ESPACIO DE HOMENAJE Y DIFUSION DEL CINE ITALIANO DE TODOS LOS TIEMPOS



Si alguién piensa o cree que algún material vulnera los derechos de autor y es el propietario o el gestor de esos derechos, póngase en contacto a través del correo electrónico y procederé a su retiro.




viernes, 15 de noviembre de 2013

Processo alla città - Luigi Zampa (1952)


TITULO ORIGINAL Processo alla città
AÑO 1952
IDIOMA Italiano
SUBTITULOS Español (Incorporados)
DURACION 103 min.
DIRECCION Luigi Zampa
GUION Luigi Zampa, Suso Cecchi d'Amico, Diego Fabbri, Ettore Giannini, Francesco Rosi, Turi Vasile
MUSICA Enzo Masetti
FOTOGRAFIA Enzo Serafin (B&W)
REPARTO Amedeo Nazzari, Silvana Pampanini, Paolo Stoppa, Dante Maggio, Franco Interlenghi, Irène Galter, Gualtiero Tumiati, Tina Pica, Turi Pandolfini, Franca Tamantini
PRODUCTORA Film Costellazione Produzione
PREMIOS 1953: Festival de Berlín: Sección oficial
GENERO Drama | Crimen. Drama judicial. Mafia

SINOPSIS Un respetable ciudadano es asesinado en Nápoles. El juez Spiccaci, encargado de la investigación, descubre que la víctima, un hombre de inofensiva apariencia, pertenecía a una vasta organización criminal que domina Nápoles. Las fuertes presiones que Spiccaci sufre por parte de importantes personalidades del mundo de la política y de la aristocracia, implicadas en el caso, e incluso por parte de los familiares de la víctima, están a punto de hacerlo claudicar. Sin embargo, tras la inesperada muerte de una persona inocente, se convence de que debe llegar al fondo de la investigación, aunque para ello sea preciso procesar a la ciudad entera. (FILMAFFINITY)

Enlaces de descarga (Cortados con HJ Split)


