TÍTULO ORIGINAL
Il mulino delle donne di pietra
AÑO
1960
IDIOMA
Italiano, Inglés, Alemán y Francés (Opcionales)
SUBTÍTULOS
Español (Separado) y Alemán (Opcional)
DURACIÓN
90 min.
PAÍS
Italia
DIRECCIÓN
Giorgio Ferroni
GUIÓN
Remigio Del Grosso, Giorgio Ferroni, Ugo Liberatore, Giorgio Stegani. Diálogos: Louis Sauvat. Historia: Pieter van Weigen
MÚSICA
Carlo Innocenzi
FOTOGRAFÍA
Pier Ludovico Pavoni
REPARTO
Pierre Brice, Scilla Gabel, Wolfgang Preiss, Dany Carrel, Herbert A.E. Böhme, Liana Orfei, Marco Guglielmi, Olga Solbelli, Alberto Archetti
PRODUCTORA
C.E.C. Films, Explorer Film '58, Faro Film, Galatea Film, Wanguard Film
GÉNERO
Terror
Como recuerda con acierto Luigi Cozzi en la edición italiana en DVD de Il mulino delle donne di pietra (1960) a cargo de la firma Sinister Film (sic), esta película dirigida y en parte escrita por Giorgio Ferroni (1908-1981) guarda claro ecos estéticos del cine de terror de Hammer Films: su excelente fotografía, firmada por Pier Ludovico Pavoni, hace gala de una brillante paleta cromática que certifica la reputación del film como primera película del cine de terror italiano rodada en color. Pero no es esa la única referencia que podemos rastrear en Il mulino delle donne di pietra: nada más empezar el film, en su primera secuencia, un barquero a la orilla de un río llamando a la embarcación usando una campana hace pensar, fugazmente, en una célebre imagen de La bruja vampiro (Vampyr, 1932, Carl Theodor Dreyer). La trama guarda indiscutibles ecos de los célebres “crímenes del museo de cera”, populares sobre todo gracias a las adaptaciones firmadas por Michael Curtiz en 1933 y por André de Toth en 1953. Por otro lado, y siguiendo aquí al especialista transalpino Roberto Curti, parece ser que, aunque en sus títulos de crédito consta que Il mulino delle donne di pietra está basada en un relato del escritor holandés Pieter van Weigen “publicado en el libro “Flemish Tales”” (sic), lo cual resulta plausible a simple vista dado que la película está ambientada en la Holanda de finales del siglo XIX, la realidad es que ni ese autor ni ese volumen han existido nunca (2). Eso explica que en la mayoría de las fuentes no figuren con claridad sus guionistas, si bien hay cierta coincidencia en señalar entre estos a Remigio Del Grosso, Ugo Liberatore, Giorgio Stegani y al propio Ferroni, a los cuales se añade Louis Souvat como responsable de los diálogos de la versión francesa, dado que Francia era país coproductor. A pesar de ello, y más allá de su condición de exploit de éxitos anteriores del cine de horror, dado su carácter de modesta producción bis, a la película de Ferroni no le faltan méritos en sí misma considerada.
