TITULO ORIGINAL
Giorno per giorno, disperatamente
AÑO
1961
DURACION
90 min.
PAIS
Italia
IDIOMA
Italiano
SUBTITULOS
Español (Incorporados)
DIRECCION
Alfredo Giannetti
GUION
Alfredo Giannetti, Guido De Biaser
MUSICA
Carlo Rustichelli
FOTOGRAFIA
Aiace Parolin (B&W)
REPARTO
Nino Castelnuovo, Tomas Milian, Madeleine Robinson, Tino Carraro, Franca Bettoia, Riccardo Garrone, Mario Scaccia, Milly, Rosalia Maggio, Lino Troisi, Isa Crescenzi
PRODUCTORA
Titanus, Vides Cinematografica
GENERO
Drama | Drama psicológico. Familia
Sinópsis
La familia Dominici vive en constante estado de angustia e impotencia. Dario, uno de los dos jóvenes hijos del matrimonio sufre frecuentes neurosis que obligan a periódicos ingresos en el manicomio. La férrea presión materna está en el origen de la situación. Gabriel, el otro hijo, es obligado a vivir por y para su hermano, mientras que el padre, sastre de profesión, no sabe ya como conseguir el dinero que la enfermedad de Dario dilapida. (FILMAFFINITY)
No es la primera ocasión en la que señalo, el extraordinario y, mucho me temo que irrepetible, nivel que el cine mundial asumió a inicios de la década de los sesenta. Junto a un Hollywood en plena transformación, puede decirse que todas las cinematografías conocieron un extraño efluvio creativo, fruto del cual emergieron una serie inigualable de títulos, buena parte de los cuales se encuentran en la memoria de los buenos aficionados. Como país destacado entre las plataformas europeas, en aquellos años Italia podría presumir del aporte de cineastas de la tala de Fellini, Visconti, Zurlini, Monicelli, Bolognini… Y junto a ellos se podría concitar el aporte de otros nombres a los que el paso del tiempo condenó a un injusto olvido. Entre ellos, se podría traer a colación la figura del galardonado guionista Alfredo Giannetti –uno de los tres oscarizados como coautores del libreto de DIVORZIO AL’ITALIANA (Divorcio a la italiana, 1961. Piedro Germi)-, que ese mismo año iniciaba una andadura como realizador extendida en ocho títulos, así como una amplia andadura televisiva. Lo haría con la espléndida GIORNO PER GIORNO DISPERATAMENTE (Día a día desesperadamente, 1961), que une sus atractivos, por la imbricación que plantea, entre diversas corrientes que aparecían en pleno esplendor en el cine italiano del momento. Al mismo tiempo, nos encontramos como una de las extrañas ocasiones, en las que el cine europeo se insertó en el universo de la locura, adelantándose en sus intenciones al Marco Bellocchio de A PUGNI IN TASCA (Las manos en los bolsillos, 1965).
GIORNO PER GIORNO DISPERATAMENTE funciona a diferentes estratos, siendo el más cercano de ellos la narración de la dolorosa vivencia de los Dominici, descrita en medio de una Roma que apenas despunta al progreso. La presencia de la agresiva enfermedad mental de Dario (Tomas Milian, en su debut ante la pantalla), supondrá una auténtica tragedia diaria para los restantes componentes de la familia. Lo será para su madre, Tilde (Madaleine Robinson), por entero entregada a proteger a su muchacho, sin vislumbrar la necesaria distancia, para permitirle entender que en su casa no se puede cuidar de un ser con sus facultades mentales alteradas. Será sin embargo la mirada lúdica que sí vislumbrará su padre –Pietro (Tino Carraro)-, aunque no se atreva a exponerlo con claridad a su esposa, ya que se trata de un hombre vencido, que solo aspira a consolidar su única aventura como ser humano; su independencia laboral, estableciéndose como dueño de un pequeño taller de sastrería, que lleva como puede. Sin embargo, el gran destinatario del drama familiar, será el hermano de Darío; Gabriele (Nino Castelnuovo), que tendrá que renunciar a cualquier aspiración personal, al objeto de atender la demanda de la madre de ambos, y cuidar de su hermano. En un momento dado, y tras un ataque de ira, este será internado en un recinto psiquiátrico, donde la madre intentará con pequeños sobornos, que el personal atienda a Darío con un interés especial, dentro de un recinto donde los enfermos se hacinan casi como animales. En un momento dado, y mientras Dario en apariencia mejora, Tilde no dudará en atender el anuncio que propone una supuesta eminencia sita en un país extranjero, anunciando la posibilidad de una cura, pese a los consejos en contra de los doctores del establecimiento. El joven será dado de alta y volverá a su domicilio, mientras se vive una falsa estabilidad emocional. No durará mucho la misma, viviéndose de nuevo un estallido lindante con la tragedia, precisamente cuando Gabriele estaba dispuesto a iniciar su vida separado de su ámbito familiar.
