TÍTULO ORIGINAL
18 regali
AÑO
2020
IDIOMA
Italiano
SUBTÍTULOS
Español (Incorporados)
DURACIÓN
115 min.
PAÍS
Italia
DIRECCIÓN
Francesco Amato
GUIÓN
Francesco Amato, Massimo Gaudioso, Davide Lantieri, Alessio Vicenzotto
FOTOGRAFÍA
Gherardo Gossi
REPARTO
Vittoria Puccini, Benedetta Porcaroli, Edoardo Leo, Sara Lazzaro, Marco Messeri, Elisabetta Pedrazzi, Alessandro Giallocosta
PRODUCTORA
Lucky Red, 3 Marys Entertainment, RAI Cinema, Vision Distribution, Sky Italia, Ministero dei Beni e delle Attività Culturali e del Turismo
GÉNERO
Drama | Familia. Basado en hechos reales
Sinopsis
Basada en la historia real de Elisa Girotto, una mujer italiana que falleció a los 40 años, dejándole a su hija recién nacida un regalo para acompañarla en cada uno de sus cumpleaños hasta que cumpliese 18 años. (FILMAFFINITY)
Cuando la historia de Elisa Girotto llegó a la prensa y a internet, dio la vuelta al mundo y llamó la atención de varios productores extranjeros, ya que una historia tan bonita y conmovedora merecía convertirse en película. Pero el marido de Elisa, Alessio Vicenzotto, decidió confiarle la extraordinaria historia de su esposa a Francesco Amato (Déjate llevar [+], Cosimo e Nicole [+]). Mientras estaba embarazada, Elisa descubrió que padecía una enfermedad incurable y, consciente de que no llegaría a ver crecer a su hija, decidió estar presente durante su infancia y dejarle un regalo por cada uno de sus cumpleaños. Así surgió 18 regali [+], una película en cuyo guión también ha participado Vicenzotto. Es una historia desgarradora pero también una extraordinaria celebración de la vida, que reinventa una historia real imaginando que las dos mujeres se encuentran en alguna especie de tercera dimensión, donde coexisten el presente y el pasado.
La película parece tomar como referencia a Peggy Sue se casó y Regreso al futuro para trasladarnos a una especie de Estados Unidos suburbano en sus localizaciones: una zona residencial de casas y jardines de donde nuestra protagonista quiere escapar. Para Anna (Benedetta Porcaroli, estrella de la serie de Netflix Baby), su cumpleaños es un hecho traumático: primero, porque es el día en que murió su madre; y segundo, porque los regalos que le dejó para cada uno de sus cumpleaños se han convertido en una especie de carga. Así, el día de su decimoctavo cumpleaños, se niega a abrir el último paquete. Tras una acalorada discusión con su padre, Alessio (Edoardo Leo, que también está en el cine con La dea fortuna [+], de Ferzan Ozpetek), sale furiosa de su casa y es atropellada por un coche. Y aquí se produce el cambio: Anna se ve transportada al 2001 y Elisa (Vittoria Puccini – Bésame otra vez [+], The Place [+]), acude en su ayuda el mismo día que descubre que está gravemente enferma.
Tras su desorientación inicial, Anna decide entrar en la casa y en la vida de Elisa (que ignora la verdadera identidad de la joven) para conocer a su madre y permanecer cerca de ella hasta el día del parto. A pesar de tener personalidades diferentes, ambas mujeres establecen un vínculo cercano. Anna se comunica con su madre de una forma fiel a su naturaleza adolescente, que alterna momentos de afecto con arrebatos de ira y, por último, asume su ausencia. Elisa aprende que aunque planees la vida de tus hijos, es importante dejar que sean independientes. Todo se desarrolla en un crescendo emocional que no teme mostrar dolor, ni tampoco la progresiva desesperación de los personajes frente al epílogo inminente. Sin embargo, respeta la historia original y evita la manipulación emocional y el sentimentalismo. El guión (escrito por Amato, Vicenzotto, Massimo Gaudioso y Davide Lantieri) es sólido y los sentimientos que se exploran en este trabajo son tan universales que no nos sorprendería ver alguna que otra adaptación extranjera.