Como digo, Il mulino delle donne di pietra transcurre en los últimos años de la Holanda decimonónica, una elección de escenario alejado de Italia característica del cine de terror italiano en esos primeros años de existencia –y de otros géneros populares cultivados en Italia por esa misma época, como el western o la ciencia ficción–, como bien demuestran los títulos seminales del género firmados por Riccardo Freda –I vampiri (1957)–, Mario Bava –La máscara del demonio (La maschera del demonio, 1960)– y Antonio Margheriti –Danza macabra (1964) e I lunghi capelli della morte (1964)–, o imitaciones, no por ello despreciables, como las de Camillo Mastrocinque –La maldición de los Karnstein (La cripta e l’incubo, 1964) y Un angelo per Satana (1966)–, o como 5 tombe per un medium (Massimo Pupillo, 1965), que también comenté en la sección Cinema Bis de Dirigido por… (3). La trama de Il mulino delle donne di pietra roza lo delirante. El joven estudiante Hans von Armin (Pierre Brice) es enviado a la vivienda del reputado profesor de arte y afamado escultor Gregorius Wahl (Herbert A.E. Böhme) para que estudie un carillón de la propiedad de este último. Wahl vive en un enorme molino rehabilitado que conserva intacto el mecanismo, ahora utilizado para poner en funcionamiento un extraño espectáculo con las tenebrosas esculturas de figuras femeninas de Wahl, que se desplazan automáticamente sobre un carril, lo cual provoca que la vivienda del escultor sea conocida como “el molino de las mujeres de piedra”. Una vez allí, Hans conoce a la hija de Wahl, la bella Elfie (Scilla Gabel), de la cual se enamora. Pero la joven muere en circunstancias misteriosas, cuando no macabras, lo que obliga a Hans a abandonar el molino, so pena de perder la razón. Finalmente, descubriremos que todo ha sido un complot organizado por Wahl y el médico que vive también en el molino y atiende a Elfie, el Dr. Loren Bohlem (Wolfgang Preiss), quienes han asesinado impunemente a jóvenes mujeres de los alrededores con vistas a extraerles la sangre, vía transfusión, a fin de paliar la extraña dolencia sanguínea de Elfie –un poco como en la magistral Ojos sin rostro (Les yeux sans visage, 1960, Georges Franju)–, la cual no solo no ha muerto, sino además que es cómplice del complot. Las esculturas del espectáculo de Wahl no son sino los cadáveres de sus víctimas recubiertos de cera, con vistas a deshacerse de los cuerpos sin levantar sospechas. Hans y su amigo Ralf (Marco Guglielmi) llegarán justo a tiempo para salvar a su amiga Liselotte (Dany Carrel), quien a punto está de morir a manos de los habitantes del molino porque su sangre es la que proporcionaría la cura definitiva para Elfie.
Los principales méritos de Il mulino delle donne di pietra y de otros films de terror italianos de su misma época y circunstancias residen en su lograda atmósfera. En este sentido, a pesar de lo delirante de su trama y de la labor más bien mediocre de sus intérpretes, la película brilla con notable intensidad gracias a Giorgio Ferroni, realizador que suele ser invocado, sobre todo, gracias a su contribución al péplum –entre la cual destaca la agradable La guerra de Troya (La guerra di Troia, 1961)–, quien supo dotar a Il mulino delle donne di pietra de una excelente cualidad plástica, apoyándose en un sólido trabajo de elaboración de unos encuadres donde los detalles van impregnando la trama y le confieren una gran densidad. Resultan inolvidables momentos como la primera vez que Elfie se aparece ante Hans: las manos de la muchacha apartan, lentamente, una cortina; antes de que Hans tenga tiempo de reaccionar, Elfie ha desaparecido tras ese mismo cortinaje, y al rato, sus gritos desesperados atronarán detrás de los muros. Wahl advierte a Hans de que Elfie está gravemente enferma y que cualquier sobresalto es capaz de provocarle la muerte; desde el punto de vista de Hans, enamorado de la muchacha, Elfie es una especie de muerta en vida, o al menos alguien que parece existir en un plano intermedio entre la vida y la muerte, lo cual justifica los toques macabro-necrófilos de sus memorables apariciones posteriores: cuando Hans la ve en lo alto de la escalera de caracol, la muchacha parece un fantasma (o, mejor dicho, una de las “mujeres de piedra” que esculpe su padre); Hans entra en el dormitorio de Elfie y descubre a la joven con un provocativo vestido rojo y echada en la cama, de tal manera que a primera vista parece muerta; a continuación, Ferroni emplea una elipsis para mostrar la escena en la que hacen el amor, no tanto para eludir la visualización del acto sexual como acaso para evitar el mostrar a la joven haciendo nada que pueda hacerla parecer humana (ergo, viva); más adelante, Elfie sufre un ataque en presencia de Hans y, aparentemente, muere; en una extraordinaria secuencia onírica propiciada por una droga que el Dr. Loren ha vertido en su bebida, Hans sufre una macabra alucinación en la cual ve o cree ver a Elfie regresando de entre los muertos, y que incluye un par de imágenes antológicas: el rostro fantasmal de Elfie asomando en la oscuridad detrás de aquel mismo cortinaje, y el hallazgo de su cadáver en la cripta familiar por parte de Hans. Si bien es verdad que, tras este magnífico bloque puramente fantastique, la película incurre en la consabida “explicación racional”, desembocando en un clímax más convencional, incendio purificador incluido, queda para el recuerdo la imagen de las “mujeres de piedra” de Wahl quemándose y dejando al descubierto bajo sus rostros de cera las calaveras de las víctimas del escultor.