Como antes señalaba, el film de Giannetti funciona a varios niveles, y lo brillante de su conjunto reside en que las diferentes subtramas que aborda, se encuentran por lo general adecuadamente imbricadas entre si, lo que permite un conjunto denso, sombrío e intenso, que en sus pasajes más intensos provoca incluso una dolorosa sensación de incomodidad. Dentro de dicho radio de acción, lo primero que llama la atención en la película es la crudeza con la que describe un universo familiar desgarrado y absolutamente desolador. Una familia destrozada por la presencia de ese hijo deficiente mental, que malvive en una enorme y desvencijada finca de apartamentos, ubicada en uno de tantos barrios familiares de esa Roma que está a punto de abrirse a la modernidad. La cruda fotografía en blanco y negro de Aiace Parolin, unida la la fisicidad en el uso del formato panorámico, nos permite casi oler esas limitaciones económicas y la siempre latente tensión que se vive en una familia dominada por la temperamental Tilde, a la que todos sus componentes se someten.
Junto a ello, GIORNO PER GIORNO DISPERATAMENTE destaca por esa visión que ofrece de esa Italia urbana, descrita en los usos y costumbres de una Roma que ya vive la pasión del fútbol –el partido al que Gabriele asiste junto a su amigo, en los instantes iniciales del relato-, o que muestra la viveza de esa oficina en la que será empleado este, y donde se encontrará con la joven Marcella (Franca Bettoja), hasta ese momento incapaz de emerger de su condición de simple soporte sexual para su jefe. En esa simbiosis de ámbitos, no cabe dejar de lado la mirada, revestida de crudeza, pero carente de sensacionalismo, que ofrece de la vida del universo de la locura en los recintos entonces existentes. Serán pasajes en los que Giannetti introducirá imágenes documentales, en las que la presencia de auténticos enfermos mentales, tal y como se insertan en su conjunto, proporcionan al conjunto una extraña aura existencial, que por momentos nos ligan quizá con el cine de Pasolini, en aquellos momentos uno de los cineastas que despegaban en la cinematografía italiana.
Por todo ello, nos encontramos con una película que aparece como una dolorosa simbiosis de diversas corrientes que en aquellos años coexistían en el cine italiano. Entre ellas, no conviene olvidar esa querencia por el melodrama extremo, que el año anterior desplegaría el Visconti de ROCCO E I SUO FRATELLI (Rocco y sus hermanos, 1960) –de la que se recupera la presencia del magnífico, sensible y atormentado Nino Castelnuovo-. Por ello, aparecen de nuevo los estallidos emocionales tan característicos del mèlo italiano –los dos episodios en los que Dario es trasladado del domicilio familiar por los enfermeros, entre la algarabía del vecindario-. Pero al mismo tiempo, la película no omite la presencia del off narrativo para huir del tremendismo –la elipsis que nos trasladará al final del relato, en el que Gabriele finalmente no podrá exteriorizar su futuro de manera libre-. Nos encontramos ante una espléndida película, en la que el gusto por el detalle –la conmovedora secuencia en la que Pietro pide a su antiguo jefe un préstamo, que este le brindará sin pedir nada a cambio; las limitaciones culturales de Tilde, al recurrir a una echadora de cartas ¡en una parroquia! que prácticamente le aconsejará acudir a ese supuesto científico extranjero que puede curar a su hijo-, no altera el doloroso reguero que seguimos, de una familia condenada al fracaso, y en la que la presencia de ese hijo, no será más que la expresión física, de una convivencia inexistente. En un conjunto tan sombrío y pesimista, en que justo es destacar el homogéneo aporte de un cast admirable, que transmite con autenticidad el drama recreado, uno no puede dejar de destacar dos secuencias extraordinarias, rodadas cada una de ella en un largo plano sostenida, que hablan a las claras, del talento como realizador de Giannetti. Ambas comparten la presencia de Pietro, el padre, y la primera de ellas se desarrollará junto a Dario, situando a los dos encima de la cama de este, mientras contempla