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domingo, 31 de octubre de 2021

In guerra per amore - Pierfrancesco Diliberto (2016)

TÍTULO ORIGINAL
In guerra per amore
AÑO
2016
IDIOMA
Italiano
SUBTÍTULOS
Español (Separados), Italiano e Inglés (Opcionales)
DURACIÓN
97 min.
PAÍS
Italia
DIRECCIÓN
Pierfrancesco Diliberto
GUIÓN
Pierfrancesco Diliberto, Michele Astori, Marco Martani
MÚSICA
Santi Pulvirenti
FOTOGRAFÍA
Roberto Forza
REPARTO
Pierfrancesco Diliberto, Miriam Leone, Andrea Di Stefano, Maurizio Marchetti, Stella Egitto, Vincent Riotta, Sergio Vespertino, Craig Peritz, Maurizio Bologna, Mario Pupella, Forest Baker, Antonello Puglisi, Orazio Stracuzzi
PRODUCTORA
Wildside, RAI Cinema
GÉNERO
Drama. Comedia | II Guerra Mundial. Mafia. Homosexualidad

Sinopsis
Ambientada en la época de la llegada de los estadounidenses a Sicilia durante la II Guerra Mundial. Arturo (Pierfrancesco Diliberto) tendrá que alistarse en el ejército de Estados Unidos si quiere ganarse el corazón de su amada Flora. (FILMAFFINITY)
 
 Premios
2016: Premios David di Donatello: Premio David Giovani. 7 nominaciones
 
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Sub 

En 2013, Pierfrancesco Diliberto, más conocido como PIF, debutó con su ópera prima titulada “La mafia mata solo en verano”, donde aborda la temática de una Sicilia dominada por el crimen organizado entre los 70s y los 90s. En esta oportunidad, vuelve a ponerse detrás y delante de cámara como guionista, director y actor encarnando a Arturo Giammaresi en “A la Guerra con Amor” para reflexionar sobre asuntos relacionados.

Basada en hechos reales, esta comedia cuenta la historia de amor entre Arturo y Flora (Miriam Leone), la sobrina del dueño de un restaurante en Nueva York que está comprometida con el hijo de un jefe de la mafia, mano derecha de Lucky Luciano. La única solución viable es que el joven pida la mano de su amada al padre, con el simple inconveniente de que vive en Sicilia. Es así como se alistará al ejército norteamericano que busca liberar a Italia de las tropas del Eje y viajará a destino con el objetivo de poder casarse con Flora.

Al igual que en su primer film, PIF busca mostrar la situación de su Sicilia natal, sobre todo lo correspondiente al inicio y al poder de las mafias en dicho territorio. En este caso lo conecta con el paso de los aliados por el lugar y la facilitación que le otorgaron para conseguir puestos de máxima autoridad.

La particularidad de “A la Guerra por Amor” es la utilización de la comedia como recurso para retratar dichos acontecimientos, con un tono irónico, satírico y hasta absurdo por momentos. Combina de una buena manera este género con el romance, la historia bélica y algunos tintes dramáticos para realizar una clara crítica y plantear su posición.

También está bien utilizado el elemento de la voz en off, la cual intervenía en los instantes justos para mostrar una reflexión o pensamiento del protagonista, sin cansar ni sobreexponer información.

Todo el elenco funciona a la perfección, tanto con un protagonista con el que podemos empatizar como con secundarios que aportan su cuota delirante, entrañable y graciosa.

En síntesis, “A la Guerra por Amor” es una película fresca que viene a proponer una crítica y un repaso sobre acontecimientos complejos de la historia desde una mirada cómica, romántica, delirante, que generará una reflexión en el espectador al mismo tiempo que lo divertirá y sacará unas cuantas sonrisas.

Sami Schuster
https://cinefiloserial.com.ar/critica-de-a-la-guerra-por-amor-de-pierfrancesco-diliberto-2016/

