come il suo capolavoro.
http://biblioteche.provincia.re.it/Sezione.jsp?titolo=Vittorio+Cottafavi+-+Un+uomo+%28di+cinema%29+libero&idSezione=1412

Un estilo, un hombre

De la reposición de esta película no parece haberse enterado nadie, pero en el caso actual de nuestra exhibición lo raro sería lo contrario. En cualquier caso, esta nota no pretende otra cosa que rendir tributo a dos amigos.
El primero es Cottafavi, un cineasta mayor con una reputación menor —nadie es perfecto— quien, más pronto o más tarde —la justicia es lenta, pero segura— será canonizado en el panteón de los inmortales: no sólo “Traviata ‘53” es digna de las obras maestras del neorrealismo interior —de Rossellini a Antonioni— sino que sus tragedias griegas —admirable respuesta de Italia a Douglas Sirk, con quien guarda muchos puntos de contacto— y la sublime “Maria Zef” constituyen el mejor seguro de vida de su reputación, a corto o medio plazo, da lo mismo. El segundo es Jaume Picas, mi antecesor en estas mismas páginas, un hombre de perspicacia y sensibilidad quien no necesitó leer “Cahiers” para darse cuenta de que estas “Legiones” no tenían gran cosa que ver con las películas “de romanos” entonces al uso.
No pretendo con eso un alegato culturalista pro Cottafavi, quien no necesita de tal defensa. “Legiones” permanece una experiencia tan joven y desbocada —en su feliz conjunción de orden y delirio— como hace 24 años. La alegría del montaje corto en la secuencia del tiro a las lanzas —suicida en 1958— sonrojaría a muchos cineastas actuales. La contraposición de una muerte roja y republicana en líneas horizontales con los blancos uniformes y el frío círculo de fuego de Octavio sigue siendo de una absoluta coherencia ética, política y estética. Y el juego de las asociaciones visuales —la aparición de Cleopatra hablando dentro de una esfinge que sólo revela sus ojos y el número de la bailarina de Babilonia que enmarca con anular e índice su mirada en gesto similar, dicho en otras palabras, la bailarina de Babilonia es Cleopatra— puede todavía hoy considerarse modélico de un cine sustentado en lo que bien pudiéramos llamar ideas de cine, por contraposición a las ideas de diseño que caracterizarían al Ridley Scott de “Blade Runner”. Mal a quien pese, Cottafavi resulta más moderno que la mayoría de los cineastas actuales juntos, un hecho del que Jaume Picas dio plena fe en su momento, cuando la cosa no estaba tan clara como ahora.
José Luis Guarner (Fotogramas nº 1684, 1983)
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Qué duda cabe que Cottafavi ha gozado siempre de la incomprensión de la crítica española; incluso aquella que le afirmaba en la categoría de autor, lo hacía basándose precisamente en los “films” con menor consistencia artística de los que habían salido de sus manos. Ello, unido a la tradicional incongruencia critica frente al “péplum”, lo han convertido en un autor alabado por unos, despreciado por otros —los más— y comprendido por muy pocos. No creo que “Los cien caballeros” diluya el malentendido que gravita sobre él, aunque éste si posee unos valores propios auténticamente cinematográficos.
Al contrario de sus precedentes “films” históricos —exceptuando “Hércules, a la conquista de la Atlántida"—, el presente posee en su puesta en escena una significación moral unida a una gran actualidad. Cottafavi ha desechado desde el comienzo la historia de moros y cristianos, confiriéndole a la vulgar anécdota un tratamiento atemporal fácilmente circunscribible en nuestros días. Ante todo, se trata de una pequeña fábula sobre la "guerra” y la “violencia” de ella derivada. Sin embargo, consciente de que las reglas de “péplum” exigían de antemano una conveniente dosis de ambos elementos, Cottafavi nos los ha ofrecido bajo la apariencia de una parodia del género: lucha de los miedosos durante el asalto de los bandidos al convoy de trigo, centinelas mutilados en la fortaleza, nuevo invento mostrado al conde de Castilla, etc. Igualmente en muchas ocasiones, a fin de acentuar el aspecto que más le interesa de una realidad dada, nos lo ofrece haciendo gesticular a los personajes en forma de marionetas: gestos del conde de Castilla. En este caso, el político deja de ser un hombre para convertirse en un objeto, en un diseño que justifique plenamente el empleo de la parodia y la caricatura (habida es, por otra parte, la influencia que los dibujos animados han ejercido sobre parte del estilo de Cottafavi). El “film” finaliza con una tremenda lucha, en la que la desaparición progresiva del color va confiriéndole poco a poco el tono inhumano y absurdo de unos hombres que se matan por nada. Estarnos, pues, ante uno de los escasos “films” históricos verdaderamente en favor de la paz y hostiles a la violencia, generalmente exaltada en esta clase de obras por razones comerciales.
Frecuentemente, Cottafavi ha procedido de manera que el espectador se sienta distanciado de la anécdota —primera y última secuencia, personajes hablando al espectador, como los de Godard en “Pierrot, le fou"— mediante la inclusión de elementos extraños que permitan al espectador la suficiente lucidez como para juzgar lo que tiene ante los ojos. El carácter del "film” intelectualizado —es constante el juego con la dramaturgia “épica” a lo Brecht—, frío, apenas sin sentimientos aparentes, es fruto de la voluntad del director por mantenernos en todo momento “fuera” de la narración.
Segismundo Molist (Griffith nº 2, noviembre-1965)
https://www.tumbral.com/tag/vittorio%20cottafavi 

 


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