imágenes del álbum familiar, que el joven logra recordar, transmitiendo el episodio casi un eco melancólico en torno a una felicidad perdida, mientras la cámara se desliza lentamente en un travelling en torno a ellos, casi acariciando sus rostros, y contagiándose de este espejismo de serenidad familiar. La otra, describirá en movimiento el discurrir del padre y Gabriele, mientras el primero hace ver a su hijo su necesidad de independencia, entregándole un dinero que le ha proporcionado su esposa. La cámara seguirá al joven una vez se despida del padre, en ese larguísimo travelling de retroceso, hasta que en un momento dado decida llamar por teléfono. Será quizá la constatación de una corazonada, que le hará comprobar en carne propia, la imposibilidad de huir de su destino familiar y, en ese caso concreto, toparse cara a cara con la tragedia.
https://thecinema.blogia.com/2018/040101-giorno-per-giorno-disperatamente-1961-alfredo-gianetti-dia-a-dia-desesperadament.php
GIORNO PER GIORNO DISPERATAMENTE funciona a diferentes estratos, siendo el más cercano de ellos la narración de la dolorosa vivencia de los Dominici, descrita en medio de una Roma que apenas despunta al progreso. La presencia de la agresiva enfermedad mental de Dario (Tomas Milian, en su debut ante la pantalla), supondrá una auténtica tragedia diaria para los restantes componentes de la familia. Lo será para su madre, Tilde (Madaleine Robinson), por entero entregada a proteger a su muchacho, sin vislumbrar la necesaria distancia, para permitirle entender que en su casa no se puede cuidar de un ser con sus facultades mentales alteradas. Será sin embargo la mirada lúdica que sí vislumbrará su padre –Pietro (Tino Carraro)-, aunque no se atreva a exponerlo con claridad a su esposa, ya que se trata de un hombre vencido, que solo aspira a consolidar su única aventura como ser humano; su independencia laboral, estableciéndose como dueño de un pequeño taller de sastrería, que lleva como puede. Sin embargo, el gran destinatario del drama familiar, será el hermano de Darío; Gabriele (Nino Castelnuovo), que tendrá que renunciar a cualquier aspiración personal, al objeto de atender la demanda de la madre de ambos, y cuidar de su hermano. En un momento dado, y tras un ataque de ira, este será internado en un recinto psiquiátrico, donde la madre intentará con pequeños sobornos, que el personal atienda a Darío con un interés especial, dentro de un recinto donde los enfermos se hacinan casi como animales. En un momento dado, y mientras Dario en apariencia mejora, Tilde no dudará en atender el anuncio que propone una supuesta eminencia sita en un país extranjero, anunciando la posibilidad de una cura, pese a los consejos en contra de los doctores del establecimiento. El joven será dado de alta y volverá a su domicilio, mientras se vive una falsa estabilidad emocional. No durará mucho la misma, viviéndose de nuevo un estallido lindante con la tragedia, precisamente cuando Gabriele estaba dispuesto a iniciar su vida separado de su ámbito familiar.
Como antes señalaba, el film de Giannetti funciona a varios niveles, y lo brillante de su conjunto reside en que las diferentes subtramas que aborda, se encuentran por lo general adecuadamente imbricadas entre si, lo que permite un conjunto denso, sombrío e intenso, que en sus pasajes más intensos provoca incluso una dolorosa sensación de incomodidad. Dentro de dicho radio de acción, lo primero que llama la atención en la película es la crudeza con la que describe un universo familiar desgarrado y absolutamente desolador. Una familia destrozada por la presencia de ese hijo deficiente mental, que malvive en una enorme y desvencijada finca de apartamentos, ubicada en uno de tantos barrios familiares de esa Roma que está a punto de abrirse a la modernidad. La cruda fotografía en blanco y negro de Aiace Parolin, unida la la fisicidad en el uso del formato panorámico, nos permite casi oler esas limitaciones económicas y la siempre latente tensión que se vive en una familia dominada por la temperamental Tilde, a la que todos sus componentes se someten.
