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domingo, 2 de enero de 2022

Femina Ridens - Claudio Schivazappa (1969)

TÍTULO ORIGINAL
Femina Ridens
AÑO
1969
IDIOMA
Italiano
SUBTÍTULOS
Español, Italiano e Inglés (Separados)
DURACIÓN
108 min.
PAÍS
Italia
DIRECCIÓN
Piero Schivazappa
GUIÓN
Paolo Levi, Giuseppe Zaccariello, Piero Schivazappa
MÚSICA
Stelvio Cipriani
FOTOGRAFÍA
Carlo Achilli, Sante Achilli
REPARTO
Philippe Leroy, Dagmar Lassander, Lorenza Guerrieri, Varo Soleri, Maria Cumani Quasimodo, Mirella Pamphili
PRODUCTORA
Cemo Film
GÉNERO
Drama. Thriller | Erótico

Sinopsis
El rico filántropo Sayer (Philippe Leroy) en los fines de semana se comporta como un sádico. Cuando no consigue que una prostituta haga la escena que él quiere, emplea a su secretaria Mary (Dagmar Lassander) para tomar su lugar. Después de someterse a sus demandas, intercambian los papeles y ella pasa a ser su agresiva depredadora sexual, lo que aparentemente cura a Sayer de su impotencia. (FILMAFFINITY)
 
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Femina Ridens (The Frightened woman para el mercado anglosajón) es una de las numerosas rara avis que brotaron como setas en la segunda mitad de los años sesenta dentro del negociado pop. Dirigida por el italiano Piero Schivazappa en 1969 es casi un tête-à-tête entre sus dos actores protagonistas -el francés Philippe Leroy, aquí una escultura cincelada por los clásicos, de una imagen homoerótica innegable y la sueca Dagmar Lassander, dulce y apocada en un principio, para posteriormente tornarse en mantis religiosa conforme avanza el metraje.

Tal y como refleja la sinopsis asistimos
… Al último escalón d una mujer en pos de procurar los más retorcidos deseos de un hombre, esos surgidos de los más sucios impulsos y que terminarán en un mortal desenlace. María se convierte en la muñeca sexual viviente del Doctor Sayer, cuyo máximo placer es el deleite que obtiene asesinando mujeres en el momento de llegar al orgasmo. La creciente campaña de degradación de Sayer empuja a María hacia la muerte, pero el hechizo con el que ésta, poco a poco, somete al Doctor conducirá la trama a un desenlace sorprendente… “

Asistimos en Femina Ridens a una mutación en medio de una historia de dominación. Una dominación, para nuestra sorpresa, de doble sentido, donde los personajes evolucionan inexorablemente hasta mostrar su condición verdadera. Somos pues espectadores de lo malsano y de lo turbio, relacionado de manera inversamente proporcional con una cierta ingenuidad y, sobre todo, con la pulsión por una cierta pureza estética. El escenario donde sucede es tan importante, si no más, que la trama misma. Un escenario que es forma y fondo, donde su envoltorio futurista (las pinturas Pop-Art obra del matrimonio Jean Tinguely / Niki Saint Phalle, los diseños de Giuseppe Capogrossi, las esculturas de Pier Olor Ultvedt…) está trufado de divertidos gadgetspop (el auto-lancha anfibio, el mobiliario de la guarida de Leroy, la cueva clitoridiana…) para terminar siendo nada más -y nada menos- que una hermosa y trágica fábula moral de moderna factura.

Pero vayamos al asunto del hilo. La partitura musical del maestro Stelvio Cipriani. A partir de las habituales variaciones melódicas (en forma de Vals, de Fuga, de un Shake) Cipriani nos ofrece un tratado musical de polisémico significado. Tiene, como los grandes, la notable cualidad consistente en ilustrar mediante música los distintos estados de los personajes y de la trama, desde la depravación y el deseo al desvalimiento y la humillación. Incluso -y supongo que ésto, para los puristas de la música para películas será apuntado en el debe– llegará a sublimarlos. Huelga decir lo que para uno supone.
Hasta en las supuestas concesiones (el soberbio tema central, una espléndida canción pop de primerísima magnitud cantada por  Olympia) se nos acomoda plácidamente para el caleidoscópico viaje al que vamos a asistir. Las sensaciones -visuales, melódicas, estéticas- se mezclan hasta llegar a confundirnos. Y en este caso, albricias, partitura e imágenes van de la mano a la hora de regalarnos una experiencia visual y musical muy, muy divertida. Y también muy hermosa, que diantres.

https://estudiodelsonidoesnob.wordpress.com/2013/06/06/stelvio-cipriani-femina-ridens-a-k-a-the-frightened-woman-cam-1969/

...

