TÍTULO ORIGINAL
Il profumo della signora in nero
AÑO
1974
IDIOMA
Italiano
SUBTÍTULOS
Español e Inglés (Opcionales)
DURACIÓN
101 min.
PAÍS
Italia
DIRECCIÓN
Francesco Barilli
GUIÓN
Francesco Barilli, Massimo D'Avak
MÚSICA
Nicola Piovani
FOTOGRAFÍA
Mario Masini
REPARTO
Mimsy Farmer, Maurizio Bonuglia, Mario Scaccia, Donna Jordan, Orazio Orlando, Jho Jhenkins, Nike Arrighi, Lara Wendel, Aleka Paizi, Renata Zamengo, Edmund Purdom
PRODUCTORA
Eurointer
GÉNERO
Terror. Intriga. Thriller | Giallo. Drama psicológico. Película de culto
Sinopsis
Una mujer se encuentra con una trama de magia negra y apariciones fantasmales. No sabe si es especie de su locura u ocurre de verdad. (FILMAFFINITY)
Premios
1974: Sitges: Sección competitiva
Andaba yo perdido en las brumas amarillas del giallo, cuando una mano amiga me recordó que efectivamente amarillo era el color y dejó caer el evocador título que nos ocupa: Il profumo della signora in nero. Así, en italiano, porque parece ser que no se distribuyó en España. Las críticas a esta película resultaron irregulares. Es de suponer que las más crueles fueron las de la propia prensa italiana, que no supo reconocer a tiempo el filón del cine de terror propio, hecho con arte y oficio, especialmente en las décadas 60 y 70. En cambio, leyendo críticas más actuales, se puede observar cómo se ha convertido en lo que es, por definición, una película de culto (¡o maldita!): una cinta semidesconocida pero con un nutrido y a la vez pequeño grupo de aguerridos defensores. Me gustaría considerarme uno de ellos.
Aléjense los buscadores de caspa y gilipollez sangrienta; para ello recorran senza paura las obras menores de Lucio Fulci. No se me malinterprete, le adoro, pero es enervante la incapacidad de muchos fans de separar el grano de la paja. Aléjense, como digo, los que busquen una película sangrienta, boba y visceral. El film del nada prolífico Barilli (entre su escasa obra creo que podemos encontrar poco más que otro título bien maldito, Pensione Paura (La violación de la señorita Julia, 1977 (¡!))) está nacido a la alargada sombra de Polanski. Si el giallo, como dicen, es un estado de la mente, la trilogía del apartamento del mentado director, es su gran influencia, si bien Bava ya apuntara maneras con el film de obertura del subgénero, La ragazza che sapeva troppo en 1962. Hablo de estas protagonizaciones tan angustiosas por parte de féminas que no saben si sus sentidos las engañan, si los peligros que las acechan son reales o imaginarios y que no se sentirán seguras ni en el propio hogar. Quizá allí donde menos…
En este caso la protagonista es Mimsy Farmer, actriz estadounidense que vino a probar suerte a Europa y, además de algunas películas francesas, acabó haciendo varias películas para famosos directores de terror italiano, la más popular, 4 moscas sobre terciopelo gris, de Dario Argento, si bien acabó colaborando en abyectas obras de Deodato o Margheriti, entre otros.
¿Es más que un «itaexploitaion» de La semilla del diablo, como aquello que lanzó Martino un par de años antes, Todos los colores de la oscuridad? En el caso de que sólo consideremos eso a la película, sería de todos modos, una gran polanskini. La dirección es buena, el uso del color notable, las interpretaciones rebasan la decencia y, lo que importa, la atmósfera está bien cargada y sabe sumirnos en ese histérico estado en el que nuestras protagonistas no pueden que hacer más que dudar de su cordura. La película tiene un ritmo pausado, pero el final nos deja despiertos. Me gustó tanto que ni paré a plantearme si esto, en realidad, es un giallo. Qué más dará.