Junto a ello, GIORNO PER GIORNO DISPERATAMENTE destaca por esa visión que ofrece de esa Italia urbana, descrita en los usos y costumbres de una Roma que ya vive la pasión del fútbol –el partido al que Gabriele asiste junto a su amigo, en los instantes iniciales del relato-, o que muestra la viveza de esa oficina en la que será empleado este, y donde se encontrará con la joven Marcella (Franca Bettoja), hasta ese momento incapaz de emerger de su condición de simple soporte sexual para su jefe. En esa simbiosis de ámbitos, no cabe dejar de lado la mirada, revestida de crudeza, pero carente de sensacionalismo, que ofrece de la vida del universo de la locura en los recintos entonces existentes. Serán pasajes en los que Giannetti introducirá imágenes documentales, en las que la presencia de auténticos enfermos mentales, tal y como se insertan en su conjunto, proporcionan al conjunto una extraña aura existencial, que por momentos nos ligan quizá con el cine de Pasolini, en aquellos momentos uno de los cineastas que despegaban en la cinematografía italiana.
Por todo ello, nos encontramos con una película que aparece como una dolorosa simbiosis de diversas corrientes que en aquellos años coexistían en el cine italiano. Entre ellas, no conviene olvidar esa querencia por el melodrama extremo, que el año anterior desplegaría el Visconti de ROCCO E I SUO FRATELLI (Rocco y sus hermanos, 1960) –de la que se recupera la presencia del magnífico, sensible y atormentado Nino Castelnuovo-. Por ello, aparecen de nuevo los estallidos emocionales tan característicos del mèlo italiano –los dos episodios en los que Dario es trasladado del domicilio familiar por los enfermeros, entre la algarabía del vecindario-. Pero al mismo tiempo, la película no omite la presencia del off narrativo para huir del tremendismo –la elipsis que nos trasladará al final del relato, en el que Gabriele finalmente no podrá exteriorizar su futuro de manera libre-. Nos encontramos ante una espléndida película, en la que el gusto por el detalle –la conmovedora secuencia en la que Pietro pide a su antiguo jefe un préstamo, que este le brindará sin pedir nada a cambio; las limitaciones culturales de Tilde, al recurrir a una echadora de cartas ¡en una parroquia! que prácticamente le aconsejará acudir a ese supuesto científico extranjero que puede curar a su hijo-, no altera el doloroso reguero que seguimos, de una familia condenada al fracaso, y en la que la presencia de ese hijo, no será más que la expresión física, de una convivencia inexistente. En un conjunto tan sombrío y pesimista, en que justo es destacar el homogéneo aporte de un cast admirable, que transmite con autenticidad el drama recreado, uno no puede dejar de destacar dos secuencias extraordinarias, rodadas cada una de ella en un largo plano sostenida, que hablan a las claras, del talento como realizador de Giannetti. Ambas comparten la presencia de Pietro, el padre, y la primera de ellas se desarrollará junto a Dario, situando a los dos encima de la cama de este, mientras contempla imágenes del álbum familiar, que el joven logra recordar, transmitiendo el episodio casi un eco melancólico en torno a una felicidad perdida, mientras la cámara se desliza lentamente en un travelling en torno a ellos, casi acariciando sus rostros, y contagiándose de este espejismo de serenidad familiar. La otra, describirá en movimiento el discurrir del padre y Gabriele, mientras el primero hace ver a su hijo su necesidad de independencia, entregándole un dinero que le ha proporcionado su esposa. La cámara seguirá al joven una vez se despida del padre, en ese larguísimo travelling de retroceso, hasta que en un momento dado decida llamar por teléfono. Será quizá la constatación de una corazonada, que le hará comprobar en carne propia, la imposibilidad de huir de su destino familiar y, en ese caso concreto, toparse cara a cara con la tragedia.
https://thecinema.blogia.com/2018/040101-giorno-per-giorno-disperatamente-1961-alfredo-gianetti-dia-a-dia-desesperadament.php
Giorno per giorno disperatamente (1961) [3 errori]
Doppiaggio/Cartelli: [N° 109886] Titoli di testa. 1'13" Accreditato Luigi Origene Soffrano come "JMMY FENOMENO", che si scrive Jimmy il Fenomeno. Il film è l'opera prima di Alfredo Giannetti: doveva starci più attento.