De la misma manera que «no se debe juzgar un libro por la cubierta», tampoco deberíamos decidir nunca entre una película u otra por su cartel, piezas de promoción que, indudablemente, favorecen nuestro favor en aquellas ocasiones en que acudimos a la sala de cine sin una elección previa. Un error, porque la gran mayoría de las veces son piezas ajenas por completo al autor de la película, igual que el tráiler o la elección del título para el mercado internacional, cuya responsabilidad suele estar en la distribuidora de la película, ni siquiera siempre en su productora. Sucede lo mismo con las secuencias de créditos, que no siempre tienen la fortuna de estar diseñadas por Saul Bass, Norman McLaren, Maurice Binder, Pablo Ferro, Kyle Copper, Daniel Kleinman o Juan Gatti, así como con las primeras secuencias de una película, que aspiramos tengan la capacidad de introducirnos en menos de 5 minutos dentro de un universo nuevo que tendemos a juzgar por esa carta de presentación. Mucho cuidado, porque alguna vez podemos llevarnos alguna sorpresa, como sucede con este Amor a la siciliana, que tienen la apariencia de una comedia romántica de Roberto Benigni, para terminar siendo una obra mucho menos superficial cuando le quitamos el envoltorio y descubrimos el intenso sabor del caramelo que ocultan dentro.

Esta errónea impresión también puede estar provocada por el hecho de que su director es también su guionista y protagonista, haciendo de Pierfrancesco Diliberto el máximo responsable de una película que parece igualmente una especie de Forrest Gump a la italiana, cosa que también no deja de ser una trampa porque no hace falta avanzar demasiado en el relato para comprobar que el cineasta utiliza metáforas sencillas de una manera cómica para introducir la crítica social y política —impagable es la carrera para llegar al refugio entre la vecina que carga con su «madonnina», mientras que el otro quiere salvar a toda costa a su «mussolinino», como que sea el ciego el que alerte de la llegada de los bombarderos o esa elocuente imagen del burro volando que permite a un niño creer en cosas imposibles— en un contexto que habíamos anticipado como meramente cómico y romántico, para terminar siendo un conmovedor alegato antibélico que demuestra de qué manera la injerencia de elementos externos terminan por configurar una desoladora realidad en un contexto completamente ajeno. Así es como lo que comienza pareciendo un relato meramente entretenido, termina por helarte la sangre al reconocer esos mismos efectos secundarios de Sicilia son perfectamente equivalentes a los de la sociedad española, consecuencia de otras acciones, en nuestro caso más internas que externas, que nos permiten entender que hoy en día tengamos que seguir curando cicatrices que habrían debido estar hace mucho tiempo cerradas.
https://jackeltuerto.wordpress.com/2017/10/20/critica-de-amor-a-la-siciliana/

Pierfrancesco Diliberto, in arte Pif, torna a mettere in scena la Sicilia e la mafia, ma stavolta esprime il lato più deteriore del suo approccio al cinema, e alla regia.
L’impronunciabile parola ‘water’
New York 1943. Mentre il mondo è nel pieno della seconda guerra mondiale, Arturo vive la sua travagliata storia d’amore con Flora. I due si amano, ma lei è promessa sposa al figlio di un importante boss. Per convolare a nozze, il nostro protagonista deve ottenere il sì del padre della sua amata che vive in un paesino siciliano. Arturo, giovane e squattrinato, ha un solo modo per raggiungere l’isola: arruolarsi nell’esercito americano che si prepara per lo sbarco in Sicilia: l’evento che cambierà per sempre la storia della Sicilia, dell’Italia e della Mafia. [sinossi]
La mafia ucciderà pure solo d’estate, ma anche in guerra non scherza mica… Battute a parte, Pierfrancesco Diliberto, più conosciuto con il nome d’arte Pif, torna con In guerra per amore a ragionare sugli stessi schemi mentali e in qualche modo blandamente sociologici che erano alla base anche del suo esordio, La mafia uccide solo d’estate. Nella storia del cameriere Arturo, immigrato a New York dalla natia Palermo, che deve fare ritorno in Sicilia per ottenere la mano dell’amata Flora dal padre malato e battere così sul tempo il sordido figlio del boss mafioso che ha messo gli occhi sulla ragazza, c’è lo stesso sguardo ingenuo, tra Candide – vertice alto – e il Roberto Benigni de La vita è bella – vertice basso – che caratterizzava il protagonista del primo film, non a caso a sua volta chiamato Arturo Giammarresi, quasi che si cercasse una liason non solo narrativa ma anche e soprattutto storica, sociale, forse persino politica.