Pablo Von Pelluch
Aléjense los buscadores de caspa y gilipollez sangrienta; para ello recorran senza paura las obras menores de Lucio Fulci. No se me malinterprete, le adoro, pero es enervante la incapacidad de muchos fans de separar el grano de la paja. Aléjense, como digo, los que busquen una película sangrienta, boba y visceral. El film del nada prolífico Barilli (entre su escasa obra creo que podemos encontrar poco más que otro título bien maldito, Pensione Paura (La violación de la señorita Julia, 1977 (¡!))) está nacido a la alargada sombra de Polanski. Si el giallo, como dicen, es un estado de la mente, la trilogía del apartamento del mentado director, es su gran influencia, si bien Bava ya apuntara maneras con el film de obertura del subgénero, La ragazza che sapeva troppo en 1962. Hablo de estas protagonizaciones tan angustiosas por parte de féminas que no saben si sus sentidos las engañan, si los peligros que las acechan son reales o imaginarios y que no se sentirán seguras ni en el propio hogar. Quizá allí donde menos…
En este caso la protagonista es Mimsy Farmer, actriz estadounidense que vino a probar suerte a Europa y, además de algunas películas francesas, acabó haciendo varias películas para famosos directores de terror italiano, la más popular, 4 moscas sobre terciopelo gris, de Dario Argento, si bien acabó colaborando en abyectas obras de Deodato o Margheriti, entre otros.
¿Es más que un «itaexploitaion» de La semilla del diablo, como aquello que lanzó Martino un par de años antes, Todos los colores de la oscuridad? En el caso de que sólo consideremos eso a la película, sería de todos modos, una gran polanskini. La dirección es buena, el uso del color notable, las interpretaciones rebasan la decencia y, lo que importa, la atmósfera está bien cargada y sabe sumirnos en ese histérico estado en el que nuestras protagonistas no pueden que hacer más que dudar de su cordura. La película tiene un ritmo pausado, pero el final nos deja despiertos. Me gustó tanto que ni paré a plantearme si esto, en realidad, es un giallo. Qué más dará.
Pablo Von Pelluch
Roma. Silvia Hacherman (Mimsy Farmer), impiegata in un’industria chimica, è alle prese con incubi di natura allucinatoria, apparentemente legati ad un trauma infantile mai superato. Fanno capolino nel frattempo svariati personaggi i quali, con modalità simili ad un celebre film di Polanski, sembrano addirittura complottare contro di lei.
In due parole. Film di culto da diversi anni, bello ma in parte sopravvalutato: il suo problema principale è determinato da un legame troppo flebile tra le premesse e le conclusioni della trama, con l’ovvio risultato che parte del pubblico risulterà inevitabilmente spiazzata. La Farmer è calata nel personaggio (ambiguo, sdoppiato, a volte normale altre fragile e condizionabile, come se soggetta ad una regressione all’infanzia “a singhiozzo”) ed esce fuori in modo praticamente perfetto; il resto è un plot caratterizzato da buone interpretazioni ed una solida regia, per quanto il risultato finale – shockante al punto giusto – lasci qualche punto in sospeso di troppo.
La pellicola in questione, datata 1974, diretta da Francesco Barilli e con protagonista Mimsy Farmer (indimenticabile in Quattro mosche di velluto grigio), vede l’attrice, ancora una volta, nei panni di un tipo piuttosto ambiguo. Un personaggio empatico per lo spettatore e spaventoso al tempo stesso, tirato pero’ parecchio per le lunghe che potrebbe, alla lunga, addirittura annoiare. Se anche i meno smaliziati, infatti, capiranno quasi da subito che, nonostante le allucinazioni, i co-protagonisti giochino fin troppo sulla credulità di Silvia, bisogna considerare che il personaggio stesso è stato delineato come se fosse Alice del romanzo di Lewis Carroll, libro che viene citato in più occasioni. Questo è un dettaglio importante perchè rende, se vogliamo, Il profumo della signora in nero una sorta di “favola nera” a tutti gli effetti.
Di fatto molte situazioni sono riconducibili ad altre pellicole più famose, ma bisogna anche considerare che siamo nei primi anni 70 e, con tutti i limiti di mezzi e del caso, il film potrebbe considerarsi come precursore di future tendenze. L’accostamento con “L’inquilino del terzo piano“, del resto – per quanto “prepotente” è inevitabile: la storia è quasi identica, almeno per metà film – non è neanche un paragone del tutto adatto: questo sia perchè la pellicola di Barilli è precedente di due anni (e bisogna darne atto), e poi perchè Polanski difficilmente avrebbe rappresentato le situazioni ultra-cruente del finale (da non anticipare per nessuna ragione, e questo per evitare uno dei più sadici spoiler della storia).