Vittoria Scarpa
https://cineuropa.org/es/newsdetail/383113/
La película parece tomar como referencia a Peggy Sue se casó y Regreso al futuro para trasladarnos a una especie de Estados Unidos suburbano en sus localizaciones: una zona residencial de casas y jardines de donde nuestra protagonista quiere escapar. Para Anna (Benedetta Porcaroli, estrella de la serie de Netflix Baby), su cumpleaños es un hecho traumático: primero, porque es el día en que murió su madre; y segundo, porque los regalos que le dejó para cada uno de sus cumpleaños se han convertido en una especie de carga. Así, el día de su decimoctavo cumpleaños, se niega a abrir el último paquete. Tras una acalorada discusión con su padre, Alessio (Edoardo Leo, que también está en el cine con La dea fortuna [+], de Ferzan Ozpetek), sale furiosa de su casa y es atropellada por un coche. Y aquí se produce el cambio: Anna se ve transportada al 2001 y Elisa (Vittoria Puccini – Bésame otra vez [+], The Place [+]), acude en su ayuda el mismo día que descubre que está gravemente enferma.
Tras su desorientación inicial, Anna decide entrar en la casa y en la vida de Elisa (que ignora la verdadera identidad de la joven) para conocer a su madre y permanecer cerca de ella hasta el día del parto. A pesar de tener personalidades diferentes, ambas mujeres establecen un vínculo cercano. Anna se comunica con su madre de una forma fiel a su naturaleza adolescente, que alterna momentos de afecto con arrebatos de ira y, por último, asume su ausencia. Elisa aprende que aunque planees la vida de tus hijos, es importante dejar que sean independientes. Todo se desarrolla en un crescendo emocional que no teme mostrar dolor, ni tampoco la progresiva desesperación de los personajes frente al epílogo inminente. Sin embargo, respeta la historia original y evita la manipulación emocional y el sentimentalismo. El guión (escrito por Amato, Vicenzotto, Massimo Gaudioso y Davide Lantieri) es sólido y los sentimientos que se exploran en este trabajo son tan universales que no nos sorprendería ver alguna que otra adaptación extranjera.
Vittoria Scarpa
https://cineuropa.org/es/newsdetail/383113/
Una inyección de sabiduría
Enrique Posada
Esta es una película valiosa, entretenida y bien hecha. Trata de las difíciles relaciones entre padres e hijos, que por bien intencionados, inteligentes y comprometidos que estén, no siempre la tienen fácil. Este será tema para historias, para reflexiones en el cine por siempre, puesto que son infinitas las combinaciones y las posibilidades, influidas por el medio ambiente y por las circunstancias. Uno de los más poderosos ingredientes de este humano coctel de emociones y de experiencias es el amor, sean el maternal, el paternal o el filial, cuyo sentido profundo y cuya capacidad de expresión con frecuencia tienen la clave para desatar el nudo de los sufrimientos y liberar los caminos de la felicidad.
Una de las manifestaciones naturales del amor es el regalo. Esta palabra, la acción y el resultado del verbo regalar, puede venir del latín regalis, lo propio de lo real, del rey, en el sentido de los agasajos que se le daban al soberano. También puede que se derive de la voz francesa galer, divertir, con el prefijo re, de intensidad. En el mismo origen distinguimos dos significados de amplia variación, desde lo real y lo solemne hasta lo divertido. Igual sucede en la práctica, donde la palabra tiene amplios significados y, por ende, amplias interpretaciones que pueden diferir mucho entre lo que piensa, quiere y siente el que da el regalo y los mismos sentimientos y experiencias el que lo recibe, especialmente si estos dos no tienen la oportunidad de comunicarse directamente, de entregar, de recibir y de agradecer el uno al otro. Los regalos implican, en su forma natural y simple, bondad, agasajo y obsequio; halago o cortesía. Pueden ser ofrendas, donaciones de naturaleza, solemnes, o simplemente pequeños detalles que se dan para expresar amistad y cercanía; pueden tener naturaleza mística o trascendental que suponen profundo agradecimiento, como el regalo de la vida o los dones de la naturaleza; pueden experimentarse como una gracia que se recibe por generosidad del oferente o como un derecho o una limosna, que se asocian con cierto nivel de conflicto, de artificialidad y de obligación; pueden interpretarse como dignos de agradecimiento o como incentivos para condicionar las actitudes, como sobornos o dádivas manipuladoras. En su naturaleza básica, se los denomina presentes, quizás por la vitalidad del momento de la entrega, en tiempo presente y real (¿el tiempo del rey?), con ambos protagonistas en acción evidente de dar y recibir.