Al margen del considerable caudal de sugerencias y virtudes intrínsecamente cinematográficas que atesora su propuesta, la contemplación de PROCESSO ALLA CITTÀ (Proceso a la ciudad, 1952. Luigi Zampa) ofrece al espectador una extraña sensación. La de describir una serie de sucesos y situaciones enmarcadas en un pasado más o menos lejano –el Nápoles de inicios del siglo XX-, pero admitir con auténtico estupor que parece que nos encontremos ante hechos de pertinente actualidad. El estallido en nuestro país, incluso en un contexto democrático, de escándalos bien conocidos por todos, son referencias demasiado cercanas en la memoria de los españoles. Unos ecos estos que imposibilitan no admitir esa cercanía en la capacidad que una sociedad tiene para imbuirse y traspasar los peligrosos límites que marca la Justicia, discurriendo de manera comprometida por terrenos cenagosos en lo ético pero cómodos en lo material, en los que queda abierto traspasar la frontera de la práctica de la corrupción, bajo diferentes vertientes.
 El film de Zampa –que sin duda podemos considerar como una de sus obras mayores-, se centra en la incorporación del respetado Juez Spicacci (notable Amadeo Nazzari), al asumir la investigación del respetado matrimonio Ruotolo. Una pareja destacada por sus obras de caridad, cuyo violento asesinato –él aparece junto al mar y es encontrado por dos pequeños, ofreciendo por otro lado un inicio de película impactante-, mientras que su esposa será descubierta cadáver por parte de agentes de la policía y vecinos. El doble crimen y la ausencia de pruebas incriminatorias a probables sospechosos, provocarán la responsabilidad del caso a nivel judicial por parte de Spicacci, al cual ayudará en sus pesquisas el subcomisario Perrone (el siempre magnífico Paolo Stoppa). Ya en el primer encuentro de ambos, una situación por completo casual –la petición del joven Luigi Espósito (Franco Interlenghi) de los permisos para poder viajar con su joven esposa a Sudamérica, evitando con ello poder volver a incurrir en actividades delictivas-, supondrá el primer indicio que el jurista y el comisario acogerán para ir iniciando las pesquisas que permitan aclarar las causas del doble crimen y determinar y posteriormente detener a sus autores. Poco a poco, este indicio irá abriendo un casi sobrecogedor recorrido, en el que se situarán no solo gentes de baja catadura –prostitutas, delincuentes...- sino a su alrededor se irán incorporando algunas de las más distinguidas personalidades napolitanas del momento. Todo ello configurará un monumental mosaico social, un conjunto de demoledoras proporciones contra el que tendrá que luchar, casi en solitario, el aguerrido Spicacci, pese a encontrarse en apariencia con el amparo de las leyes y la ayuda puntual de las fuerzas policiales.
 Pero lo admirable del film de Zampa, estriba en la plena forma cinematográfica con la que el realizador acomete el magnífico guión que elaboraron de manera conjunta personalidades como Suso Cecchi d’Amigo, el propio realizador e incluso Francesco Rosi como coautor de su historia original. Lejos de suponer un reto para el cineasta italiano, resulta indudableque acometió la puesta en marcha de la película con un alto grado de implicación personal e inspiración narrativa. Para ello, destacaremos en primer lugar el espléndido y dinámico juego de cámara, que sabe extraer al máximo potencial de la articulación dramática de la función. A partir de una serie de resquicios aparecidos casi de manera casual –la presencia del joven liberado Espósito cuando el juez y el subcomisario están juntos- y manteniendo una línea narrativa, PROCESSO... va siguiendo un sendero bastante similar a las fronteras del cine noir, aunando esta tendencia con el sesgo neorrealista tardío aún vigente en el cine italiano de aquel momento. Es más, la elección temporal de la historia –que intuyo se desarrolló en un tiempo pretérito para evitar presiones que impidieran la distribución normalizada de la película- en modo alguno impide que la misma adquiera en todo momento esa sensación de inmediatez que, admirablemente, mantiene casi seis décadas después de su rodaje. Unido a ese magnífico juego de cámara, Zanpa logra incorporar al relato episodios casi insólitos, como esa sorprendente recreación de la cena que precedió al asesinato del matrimonio Ruotolo, en la que solo la perseverancia del juez logra en el último momento extraer suficientes indicios razonables, en la que se insertará el único flash-back de la película –de breve duración-, y en donde incluso el canto de una simple canción se transformará de forma repentina en una auténtico aviso de muerte.