Due i punti di rilevo, di fatto: la rappresentazione archetipica della bambina che parla con Silvia (espressione di un’innocenza smarrita, e in parte repressa) e la definizione dello scenario condominiale, fatto da personaggi piuttosto grotteschi e, a volte, vagamente macchiettistici (anche se la serietà non si smarrisce neanche un po’). In effetti quello che mi ha fatto un po’ svalutare il lavoro, rispetto alle entusiastiche recensioni che ho spulciato in giro, è stata proprio la discrepanza di fondo tra i presupposti pazientemente “cuciti” da Barilli per oltre un’ora e mezza ed il finalone a sorpresa, buttato giù in modo talmente brutale da sembrare messo a casaccio.
Il legame c’è, basta ascoltare con attenzione quello che viene detto a chiare lettere all’inizio del film, ma secondo me per il tipo di pellicola in questione non è sufficentemente chiaro. Questa è una debolezza che non si può, per onestà, fare a meno di tenere in considerazione: è molto difficile esplicare il concetto senza rivelare particolare “scomodi” per chi non ha ancora visto questo film, ma per rendere l’idea potete pensare ad una pellicola classica di Romero – azione, dialoghi, gore – in cui il finale è stato sostituito da un delirio irrazionale alla Lynch – quanto tremendamente reale. Un po’ come accostare, insomma, lucciole con lanterne, e scaravantare all’improvviso lo spettatore dalla poltrona; e non è nemmeno questione di aggressione o “voglia di fare scalpore” nei suoi confronti, è proprio che “Il profumo della signora in nero” presenta qualche buco narrativo (a cominciare dal titolo), come un filo debolissimo che lega l’intera trama.
La stessa donna del titolo, del resto, ha un ruolo che non è accessorio, ma di certo è meno rilevante di quanto possa sembrare all’inizio. L’idea era ottima di per sè, bisogna riconoscerlo, ma in termini calcistici potremmo dire che il fim vince – perchè vince, beninteso – senza convincere: questo a dimostrazione del fatto che l’horror è un genere molto più complesso di quanto i critici vogliano farci credere, e non si tratta necessariamente di quattro pupazzi messi accanto a due signorine discinte ed urlanti.
Non voglio dire che “Il profumo della signora in nero” sia un film da evitare, questo nella maniera più assoluta: e tanto per non essere frainteso in tal senso vorrei ricordare che questo film possiede uno dei finali più spaventosi mai visti all’epoca, oltre ad un ritmo interno invidiabile rispetto a qualsiasi omologo vi possa venire in mente. La costruzione della follia della protagonista, vittima degli altri come di se stessa, segue delle sequenze incalzanti che è un piacere farsi scorrere addosso: e questo riporta alla memoria un piccolo capolavoro del cinema di genere quale “Le orme” di Bazzoni (lo stile narrativo, il punto di vista della protagonista e la causalità della storia sono molto simili). Non esente da difetti, quindi, e con vari pregi: questo è “Il profumo della signora un nero“, un film che piacerà a molti appassionati e – secondo me solo in alcuni casi – a chi è abituato al cinema più “ordinario”.
Salvatore Capolupo
https://lipercubo.it/il-profumo-della-signora-in-nero-f-barilli-1974.html
In due parole. Film di culto da diversi anni, bello ma in parte sopravvalutato: il suo problema principale è determinato da un legame troppo flebile tra le premesse e le conclusioni della trama, con l’ovvio risultato che parte del pubblico risulterà inevitabilmente spiazzata. La Farmer è calata nel personaggio (ambiguo, sdoppiato, a volte normale altre fragile e condizionabile, come se soggetta ad una regressione all’infanzia “a singhiozzo”) ed esce fuori in modo praticamente perfetto; il resto è un plot caratterizzato da buone interpretazioni ed una solida regia, per quanto il risultato finale – shockante al punto giusto – lasci qualche punto in sospeso di troppo.
La pellicola in questione, datata 1974, diretta da Francesco Barilli e con protagonista Mimsy Farmer (indimenticabile in Quattro mosche di velluto grigio), vede l’attrice, ancora una volta, nei panni di un tipo piuttosto ambiguo. Un personaggio empatico per lo spettatore e spaventoso al tempo stesso, tirato pero’ parecchio per le lunghe che potrebbe, alla lunga, addirittura annoiare. Se anche i meno smaliziati, infatti, capiranno quasi da subito che, nonostante le allucinazioni, i co-protagonisti giochino fin troppo sulla credulità di Silvia, bisogna considerare che il personaggio stesso è stato delineato come se fosse Alice del romanzo di Lewis Carroll, libro che viene citato in più occasioni. Questo è un dettaglio importante perchè rende, se vogliamo, Il profumo della signora in nero una sorta di “favola nera” a tutti gli effetti.