Femina Ridens es la ópera prima de Piero Schivazappa y lo que la convierte en una película de lo más interesante es que es bizarra y psicotrónica a más no poder. De entrada, el argumento es ya impresionante: el Dr. Sayer (Philippe Leroy) odia a las mujeres por un trauma que arrastra desde la infancia y que no tiene desperdicio. Además, está obsesionado con que las mujeres pretenden dominar el mundo quitando del medio a los hombres, y la única relación que tiene a nivel personal con una mujer es con una prostituta de lujo que contrata todos los fines de semana para satisfacer sus gustos sádicos. Un fin de semana, su plan habitual se trunca cuando una periodista de su fundación (Dagmar Lassander) se empeña en ir a su casa a recoger una documentación necesaria para terminar un artículo que está escribiendo sobre la esterilización de los hombres en la India. El Dr. Sayer, que no está nada de acuerdo con esta idea, aprovecha para secuestrarla y someterla a todo tipo de vejaciones en su particular mansión del terror pop.

Como veis, el argumento no carece de originalidad, pero el punto más interesante de la película es su aspecto visual. La película está plagada de elementos que la convierten en una obra digna de ser vista —aun en el extraño caso de que el argumento no os atraiga por sí solo—, y que van desde las extravagantes localizaciones como la fundación o el castillo medieval, a los elementos pop art, así como otros elementos de aspecto más vintage como la locomotora de las clarinetistas o los directamente perturbadores como el enano de la recta final o los cuadros basados en el aspecto de algunas enfermedades vistas al microscopio. ¡Y se me olvidaba el coche anfibio!

Si el aspecto visual es excelente, extravagante, original y mucho más, el desarrollo de la película no se queda atrás. He leído algunos artículos que la califican de giallo pero yo creo que es más explotación pura y dura, aunque es innegable que comparte esa inclinación más a lo visual que a lo argumentativo que tienen la mayoría de los gialli.

Hacía la mitad de la película, tras el espectacular baile de Dagmar Lassander cubierta con unas finas vendas, el film toma una dirección relativamente inesperada para llegar a una última media hora delirante, coronada con un final absolutamente sorpresivo. Algo cogido por los pelos, todo sea dicho, aunque yo he desarrollado mi propia teoría que incluye envenenamiento al Dr. Sayer en el castillo medieval.

Y por si todo esto os parece poco, añadamos una brillantísima banda sonora de Stelvio Cipriani y ya tenemos una película de lo más interesante.


http://almassucias.blogspot.com/2012/12/femina-ridens-1969.html

El Dr. Sayer, estimado director de un Instituto filantrópico, esconde una personalidad misógino y sexófobo a la que da rienda suelta los fines de semana, dedicándose en su villa aislada a juegos sádicos en compañía de profesionales expertos en satisfacer inclinaciones similares y organizar su muerte de las maneras más imaginativas. Aprovechando la visita de una empleada, Mary, decide pasar de la ficción a la realidad, encarcelando a la mujer y someiéndola a torturas físicas y psicológicas, culminando con la amenaza de matarla, tan atroz, como dice haber hecho ya muchas veces, mostrándoles las fotos de las presuntas víctimas anteriormente. Después de llevar a la mujer al punto de intentar suicidarse para escapar de sus tormentos, Sayer se da cuenta de que no puede matarla y que ha desarrollado un sentimiento nunca antes sentido hacia ella, por lo que le revela que no es realmente un asesino y que está interesado en ella. María está dispuesta a regresar y ayudarla a desarrollar una relación sana con las mujeres, pero estas no son sus intenciones: en realidad, la mujer nunca fue víctima, tendió una trampa desde el principio hasta Sayer, dejándose atrapar a propósito, y ahora, después de haberlo obligado a mostrar su debilidad y le concedió un idilio de corta duración, matándolo durante las relaciones sexuales, como

Es la primera película italiana de la actriz alemana Dagmar Lassander, elegida por el director después de verla en el erótico Andrea - Wie ein Blatt auf Nackter Haut (1968). La gran estatua de donna es una reproducción de la obra de Niki de Saint Phalle, Jean Tinguely y Per Olof Ultvedt. Los elementos decorativos son un homenaje a Claude Joubert, Plexus y Giuseppe Capogrossi.

El diccionario Mereghetti llama a la película un "debut ambicioso y prometedor, lleno de ideas de puesta en escena," una parábola burlona casi ferreriana en la lucha entre los sexos, capaz de vez en cuando para declarar y negar su misoginia como "llamativo , "su tono es frío y al mismo tiempo divertido", que beneficiará a la música de Stelvio Cipriani. Para el diccionario Morandini es un "apologista inusual de elegancia irónica y maldad misógino saludable". Marco Giusti en su Diccionario de películas italianas stracult lo llama una "cultissimo erotico con pretensione".

https://kripkit.com/femina-ridens/

“Cerca di pensare invece a dopo la morte, adesso che ci sei così vicina, pensa piuttosto a cosa diventerai con la reincarnazione: un uomo, giallo o nero? Un gatto persiano o un topo di fogna? O a una iena, una iena ridens magari. No, anzi, tu diventerai uno scorpione, femmina naturalmente.”