 Pero más allá de sus hallazgos formales –los espectrales planos general nocturnos en picado sobre las calles del viejo Nápoles, mostrándonos la huída a ninguna parte del citado Espósito y su joven esposa Ninziata (Irène Galter) mientras suena la amenazadora canción napolitana-, de la poderosa caracterización de la tipología coral que se extiende en su metraje –atención a la ambivalencia que caracteriza al dueño de la casa de empeños, la forma con la que se muestra el lado oscuro del matrimonio asesinado, hasta entonces considerado por la colectividad como ejemplar-, de la lógica de sus acciones, o de la extensión social que muestra de la corrupción colectiva, unida a la ritualidad mantenida por la Camorra napolitana, lo cierto es que PROCESSO ALLA CITTÀ destaca por su visión demoledora de la condición humana. Un contexto social en el que la corrupción –mostrada en divergente grado de intensidad-, se extiende como una auténtica metástasis. Una maraña opresiva en donde un indicio lleva a otro, hasta extenderse como una sucia mancha de intereses de inciertos y sombríos perfiles. Todo ello hasta llegar al punto de que la propia esposa de Spicacci reniegue de la competencia de su esposo, que este mismo llegue a dudar de la propia operatividad de su ingente tarea, e incluso que la atormentada Ninziata comente con dolorosa lucidez a su joven esposo “No hay justicia para nosotros”. En admirable consonancia con la casi irrespirable atmósfera que muestra su metraje, el film de Zampa culmina con un episodio doloroso de imposible búsqueda de libertad por parte del infeliz Expósito, huyendo de forma infructuosa entre las vías del tren, pero cuya injusta muerte servirá para empujar al hastiado representante de la justicia a acometer ese proceso que, en realidad, engloba a la colectividad de una ciudad. Una aventura casi inabarcable, que proporciona al relato una dimensión épica quizá utópica, pero en cualquier caso sirve colofón a una película no solo excelente, sino en última instancia necesaria, reveladora de las inquietudes de Luigi Zampa, que en los momentos más inspirados de su obra se reveló como un cineasta del máximo nivel, aunando inquietudes políticas y sociales, con unas plenas formas visuales.
---
Senza dubbio Processo alla città, insieme a L’onorevole Angelina (1947), rappresenta il capolavoro di Luigi Zampa, regista troppe volte sottovalutato e compresso dai grandi registi della stagione neorealista prima e di quelli del cinema d’inchiesta, come Francesco Rosi, poi.
Il film del 1952, che nasce proprio da un’idea di Rosi e di Ettore Giannini, si ispira liberamente al primo grande processo contro un’organizzazione criminale, la camorra, avvenuto a Viterbo e noto storicamente come il “processo Cuocolo”. Cinematograficamente se n’era già occupata nel 1909 Elvira Notari, celebre regista italiana del periodo muto, caso più unico che raro, e se ne occuperà nel 1969 Gianni Serra: il 5 giugno 1906, Gennaro Cuocolo viene ucciso barbaramente a Torre del Greco. Il giorno dopo, il cadavere di sua moglie Maria Cutinelli viene ritrovato a Napoli. Il primo è un basista della camorra, la seconda è complice del marito nella sua attività. Grazie alle rivelazioni di Gennaro Abbatemaggio detto o' cucchieriello si rinviano a giudizio 47 camorristi accusati di duplice omicidio e di associazione a delinquere.
Nel film di Zampa, il nome “Cuocolo” si trasforma in “Ruotolo”, ma poco importa. La base storica della pellicola è evidente. Non si dimentichi come nel 1950 fosse stato pubblicato Il Processo Cuocolo di Livio Guidotti per i tipi della Curcio Editore.
Grazie ad una splendida sceneggiatura firmata a più mani (Ettore Giannini, Suso Cecchi D’Amico, Turi Vasile e Diego Fabbri), Zampa regala un potente affresco storico e sociale, impregnato di impegno civile, soffermandosi sul lavoro del giudice istruttore Spigacci, interpretato magnificamente da Amedeo Nazzari.
Scrive bene Gian Piero Brunetta: “L’inchiesta del giudice Spigacci parte dal semplice fatto di cronaca e si allarga a macchia d’olio, coinvolgendo e scoprendo i legami, entro una stessa trama, di personaggi appartenenti a tutte le fasce sociali” (G.P. Brunetta, Storia del cinema italiano, Vol. III, Roma, Editori Riuniti 1993, p. 467). E continua sottolineando l’emblematica scena della riunione di Pozzuoli: “Il fatto che siano assenti quarantadue persone rivela metonimicamente la presenza della camorra a tutti i livelli delle istituzioni e del potere” (Ibidem).
Pur ambientato ad inizio del XX secolo, il lavoro di Zampa si muove tra tematiche ancora attuali ai tempi del regista, così come al giorno d’oggi: il potere che la malavita organizzata sulla società, la concussione del mondo della politica e delle istituzioni, la protezione di cui molti esponenti della criminalità godono, la strenua lotta di pochi contro queste forme deviate di potere.
Con Processo alla città siamo lontani dalle istanze dell’immagine neorealista, e lo si comprende sin dalla carrellata iniziale e dalle immagini d’apertura, così come anche dalla forte struttura drammatica dell’insieme: le istanze civili e morali, la carica di indignazione del regista si mescolano egregiamente con generi più popolari, dal melodramma al cinema americano, regalando il più riuscito dramma giudiziario (tra i generi americani per eccellenza) della nostra cinematografia.
Armando Rotondi