(1) http://elcineseguntfv.blogspot.com/2019/01/dirigido-por-de-enero-2019-durante-la.html
(2) En su libro «Italian Gothic Horror Films, 1957-1969» (2015). McFarland. Jefferson, Carolina del Norte. Pág. 50. El dato se cita en la página en inglés dedicada al film en Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/Mill_of_the_Stone_Women#cite_note-FOOTNOTECurti201550-2.
(3) DIRIGIDO POR..., núm. 385 (febrero 2018), pág. 90.
http://elcineseguntfv.blogspot.com/2019/05/terror-en-el-molino-il-mulino-delle.html
Nello stesso anno in cui Mario Bava sacralizzava il gotico italiano con la sua Maschera del Demonio, raccontandoci una fiaba nera grondante maledizioni, stregoneria e doppi, una folle progenie di dottori impazziti d’amore si faceva largo sugli schermi cinematografici italiani e internazionali: scienziati pazzi che pur di salvare la bellezza o la vita delle proprie amate non esitavano a sperimentare incredibili teorie rigenerative servendosi sadicamente di cavie umane, vittime da sacrificare nel nome della scienza e dell’amore. Una traiettoria narrativa, questa, che ci ha lasciato un patrimonio di gioielli assoluti come Les Yeux sans Visage (1960), di Georges Franju, il capolavoro spagnolo Gritos en la Noche di Jesus Franco (di qualche anno dopo: il 1962), o, per restare in Italia nel 1960, l’incantevole capolavoro di Giorgio Ferroni, appunto Il mulino delle donne di pietra che oggi, dopo le pregevoli edizioni dvd Sinister Film, Mondo Macabro e X Rated, la giovane e promettente etichetta tedesca Subkultur presenta per la prima volta nel mondo in quattro versioni HD ricavate da buoni trasferimenti 2K dei negativi originali. L’edizione, uscita in una tiratura limitata di 1000 esemplari, è davvero molto ricca e contiene la versione internazionale di 95 minuti; la famigerata versione francese di 90 minuti (con la scena alternativa dell’operazione “a seno nudo”); la versione italiana originale voluta dal regista di 96 minuti e, tra gli extra, la versione originale tedesca di 93 minuti.
Piatto ricco, insomma, questo BD di Il mulino delle donne di pietra e anche se il comparto extra propone concretamente solo una vecchia intervista d’archivio a Wolfgang Preiss, un trailer, la versione cinematografica tedesca e una galleria fotografica (il commento audio per noi italiani è inutile), c’è di che essere contenti, perché avere riunite e a portata di mano tutte le versioni del film non può che alimentare le sacrosante ossessioni dei filologi, ma soprattutto perché, bisogna dirlo, il trasferimento hd fa letteralmente esplodere la sublime fotografia in technicolor del film. Non tutto però fila liscio, e l’edizione paga lo scotto della sconsiderata scelta di stipare tutto questo materiale in un unico disco, anche se a doppio strato, con 50gb disponibili. Quella che poteva essere una resa perfetta dei trasferimenti subisce le infauste conseguenze dell’ovvia compressione utilizzata: parlando in dettaglio della versione italiana, che poi è quella che ci interessa maggiormente, la compressione determina in alcuni momenti del film (fortunatamente sporadici) un po’ di fastidioso rumore video.
Nulla di grave, ma credo che sarebbe bastato distribuire le quattro versioni in due dischi differenti per evitare lo spiacevole problema. Per il resto, la definizione generale si mantiene sempre su buoni livelli: il quadro è robusto, il dettaglio notevole e, come scrivevo sopra, la fotografia ne esce glorificata. Pulita e godibile la traccia italiana mono e nessun sottotitolo forzato durante la fruizione. Il classico box amaray è contenuto dentro uno slipcase cartonato che si fregia di un bellissimo artwork. In definitiva, un vero upgrade rispetto ai precedenti dvd di Il mulino delle donne di pietra (i confronti sono impietosi) ma che lascia giusto un po’ di amaro in bocca per via della compressione.
https://www.nocturno.it/home-video/il-mulino-delle-donne-di-pietra/
Il giovane Hans Von Arnim si reca dal professore Gregorius Wahl per raccogliere il materiale per lo studio da pubblicare in occasione del macabro centenario del carillon che il nonno di Wahl ha impiantato nel mulino.