Non ha ambizioni da poco, Pif, e le denuncia fin da subito, con quel “A Ettore Scola” che racchiude al suo interno non solo il ricordo di un grande nome del cinema italiano deceduto quest’anno, ma la volontà di riallacciare la propria creatura a un’epoca della produzione nostrana nella quale mettevano in scena il Paese, insieme al regista di C’eravamo tanto amati i vari Dino Risi, Mario Monicelli e Antonio Pietrangeli. Sulla carta In guerra per amore dovrebbe dare del tu a quei capolavori, mescolando la Storia alla storia, il racconto di una nazione a quello di un’umanità umile, ai margini, sconfitta eppure in grado di reagire con una forza inattesa. Arturo, che si cala sulla terra siciliana a cavalcioni di un asino e ha vissuto per anni a New York senza essere in grado di pronunciare la parola water (in una delle gag meno riuscite e più improbabili di un campionario che non brilla certo per intelligenza creativa), è un buono oltre ogni bontà, incapace della minima infrazione alle regole morali che lo sorreggono quasi suo malgrado. È un puro, e deve sopravvivere alla più totale delle impurità, la guerra.


Questo spunto, di per sé anche interessante e potenzialmente gravido di ben più di una stratificazione, si trasforma ben presto in una caotica macchietta, disperdendo tutto il suo ipotetico valore. Se dietro la macchina da presa Pif non sembra ancora possedere la maturità richiesta (tra montaggi proibiti, edulcorate scelte di illuminazione, movimenti di camera enfatici quanto privi di un reale valore), la sceneggiatura lavorata a sei mani da lui, Michele Astori e Marco Martani fa acqua da tutte le parti. Non solo non funzionano gli oramai abituali bozzetti umani tipici dei film ambientati in Sicilia – i ciechi messi ad avvistare i bombardieri alleati, il mafioso grasso e laido, il bambino in bretelle e calzoncini, la vecchietta che adora la Madonna – ma viene meno anche ogni senso della narrazione: se è così fondamentale raggiungere la Sicilia per chiedere la mano di Flora, e per far questo si rischia addirittura la vita in guerra, perché Arturo perde tempo in ogni modo possibile e immaginabile invece di andare diritto verso l’obiettivo? E visto che Flora è l’organizzatrice di questo bislacco piano, perché non provvede lei stessa ad avvisare i parenti con una lettera dell’arrivo dell’amato segreto? Ancora, visto che il boss mafioso del paesello ha ricevuto l’ordine d’oltreoceano di far fuori Arturo, perché i suoi sicari non tentano mai di portare a termine il compito, adducendo come scusa che non lo trovano mai “da solo”?
Di domande destinate a rimanere senza risposta se ne potrebbero formulare molte altre, e dimostrano la scarsa volontà degli autori della sceneggiatura di lavorare in direzione del pubblico; solo questa mancanza di interesse verso lo spettatore può infatti giustificare uno script infarcito di buchi narrativi, di luoghi comuni, di barzellette poco divertenti e tirate per le lunghe (il rapporto morboso tra il nonno del già citato bambino e una statuetta raffigurante Benito Mussolini con il braccio levato nel saluto fascista). In guerra per amore è un film costruito sul nulla, accontentandosi sempre della via più facile, e che tende solo a una rappresentazione favolistica, ma con risvolto amaro, della storia siciliana. Nell’andare a leggere l’interpretazione politica di ciò che avvenne a cavallo della fine della Seconda Guerra Mondiale si incappa in una visione univoca, dove ogni male viene dalle truppe statunitensi, colpevoli di aver dato libertà alla mafia laddove la dittatura fascista aveva tenuto sotto scacco la criminalità organizzata nell’isola. Una verità parziale, che viene però ricondotta a unica e indissolubile, come il rapporto tra i mafiosi e la Democrazia Cristiana (che a giudicare da quanto detto nel film fu frutto esclusivo del volere degli alleati statunitensi); Pif sembra quasi mettere sotto accusa lo stesso Roosevelt, in un’inquadratura finale che sfrutta la retorica nel modo più deteriore.

Né il cinema politico né la commedia di impegno sociale dovrebbero essere condotti in modo simile, strizzando l’occhio al pubblico più disinteressato e sorvolando su alcune esigenze dell’impianto scenico. Se solo Pif avesse a disposizione un proprio immaginario, un proprio “sguardo”, potrebbe forse sopperire alle incongruenze, alle semplificazioni e alle forzature di In guerra per amore (personaggi creati a mero uso e consumo di subnarrazioni prive di costrutto, per esempio); così non è, e la sua opera seconda svela già il volto di un nuovo prodotto del mercato dello spettacolo che sulla sua strada, casualmente, ha incontrato anche il cinema e l’ha fatto, senza comprenderlo davvero fino in fondo.

Raffaele Meale
https://quinlan.it/2016/10/13/in-guerra-per-amore/

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