Continuità: [N° 109888] Condominio, pianerottolo. 32'51" In due shots consecutivi (campo / controcampo) cambia la postura della mano destra di Isa Crescenzi (!!), prima fuori, poi dentro la tasca della vestaglia.
Microf./CastTecnico: [N° 109889] 33'15'' Isa Crescenzi chiude la porta di casa, e sul legno lucido si riflettono due membri della troupe.
https://www.bloopers.it/testo/index.php?id_film=14406&Lettera=G
Doppiaggio/Cartelli: [N° 109886] Titoli di testa. 1'13" Accreditato Luigi Origene Soffrano come "JMMY FENOMENO", che si scrive Jimmy il Fenomeno. Il film è l'opera prima di Alfredo Giannetti: doveva starci più attento.
Continuità: [N° 109888] Condominio, pianerottolo. 32'51" In due shots consecutivi (campo / controcampo) cambia la postura della mano destra di Isa Crescenzi (!!), prima fuori, poi dentro la tasca della vestaglia.
Microf./CastTecnico: [N° 109889] 33'15'' Isa Crescenzi chiude la porta di casa, e sul legno lucido si riflettono due membri della troupe.
https://www.bloopers.it/testo/index.php?id_film=14406&Lettera=G
La opera prima del guionista Alfredo Giannetti, "Giorno per giorno, disperatamente" de 1961, no parece contarse entre las más recordadas obras "realistas" de la cinematografía más pródiga en ejemplos de ese sub - quizá supra - género que tantas películas impuras reúne de entre grandes melodramas, dramas, comedias tristes y sainetes durante un cuarto de siglo largo prodigioso.
Poco se conoce de su autor como tal, pero cualquiera que frecuente el cine italiano de los 50 y 60 debe haber reparado en lo buenos que eran sus guiones para, sobre todo, Pietro Germi, con lo que esta película de verdad tremenda y acongojante no puede ser inesperada ni es el único paso al frente de un cineasta esos años, decidido a mirar a su manera a sus enloquecedores compatriotas cuando el cine fue más popular que nunca.
Imagino que la variante transitada por "Giorno..." es la menos rentable para explotación posible. Un film tan sobrio, duro, desapegado de la milagrosa fortuna y el requiebro complaciente, aún más estoico y difícil de ver con esperanza que "Anima nera" de Roberto Rossellini o, yéndonos a otras latitudes, "The miracle worker" de Arthur Penn, "Onna bakari no yuro" de Tanaka Kinuyo o "El mundo sigue" de Fernando Fernán Gómez - por citar contemporáneos de altura y hechuras similares - traspasa esa imaginaria frontera "comercial" hacia la que se suelen inclinar todos los supuestos retratos veraces de buena prensa.
Poco puede hacer la madre de este enfermo Dario, ni su desnortado hermano ni su padre, menos aún los que lo internan cuando tiene sus crisis y nada nosotros si adivinamos algún rasgo familiar o conocido, ni un asidero, un descanso o un respiro, porque la distancia que separa a la película de las verdades varias por las que ronda, es escasa y dolorosa. De esa distancia, a veces pulcra y estilizada, a veces engolada, depende el éxito y la admiración de tantas películas que debieran irle a la zaga; desgraciadamente, ganan los que no se ahorran mentiras ni discursos y si así se forjan los hitos de su camino, "Giorno per giorno, disperatamente" no lo es de ninguna manera y viceversa.
Cerca está Giannetti de conseguir, además, las mejores interpretaciones de la carrera de todos los actores y actrices del reparto, que no son unos amateurs pero lo parecen, mérito que no creo posible sin que haya operado un contagio o entusiasmo por conseguir alejar la "amenaza" teatral que se cernía sobre la palabra escrita utilizando varias soluciones en apariencia primarias pero sumamente inteligentes.