“Reír civilizadamente. El cine de Luigi Zampa.
¿Por qué Luigi Zampa? ¿Porque murió hace veinte años? ¿Porque el último libro escrito sobre él fue de 1955 (firmado por Domeico Meccoli para la editorial Cinque Lune)? ¿Porque es uno de los pocos cineastas ignorados por las modas de las revisiones cinéfilas del estatuto ‘de culto’?
Luigi Zampa dirigió algunas de las películas con más éxito de la historia del cine italiano. Algunas de sus películas se convirtieron en legendarias: El alcalde, el guardia y la jirafita (Il vigile, 1960), Médico de mutua (Il medico della mutua, 1968). Zampa, sin embargo, nunca se convirtió en un director proverbial con un bien definido estilo artístico, como Monicelli, Risi o Comencini; los investigadores nunca han estudiado sistemáticamente su trabajo, solo se han editado algunos DVD de sus películas, y muchas de sus películas, incluidos sus trabajos más importantes, no se han emitido en televisión desde hace décadas. Por no mencionar su casi inexistente reputación en el extranjero
¿Qué le falta a Zampa? Comenzó con los ‘teléfonos blancos’, experimentó con el Neorrealismo encontrando su propia y original voz, después hizo comedias y fue el precursor de las películas de crítica social; pero Zampa nunca ha sido considerado un maestro o un padre fundador de ninguna de estas modas o géneros. Quizá Zampa siempre estuvo un poco adelantado a su tiempo. En 1948 hizo Anni difficili, una comedia sobre el fascismo y el posfascismo, que se convirtió en una moda en los sesenta. La película de 1952 Proceso a la ciudad (Processo alla città, 1952), basada en un argumento de Francesco Rosi, fue la primera película sobre la Camorra. L’arte di arrangiarsi, en 1954, prefigura el personaje interpretado por Sordi en toda su carrera.
Puede ser que Zampa pagase el precio de no ser una persona fácil, de no haber perseguido salir en los medios. No era una celebridad, dio pocas entrevistas y tuvo una brusca y moralista (en el sentido más alto del término) reserva, un poco como Fermi –excepto por desfogarse en dos novelas autobiográficas (Il suceso y Il primo giro di manovella), lo que probablemente no le granjeó muchos amigos, al menos entre los pocos que las leyeron.
Mientras vivía, Zampa experimentó todo tipo de problemas y críticas, que superó heroicamente: el caso de Anni facili, en 1953, es un ejemplo emblemático. Y casi nunca ha sido valorado y reivindicado como merecía. Colaborar (en seis películas) con un liberal antifascista como Vitaliano Bracanti en los cuarenta y los cincuenta significaba alienar moralmente (en el peor sentido) a críticos de derechas, de izquierdas o de centro. Su amargura desencantada fue erróneamente interpretada como apatía política, mientras su inagotable habilidad para narrar, describir, caracterizar, incluso indignar o divertir, no fue jamás contemplada.
Últimamente los fans de Zampa van creciendo en número. La restauración de Anni difficili, llevada a cabo en 2008 por la Cineteca de Bologna, Fondazione Cineteca Italiana de Milán y el Museo Nazionale del Cinema de Turín, han devuelto a la vida a una película esencial para conocer la historia italiana. Un inicio para redescubrir al director de quien Ettore Scola dijo, en L’Unità el 19 de agosto de 1991, que “introdujo la vena satírica en nuestro neorrealismo y ayudó a crear un estilo italiano de comedia. Zampa deseaba reírse de las tragedias de los hombres, pero reírse civilizadamente”.
Alberto Pezzota, Introducción al ciclo sobre Luigi Zampa proyectado en la XXV Edición de Il Cinema Ritrovato, junio-julio de 2011.

1 comentario:

  1. Grazie!
    Gran película que veinte años antes, prefigura el poliziesco italiano de principios de los 70 (léase la trilogía de Di Leo).

    ResponderEliminar