Di fatto molte situazioni sono riconducibili ad altre pellicole più famose, ma bisogna anche considerare che siamo nei primi anni 70 e, con tutti i limiti di mezzi e del caso, il film potrebbe considerarsi come precursore di future tendenze. L’accostamento con “L’inquilino del terzo piano“, del resto – per quanto “prepotente” è inevitabile: la storia è quasi identica, almeno per metà film – non è neanche un paragone del tutto adatto: questo sia perchè la pellicola di Barilli è precedente di due anni (e bisogna darne atto), e poi perchè Polanski difficilmente avrebbe rappresentato le situazioni ultra-cruente del finale (da non anticipare per nessuna ragione, e questo per evitare uno dei più sadici spoiler della storia).
Due i punti di rilevo, di fatto: la rappresentazione archetipica della bambina che parla con Silvia (espressione di un’innocenza smarrita, e in parte repressa) e la definizione dello scenario condominiale, fatto da personaggi piuttosto grotteschi e, a volte, vagamente macchiettistici (anche se la serietà non si smarrisce neanche un po’). In effetti quello che mi ha fatto un po’ svalutare il lavoro, rispetto alle entusiastiche recensioni che ho spulciato in giro, è stata proprio la discrepanza di fondo tra i presupposti pazientemente “cuciti” da Barilli per oltre un’ora e mezza ed il finalone a sorpresa, buttato giù in modo talmente brutale da sembrare messo a casaccio.
Il legame c’è, basta ascoltare con attenzione quello che viene detto a chiare lettere all’inizio del film, ma secondo me per il tipo di pellicola in questione non è sufficentemente chiaro. Questa è una debolezza che non si può, per onestà, fare a meno di tenere in considerazione: è molto difficile esplicare il concetto senza rivelare particolare “scomodi” per chi non ha ancora visto questo film, ma per rendere l’idea potete pensare ad una pellicola classica di Romero – azione, dialoghi, gore – in cui il finale è stato sostituito da un delirio irrazionale alla Lynch – quanto tremendamente reale. Un po’ come accostare, insomma, lucciole con lanterne, e scaravantare all’improvviso lo spettatore dalla poltrona; e non è nemmeno questione di aggressione o “voglia di fare scalpore” nei suoi confronti, è proprio che “Il profumo della signora in nero” presenta qualche buco narrativo (a cominciare dal titolo), come un filo debolissimo che lega l’intera trama.
La stessa donna del titolo, del resto, ha un ruolo che non è accessorio, ma di certo è meno rilevante di quanto possa sembrare all’inizio. L’idea era ottima di per sè, bisogna riconoscerlo, ma in termini calcistici potremmo dire che il fim vince – perchè vince, beninteso – senza convincere: questo a dimostrazione del fatto che l’horror è un genere molto più complesso di quanto i critici vogliano farci credere, e non si tratta necessariamente di quattro pupazzi messi accanto a due signorine discinte ed urlanti.
Non voglio dire che “Il profumo della signora in nero” sia un film da evitare, questo nella maniera più assoluta: e tanto per non essere frainteso in tal senso vorrei ricordare che questo film possiede uno dei finali più spaventosi mai visti all’epoca, oltre ad un ritmo interno invidiabile rispetto a qualsiasi omologo vi possa venire in mente. La costruzione della follia della protagonista, vittima degli altri come di se stessa, segue delle sequenze incalzanti che è un piacere farsi scorrere addosso: e questo riporta alla memoria un piccolo capolavoro del cinema di genere quale “Le orme” di Bazzoni (lo stile narrativo, il punto di vista della protagonista e la causalità della storia sono molto simili). Non esente da difetti, quindi, e con vari pregi: questo è “Il profumo della signora un nero“, un film che piacerà a molti appassionati e – secondo me solo in alcuni casi – a chi è abituato al cinema più “ordinario”.
Salvatore Capolupo
https://lipercubo.it/il-profumo-della-signora-in-nero-f-barilli-1974.html
Muchas gracias
ResponderEliminarMega.nz dice che i link non esistono
ResponderEliminarModificati tutti i link
EliminarCiao Amarcord si possono avere i link funzionanti?.Grazie
ResponderEliminarModificati tutti i link
Eliminargrazie
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