Era il 1969 e esordiva sul grande schermo con questa pellicola Schivazappa, in un’annata esteticamente e concettualmente perfetta, che ha dato i natali a opere come Dillinger è morto di Ferreri e “nEROSubianco” di Tinto Brass, tutti uniti da tematiche analoghe e da un gusto estetico pop da lasciare lo spettatore totalmente catturato da colori, design e opere d’arte d’avanguardia, film irripetibili ora, ma che ci ricordano la grandezza delle sperimentazioni del cinema italiano di quei tempi.

Qualche anno fa ricordo che consigliai la visione di questo film a una mia amica. Dopo un po’ di ore, impaziente com’ero di conoscere il suo parere, le scrissi per sapere come andava: lei mi disse “Non ho ancora finito, ma insomma, non è troppo femminista ecco” e io le risposi “Aspetta, aspetta di arrivare alla fine.”

Il dottor Sayer (Philippe Leroy, qui con dei capelli gialli simili a quelli di Mastroianni ne “La decima vittima”, altra pellicola pop indimenticabile di qualche anno prima diretta da Elio Petri) è un direttore di un istituto di beneficienza filantropico, ma soprattutto è un uomo sadico e tormentato da un trauma avvenuto nell’infanzia, ovvero l’aver assistito a un accoppiamento tra due scorpioni, finito con la morte del maschio per mano della femmina. Incapace di liberarsi da questa ossessione, è solito passare i weekend pagando prostitute che si prestano al suo gioco perverso di sevizie e umiliazioni. Un giorno, approfittando della visita di una sua dipendente per ritirare dei documenti e dal “bidone” rifilatogli da una delle sue solite ragazze, decide di mettere veramente in pratica il teatro fino a quel momento solo recitato in maniera consensuale con le altre donne, e rapisce la giovane e ingenua Mary (Dagmar Lassander, nel suo primo ruolo in una pellicola italiana che la legherà al nostro paese in numerosi ruoli da protagonista nel cinema giallo e “bis”)

Nella sua casa-bunker senza finestre, opprimente e austera ma al contempo viva, colorata e con un décor ultramoderno, il suo carattere misogino e violento inizialmente esplode: prova quasi a seguire le orme del Marchese De Sade, dimenticandosi però di essere un uomo schiavo anch’esso dei suoi tormenti, non libero, inetto, incapace di abbandonare l’autoreferenziale rappresentazione di se stesso. Tutte le torture e sevizie cui Sayer sottopone Mary sono da subito, agli occhi dello spettatore, grottesche, goffe, l’affermazione non voluta della propria sconfitta nei confronti della donna, che si vorrebbe sempre indifesa, manipolabile, dipendente. Vittima.

Poi i ruoli sembrano rovesciarsi: Sayer si rende conto di non poter uccidere Mary perché, grazie al carattere docile ma schietto della ragazza, se ne innamora. Decide di lasciarsi andare, di uscire dalla villa-bunker, di uscire da se stesso e dalle sue paure, quelle che vedono la donna come responsabile di ogni male, tra cui l’impotenza, la paura dell’orgasmo, il terrore di lasciarsi andare a un rapporto paritario dove nessuno controlla nessuno. Apparentemente.

Tra i prati, tra i fiori, finalmente all’aria aperta, i due protagonisti si inseguono, si insinuano, si avvicinano e si allontanano, come in una danza rituale che prevede, finalmente, l’accoppiamento, senza più il terrore di unirsi davvero a qualcuno. Le musiche di Cipriani accompagnano dolcemente questo loro incalzarsi, questo romanticismo che in certe sequenze sembra quasi un melò d’altri tempi, ovviamente in maniera voluta, per poi mutare in un motivo musicale dal sapore di scontro western, la resa dei conti, un amplesso lasciato intuire dagli occhi, dagli sguardi, dal movimento dell’acqua in una piscina dove si giocherà la partita finale.

Ma basta davvero solo la redenzione data dall’amore a mettere in pari i soprusi fino ad allora subiti? Perché la guerra tra i sessi esiste da sempre e esisterà per sempre, se non si raggiunge una coscienza collettiva reale, non data solo dall’innamoramento, in questo caso falso e volutamente stucchevole.

Il film respira della nuova presa di coscienza femminile post ‘68 e della conseguente paura del maschio di perdere il suo ruolo di padre-padrone, ossessionato, come il protagonista, dal non essere più utile nemmeno per la riproduzione, oltre che come capo dei giochi. Certo, dopo secoli in cui ci si è abituati a essere il “sesso forte”, ad avere privilegi solo perché nati in quel ruolo divinamente deciso di maschio superiore, quanti ancora oggi si aggrappano a quell’idea retrograda, non ancora pronti a lasciarla andare? Io in chiusura avrei aggiunto anche una fragorosa risata, vendicativa, come quella di una iena, come ci ricorda il titolo.

Greta Boschetto
https://re-movies.com/2021/04/20/femina-ridens-di-piero-schivazappa-1969/


 


 

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