Hans viene sedotto da Elfi, la bella figlia di Wahl che vive reclusa perché ogni emozione può esserle fatale e infatti muore tra le braccia di Hans durante un litigio quando lui le confessa di amare Liselotte. Il giovane non sa che il padre e il dottor Bohlem strappano da anni Elfi dalla morte sacrificando fanciulle ignare i cui cadaveri entrano a far parte del carillon..
Un classico della stagione gotica italiana che, pur usando tutto il repertorio classico dell'orrore, cimiteri e porte cigolanti incluse, resta ancora godibile nonostante il ritmo lento per gli standard attuali, grazie alle inquietanti statue del carillon ispirate a personaggi storici dal destino fosco.
E' piuttosto inusuale l'ambientazione olandese che fa da sfondo, con la nebbia e le le chiatte sui canali, alla macabra storia che funziona anche grazie alla contrapposizione tra l'atmosfera plumbea del mulino dove si consuma la vita solitaria di Elfi e la vitalità dei giovani d'inizio secolo: Liselotte è una studentessa d'arte, Annelore una modella che finisce a far la statua nel mulino invece che la vedette in un cafè chantant parigino.
Ferroni sa fondere con originalità diversi riferimenti, da quelli letterari di Edgar Allan Poe (la necrofilia e la resurrezione) a quelli cinematografici, il più lampante è quello con La Maschera di Cera di Andrè De Toth tanto che confesso di aver fuso i due film, nelcorso degli anni, in un introvabile Mulino delle donne di cera!
L'elemento di forza sta nella fotografia in technicolor che con una semplice variazione di filtro sa costruire l'allucinazione a cui è soggetto Hans dopo esser stato drogato e le statue molto più inquietanti di quelle de La Maschera di Cera.
https://www.desordre.it/desordre/2017/06/il-mulino-delle-donne-di-pietra-.html
El molino como espacio gótico del cine fantástico
...
Antes de que apareciese el “Giallo”, el cine de terror italiano llevaba años destacando gracias a su filmografía “gótica”, de la que El molino de las mujeres de piedra (Il mulino delle donne di pietra, Giorgio Ferroni, 1960)
constituye una digna muestra que utiliza el molino como atributo de la identidad nacional: la historia se ubica en una Holanda que no es solo la tierra de los tulipanes. Pero de tópico folclórico, el molino pasa enseguida a convertirse en vivienda de los protagonistas y, a continuación,
en espacio de terror gótico en toda regla.
Desde el punto de vista argumental, esta película es una inteligente mixtura de éxitos precedentes como Los crímenes del museo de cera (House of Wax, André de Toth, 1953), Los vampiros (I Vampiri, Riccardo Freda, 1957) y Los ojos sin rostro (Les yeux sans visage, Georges Franju, 1960). En lo referente a la estética, Ferroni toma préstamos del expresionismo alemán por el tipo de fotografía empleada, aunque en este
caso el tradicional blanco y negro sea sustituido por un moderno cromatismo. La interpretación del reparto, la dirección artística y la banda sonora musical son exponentes del buen hacer del cine gótico italiano de la época. En suma, sobre un terreno bien abonado crece un filme estimable cuya originalidad radica en una sabia combinación de modelos preexistentes.
El molino, en este filme, posee una idiosincrasia especial al cobijar en su interior, por una parte, un sótano donde el “Mad Doctor” (encarnado por Wolfgang Preiss) ha establecido su laboratorio; por otra, un carillón gigante que pone en movimiento una serie de figuras de cera. Categorías
estéticas como lo Grotesco, lo Gótico y lo Siniestro avanzan juntas cada vez que se pone en marcha el mecanismo de relojería, y el macabro desfile circular coreografía la música que lo acompaña. El gigantesco autó-
mata se convierte en el doble siniestro de lo que en su día gozó de juvenil vida: las figuras del carillón enmascaran en su interior los cadáveres de las infortunadas que el médico asesinó para alimentar con su sangre a su moribunda hija. Afortunadamente, la dirección artística contribuye a la
unidad y coherencia de una película que alberga tal variedad de temas.
La ciencia-ficción y el vampirismo se integran sin problemas gracias al decorado gótico del que el molino se erige como emblema.
Dr. Carlos A. Cuéllar Alejandro (Universitat de València)
No hay comentarios:
Publicar un comentario