Me he detenido en estos divertimentos semánticos porque de eso trata la película, solo que en una forma todavía más rica en significados y sutilezas. Pienso que todo espectador que la vea va haciendo un recorrido desde su niñez hasta su vida de adulto, recorriendo esos momentos en los cuales recibía presentes y regalos de todo tipo, materiales e inmateriales, dando lugar, esas acciones de dar y recibir, a impresiones duraderas y a impactos e influencias sobre los sistemas de creencias y sobre la conciencia personal. Me atrevería a declarar que la capacidad de dar, de ser generosos y de agradecer está en la base de la solución potencial de la mayor parte de los conflictos humanos.
Nos cuenta, la película, la historia (se nos dice que real) de Elisa Girotto, una joven madre, de vida feliz, empleada de una agencia de búsqueda de empleos, que a los 40 años quedó embarazada, al mismo tiempo que recibía el diagnóstico de tener un cáncer terminal. Su esposo es un hombre jovial y divertido, apasionado por el fútbol, deporte en el cual actuaba como estratega y entrenador. La noticia del cáncer es toda una tragedia para Elisa, que se da cuenta de que no podrá ver a su hija crecer. Ante este hecho inevitable, decide inventarse un esquema para estar cercana a su hija, mediante una serie de regalos sorpresa que dejará encomendados a la gestión de su esposo, de modo que su hija sienta su compañía y su amor durante sus 18 primeros cumpleaños.
Todo parece hermoso e inocente, una manifestación creativa e inteligente de un inmenso amor maternal que se resiste a morir, que se proyecta más allá de la muerte. Sin embargo, algo muy distinto ocurre en la realidad con los sentimientos de Anna, la hija, que nunca pudo entender el ser huérfana de madre, no obstante todos los esfuerzos, cariño y dedicación de su padre, que nunca se volvió a casar y que se dedicó con pasión a su hija. Para ella, su cumpleaños y los regalos que recibe de parte de su desparecida madre se convierten en torturas y frustraciones, que van adquiriendo carácter traumático. Ahora que llega al número 18, siente que por fin se podrá liberar de una tradición que no comprende y que no acepta. Es en este momento que se desata una trama inesperada e increíble, un viaje de los protagonistas a una tierra donde el pasado y el futuro se convierten en un presente lleno de revelaciones y de sabiduría.
Es allí donde los regalos también se convierten en presentes, adquiriendo un rico significado atemporal, porque se envuelven en los papeles de la ternura y se atan con los lazos del amor. Ana tiene la fortuna de despertar a una nueva realidad y de atestiguar algo que estaba reservado para ella, como una gracia especial, como un diseño trascendente y misterioso de la vida, que solo se advierte cuando se corre el oscuro velo del egoísmo personal y se dejan de lado las interpretaciones limitantes que las personas aceptan como una realidad que no se puede cambiar, pero que en realidad son inventos propios a los que se puede renunciar.
Si se mira con profundidad y atención este filme, no dejándose atrapar completamente por el melodrama evidente (y atractivo en verdad), sino observando los tejidos de la conciencia y sus funcionamientos, todos podremos recibir una verdadera donación, en tiempo de regalos, en tiempo presente y real, una inyección de sabiduría, una vacuna permanente contra la ingratitud.
http://www.elespectadorimaginario.com/18-regalos/
Enrique Posada
Esta es una película valiosa, entretenida y bien hecha. Trata de las difíciles relaciones entre padres e hijos, que por bien intencionados, inteligentes y comprometidos que estén, no siempre la tienen fácil. Este será tema para historias, para reflexiones en el cine por siempre, puesto que son infinitas las combinaciones y las posibilidades, influidas por el medio ambiente y por las circunstancias. Uno de los más poderosos ingredientes de este humano coctel de emociones y de experiencias es el amor, sean el maternal, el paternal o el filial, cuyo sentido profundo y cuya capacidad de expresión con frecuencia tienen la clave para desatar el nudo de los sufrimientos y liberar los caminos de la felicidad.