Me refiero sobre todo a dos: las de montaje que cortan y dejan pasar solo los gestos necesarios, que no tienen por qué guardar una factura uniforme para establecer los límites de una mirada (este es, simplificando mucho, el menos bressoniano film imaginable, el que no parece tener ningún mérito que no deba atribuirse a un intérprete) y las subordinadas que van apareciendo por encima de ellas, las rítmicas, que captan la cotidiana normalidad, tan cerca o tan lejos como sea posible, en varios tonos, en paralelo si es preciso. Las unas brillan en todo lo concerniente a los episodios violentos o aniñados del malhadado Dario y las otras en escenas como las dos impresionantes encadenadas donde surgen posibilidades abortadas de pasión respectivamente a su padre y su hermano, tan intensas como inútil sería cualquier intento de restituir la experiencia de contemplarlas.
Viéndolas en continuidad uno se pregunta de nuevo o empieza a echar de menos que el cine fuese siempre así de penetrante y sencillo.
Lejos por todo ello de deprimir al espectador con una pila de súplicas para hacerlo conmoverse invocando su fortaleza, Giannetti solo muestra, pero sutilmente da todo el protagonismo a los contados momentos en que surge un destello, de amor, de generosidad o de armonía, asumiendo que serán tan fugaces como los malos y que todo lo demás, la mayor parte que no interesa contar pero que debe quedar traslúcido al fondo, es repetición, tiempo que corre sin miramientos ni respuestas. Tratando de comprender, Giannetti no solo toma afecto a sus criaturas, también las retrata en toda su vileza - los enfermeros, el jefe de Gabriele -, pero, he ahí un pequeño secreto, utilizando el mismo procedimiento: dejándolos expresarse, no tomando por ellos la palabra ni poniendo los acentos.
Tan modesta premisa viene a ser la decisión más difícil, pues confía todo a saber captar los matices sin subrayarlos.
Las recompensas de un film como este no están por todo ello ni en el regusto final - amargo, lógico, abrupto -, la trasparencia alcanzada o lo clínicamente bien expuesto que pueda estar el mal de Dario, objetivos apriorísticos y superficiales, para los que no hace falta el cine y basta un reportaje bien documentado.
Habría que medir "Giorno per giorno, disperatamente" por cómo de cerca se quedó Giannetti de captar la confusión y bisoñez sentimental de su hermano, por cómo consiguió retratar a un padre que hizo lo que pensó era mejor y cómo persevera hasta, literalmente, el último plano a sabiendas de que se ha equivocado - me parece digna de "Make way for tomorrow" la escena del crédito con su antiguo socio -, por cómo registró la enredadera vecinal y laboral que condiciona todo o por cómo aprovechó los objetos (un cuchillo, un teléfono, una caja de recortes escolares, unos soldaditos) para componer escenas sordas, elípticas, llenas de tensión, como solo vi en las películas de Nils Malmros.
http://postcefalu.blogspot.com/2019/03/
Poco se conoce de su autor como tal, pero cualquiera que frecuente el cine italiano de los 50 y 60 debe haber reparado en lo buenos que eran sus guiones para, sobre todo, Pietro Germi, con lo que esta película de verdad tremenda y acongojante no puede ser inesperada ni es el único paso al frente de un cineasta esos años, decidido a mirar a su manera a sus enloquecedores compatriotas cuando el cine fue más popular que nunca.
Imagino que la variante transitada por "Giorno..." es la menos rentable para explotación posible. Un film tan sobrio, duro, desapegado de la milagrosa fortuna y el requiebro complaciente, aún más estoico y difícil de ver con esperanza que "Anima nera" de Roberto Rossellini o, yéndonos a otras latitudes, "The miracle worker" de Arthur Penn, "Onna bakari no yuro" de Tanaka Kinuyo o "El mundo sigue" de Fernando Fernán Gómez - por citar contemporáneos de altura y hechuras similares - traspasa esa imaginaria frontera "comercial" hacia la que se suelen inclinar todos los supuestos retratos veraces de buena prensa.