Una de las manifestaciones naturales del amor es el regalo. Esta palabra, la acción y el resultado del verbo regalar, puede venir del latín regalis, lo propio de lo real, del rey, en el sentido de los agasajos que se le daban al soberano. También puede que se derive de la voz francesa galer, divertir, con el prefijo re, de intensidad. En el mismo origen distinguimos dos significados de amplia variación, desde lo real y lo solemne hasta lo divertido. Igual sucede en la práctica, donde la palabra tiene amplios significados y, por ende, amplias interpretaciones que pueden diferir mucho entre lo que piensa, quiere y siente el que da el regalo y los mismos sentimientos y experiencias el que lo recibe, especialmente si estos dos no tienen la oportunidad de comunicarse directamente, de entregar, de recibir y de agradecer el uno al otro. Los regalos implican, en su forma natural y simple, bondad, agasajo y obsequio; halago o cortesía. Pueden ser ofrendas, donaciones de naturaleza, solemnes, o simplemente pequeños detalles que se dan para expresar amistad y cercanía; pueden tener naturaleza mística o trascendental que suponen profundo agradecimiento, como el regalo de la vida o los dones de la naturaleza; pueden experimentarse como una gracia que se recibe por generosidad del oferente o como un derecho o una limosna, que se asocian con cierto nivel de conflicto, de artificialidad y de obligación; pueden interpretarse como dignos de agradecimiento o como incentivos para condicionar las actitudes, como sobornos o dádivas manipuladoras. En su naturaleza básica, se los denomina presentes, quizás por la vitalidad del momento de la entrega, en tiempo presente y real (¿el tiempo del rey?), con ambos protagonistas en acción evidente de dar y recibir.
Me he detenido en estos divertimentos semánticos porque de eso trata la película, solo que en una forma todavía más rica en significados y sutilezas. Pienso que todo espectador que la vea va haciendo un recorrido desde su niñez hasta su vida de adulto, recorriendo esos momentos en los cuales recibía presentes y regalos de todo tipo, materiales e inmateriales, dando lugar, esas acciones de dar y recibir, a impresiones duraderas y a impactos e influencias sobre los sistemas de creencias y sobre la conciencia personal. Me atrevería a declarar que la capacidad de dar, de ser generosos y de agradecer está en la base de la solución potencial de la mayor parte de los conflictos humanos.
Nos cuenta, la película, la historia (se nos dice que real) de Elisa Girotto, una joven madre, de vida feliz, empleada de una agencia de búsqueda de empleos, que a los 40 años quedó embarazada, al mismo tiempo que recibía el diagnóstico de tener un cáncer terminal. Su esposo es un hombre jovial y divertido, apasionado por el fútbol, deporte en el cual actuaba como estratega y entrenador. La noticia del cáncer es toda una tragedia para Elisa, que se da cuenta de que no podrá ver a su hija crecer. Ante este hecho inevitable, decide inventarse un esquema para estar cercana a su hija, mediante una serie de regalos sorpresa que dejará encomendados a la gestión de su esposo, de modo que su hija sienta su compañía y su amor durante sus 18 primeros cumpleaños.
Todo parece hermoso e inocente, una manifestación creativa e inteligente de un inmenso amor maternal que se resiste a morir, que se proyecta más allá de la muerte. Sin embargo, algo muy distinto ocurre en la realidad con los sentimientos de Anna, la hija, que nunca pudo entender el ser huérfana de madre, no obstante todos los esfuerzos, cariño y dedicación de su padre, que nunca se volvió a casar y que se dedicó con pasión a su hija. Para ella, su cumpleaños y los regalos que recibe de parte de su desparecida madre se convierten en torturas y frustraciones, que van adquiriendo carácter traumático. Ahora que llega al número 18, siente que por fin se podrá liberar de una tradición que no comprende y que no acepta. Es en este momento que se desata una trama inesperada e increíble, un viaje de los protagonistas a una tierra donde el pasado y el futuro se convierten en un presente lleno de revelaciones y de sabiduría.
Es allí donde los regalos también se convierten en presentes, adquiriendo un rico significado atemporal, porque se envuelven en los papeles de la ternura y se atan con los lazos del amor. Ana tiene la fortuna de despertar a una nueva realidad y de atestiguar algo que estaba reservado para ella, como una gracia especial, como un diseño trascendente y misterioso de la vida, que solo se advierte cuando se corre el oscuro velo del egoísmo personal y se dejan de lado las interpretaciones limitantes que las personas aceptan como una realidad que no se puede cambiar, pero que en realidad son inventos propios a los que se puede renunciar.
Si se mira con profundidad y atención este filme, no dejándose atrapar completamente por el melodrama evidente (y atractivo en verdad), sino observando los tejidos de la conciencia y sus funcionamientos, todos podremos recibir una verdadera donación, en tiempo de regalos, en tiempo presente y real, una inyección de sabiduría, una vacuna permanente contra la ingratitud.
http://www.elespectadorimaginario.com/18-regalos/
Gracias Amarcord!
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