Poco puede hacer la madre de este enfermo Dario, ni su desnortado hermano ni su padre, menos aún los que lo internan cuando tiene sus crisis y nada nosotros si adivinamos algún rasgo familiar o conocido, ni un asidero, un descanso o un respiro, porque la distancia que separa a la película de las verdades varias por las que ronda, es escasa y dolorosa. De esa distancia, a veces pulcra y estilizada, a veces engolada, depende el éxito y la admiración de tantas películas que debieran irle a la zaga; desgraciadamente, ganan los que no se ahorran mentiras ni discursos y si así se forjan los hitos de su camino, "Giorno per giorno, disperatamente" no lo es de ninguna manera y viceversa.
Cerca está Giannetti de conseguir, además, las mejores interpretaciones de la carrera de todos los actores y actrices del reparto, que no son unos amateurs pero lo parecen, mérito que no creo posible sin que haya operado un contagio o entusiasmo por conseguir alejar la "amenaza" teatral que se cernía sobre la palabra escrita utilizando varias soluciones en apariencia primarias pero sumamente inteligentes.
Me refiero sobre todo a dos: las de montaje que cortan y dejan pasar solo los gestos necesarios, que no tienen por qué guardar una factura uniforme para establecer los límites de una mirada (este es, simplificando mucho, el menos bressoniano film imaginable, el que no parece tener ningún mérito que no deba atribuirse a un intérprete) y las subordinadas que van apareciendo por encima de ellas, las rítmicas, que captan la cotidiana normalidad, tan cerca o tan lejos como sea posible, en varios tonos, en paralelo si es preciso. Las unas brillan en todo lo concerniente a los episodios violentos o aniñados del malhadado Dario y las otras en escenas como las dos impresionantes encadenadas donde surgen posibilidades abortadas de pasión respectivamente a su padre y su hermano, tan intensas como inútil sería cualquier intento de restituir la experiencia de contemplarlas.
Viéndolas en continuidad uno se pregunta de nuevo o empieza a echar de menos que el cine fuese siempre así de penetrante y sencillo.
Lejos por todo ello de deprimir al espectador con una pila de súplicas para hacerlo conmoverse invocando su fortaleza, Giannetti solo muestra, pero sutilmente da todo el protagonismo a los contados momentos en que surge un destello, de amor, de generosidad o de armonía, asumiendo que serán tan fugaces como los malos y que todo lo demás, la mayor parte que no interesa contar pero que debe quedar traslúcido al fondo, es repetición, tiempo que corre sin miramientos ni respuestas. Tratando de comprender, Giannetti no solo toma afecto a sus criaturas, también las retrata en toda su vileza - los enfermeros, el jefe de Gabriele -, pero, he ahí un pequeño secreto, utilizando el mismo procedimiento: dejándolos expresarse, no tomando por ellos la palabra ni poniendo los acentos.
Tan modesta premisa viene a ser la decisión más difícil, pues confía todo a saber captar los matices sin subrayarlos.
Las recompensas de un film como este no están por todo ello ni en el regusto final - amargo, lógico, abrupto -, la trasparencia alcanzada o lo clínicamente bien expuesto que pueda estar el mal de Dario, objetivos apriorísticos y superficiales, para los que no hace falta el cine y basta un reportaje bien documentado.
Habría que medir "Giorno per giorno, disperatamente" por cómo de cerca se quedó Giannetti de captar la confusión y bisoñez sentimental de su hermano, por cómo consiguió retratar a un padre que hizo lo que pensó era mejor y cómo persevera hasta, literalmente, el último plano a sabiendas de que se ha equivocado - me parece digna de "Make way for tomorrow" la escena del crédito con su antiguo socio -, por cómo registró la enredadera vecinal y laboral que condiciona todo o por cómo aprovechó los objetos (un cuchillo, un teléfono, una caja de recortes escolares, unos soldaditos) para componer escenas sordas, elípticas, llenas de tensión, como solo vi en las películas de Nils Malmros.
http://postcefalu.blogspot.com/2019/03/
HOla
ResponderEliminarPodrias por favor volver a poner en funcionamiento los link de esta pelicula que no conozco y promete mucho
Gracias
Cambiados todos los enlaces
EliminarGracias. Excelente pelicula sórdida y amarga que desconocia. Que placer visitar este blog
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